| Trece.

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— Uf, tienes una pinta de que no has dormido nada bien. — murmuró NamJoon a un puesto de mí. Estábamos en clases de gramática, por supuesto, sin llegar en ningún momento a prestar atención a la clase. Paseé mi lápiz de mano a mano sin percatarme de sus miradas curiosas a mi cara. 

—Es que estuve ocupada anoche. — llorando obviamente. Kim era esa garrapata en la sien, chicle en el zapato, grano en el culo... Después de todo solo estaba buscando una vía fácil para atacarme, y yo de mensa, lo dejé. ¿Acaso se podía ser más patética?

De seguro estaba por ahí, riéndose de mi estupidez mientras fingía ser un humano más.

— Vale, entiendo. — Nam era un sol, se notaba a lenguas que trataba de no ser  impertinente, si yo no quería decir nada, él no tenía por qué sacármelo a la fuerza. —Bueno, hoy en la noche habrá una fiesta, unos compañeros de informática están planeando algo suave en una de las casas cerca de aquí. ¿Te gustaría ir? Vamos a ir todos y esta vez...— me miró fijamente mientras llevaba una de sus manos a su pecho, quizás en el corazón. Había dejado de mirar mi lápiz desde hace unos segundos atrás— Prometemos no dejarte a la deriva. Nos encargaremos de tu cuerpo y si es necesario entre todos te llevaremos a tu casa...

—Oye...—comencé con una pequeña sonrisa en los labios. Pero NamJoon me frenó.

—Hasta te bañaremos si es que te vomitas encima y...

—Alto. —corté subiendo un poco la voz. Algunos curiosos nos miraron pero me limite a ignorarlos. Cuando se lo proponía podía ser un amor. — Aceptaré ir porque no tengo nada mejor que hacer en mi casa. Entiendo lo de la fiesta anterior y bueno, espero que no lleguemos a ese punto del vomito.

— Perfecto. —murmuró con una sonrisa en los labios. — ¿Te parece si te busco como a las ocho?

Asentí sin más.

El auto frenó ante mi casa, me despedí de mi madre quien me hizo prometerle que no bebería demasiado. Busqué con la mirada a NamJoon y sin mucho protocolo me subí. Tanto el cómo Jimin me saludaron y me elogiaron. — Vaya, no sabía que cuando te arreglabas parecías una niña. — golpee con el bolso el hombro de Jimin quien gustoso de reía.

—Sí, sí, si... solo vayámonos. — bufé pegando mi espalda del asiento de atrás. El viaje fue corto y rápidamente llegamos al lugar. Era un casa moderada, tranquila por fuera, pero por dentro parecía un puto prostíbulo.

—Joder, y yo que pensé que nos habíamos equivocado de casa. — soltó Nam intentando escucharse sobre la música. Jimin asintió quizás sin entender muy bien que había dicho.

— Sí, creo que los muchachos están allá. — Nam lo miró confundido, pero solo me alejé de ellos hasta llegar a los demás quienes conversaban tranquilamente en un sofá marrón. — ¿Qué tal todo? —grité estando ya cerca. Jungkook fue el primero en voltear y sonreírme. Parecía feliz de verme por aquí.

— Vaya, hola Sune. — nos abrazamos mientras los demás nos saludaban, pues a los segundos de llegar hasta ellos, ya Jimin y Nam estaban detrás de mí. — Si hubiese sabido que vendrías, me habría tomado el tiempo de buscarte...

—Que va, acepté hoy en clase de gramática, y Nam se ofreció casi llorando. —traté de que lo último no escapara de nosotros. Jeon sonrió.

Todos estábamos divirtiéndonos, cada quien había buscado una pareja y estaban en el pequeño salón bailando, a excepción de SeokJin y yo.

—Supongo que hablar en las fiestas es lo nuestro. —Jin me observó sonriendo mientras alternaba la vista en la pista, seguí su mirada y me di cuenta de la rubia alta que bailaba con sus amigas, uy.

「Hell」 ;+k. thDonde viven las historias. Descúbrelo ahora