│Quince.

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El aire caliente me acogió entre mis sueños, como un cálido beso en la frente que tristemente me hizo querer despertar. Mis ojos se adaptaron a la luz de la mañana y el aroma del alcohol fue la segunda cosa que me invadió. Me bambonee un poco antes de poder incorporarme en la cama, con un ojo entre abierto y el otro cerrado escaneé la habitación en busca de cualquier cosa extraña o poco habitual.

La cama se encontraba vacía y el recuerdo del encuentro me abordó segundos después. Revisé de nuevo la habitación esta vez con ambos ojos abiertos, pero el rastro de mi acompañante parecía desaparecer con cada revisión que daba. Bufando me levanté de golpe sintiendo el frío en la planta de los pies, rasqué mi cabeza con pereza mientras miraba de reojo mi reflejo sobre el viejo espejo de mi madre mientras pasaba ante el...

Unos cuantos segundos bastaron para girar sobre mi eje y llevar de nuevo mi mirada hacía el espejo. Mi cuerpo desnudo brotaba entre el cristal puro dejando espacio a mi cerebro alarmado. Rápidamente tomé una batola blanca y algo descuidada que reposaba sobre el respaldar de una silla entre mi cuarto, y enfundándomela de golpe decidí ir escaleras abajo.

Trataba de no pensar en nada, de parecer confundida y desorientada en mi propia casa. Quería creer que tenía algún tipo de problema, como una pérdida de memoria momentánea que desaparecería cuando quisiese.

Pero todo mi teatro cayó ante mis pies al ver a Taehyung en la cocina exprimiendo unas naranjas ya previamente cortadas. Sin mirarme o reparar en mi aparición, tiró las cascaras de las naranjas sobre el lavavajillas mientras me hablaba: — ¿Crees que tu madre se enojaría contigo por tirar las cascaras ahí?

Traté de ignorarlo mientras la rojez comenzaba a calentarme los cachetes. Desvié mi ruta hasta la nevera y tomando un vaso me dispuse a servirme agua. Pude sentir su mirada en todo momento sobre mi espalda mientras a duras penas evitaba que el agua se derramara entre mis manos. Quizás si lo ignoraba entendería que me sentía patética y humillada. A lo mejor, dejaría el jugo listo sobre el mesón mientras se alejaba de la cocina rumbo a la entrada de mi casa.

Pero, claramente no haría eso.

Antes de poder darle el primer sorbo a mi vaso, su mano entró en mi visión retirándome el cristal de entre mis manos a la par que lo cambiaba por el zumo de naranja, mientras que con su otra mano libre me daba la vuelta encarándome. Lo miré en silencio mientras admiraba su apariencia desaliñada.

Llevaba su camisa con solo tres puntos abotonados en la parte baja de la misma, su pantalón se sujetaba del botón mientras su cinturón tambaleaba alrededor de sus caderas. Se encontraba descalzo y con la melena alborotada. Sus ojos se mantenían curiosos detallando deliberadamente mi aspecto.

— Toma. — El ronroneo de su voz mañanera no me había afectado cuando tuvimos nuestra distancia, pero ahora que se hallaba ante mí, sentía que alguien debía toma mi mano porque en cualquier momento se me caería el bendito vaso.

— Kim, yo...— comencé cerrando mis ojos mientras suspiraba en busca de fuerzas. Pero él tomó mi vaso de entre mis manos y dando un sorbo se llevó un poco menos de la mitad del vaso. Sin decir nada alargó su mano hacía mi cintura y pegando sus labios sobre los míos dejó brotar el zumo acido mezclado con su lengua dentro de mi boca. Me lo tragué con lentitud sintiendo cada roce tanto de sus labios como de su lengua. Cuando pudo deshacer el beso, miró con firmeza mi barbilla recorriendo la gota de jugo que descendía sobre mi cuello hasta llegar y evaporarse sobre la bata.

— Deberías tomártelo todo, le caerá bien a tu resaca. — Sin querer discutir sobre mi resaca o no, decidí tomar el vaso y beberme todo de un trago. Sonrió complacido mientras retrocedía sin dejar de mirarme hasta detenerse sobre el mesón de la cocina.

No sabía cómo sentirme, o al menos no sabía a cuál de mis sentimientos darles prioridad. Quería golpear mi cabeza contra la mesa, quería gritarme por ser tan patética, quería gritarle por dejar que fuese tan patética y quería correr hacía sus brazos esperando que el deseo del sueño eterno llegara hasta mí siempre y cuando fueran sus brazos los que me recibieran allá.

Pero nada de eso podía ser verdad.

— ¿Podemos hacer que lo que ocurrió anoche nunca pasó? — pregunté tomando la ruta fácil. — Yo estaba borracha y tú estabas siendo tú, así que eso no entra en la conciencia humana...

— ¿De qué hablas? — preguntó levantado una ceja. — No recuerdo nada de lo que sucedió anoche, ¿acaso hicimos algo?

Lo miré con cautela mientras poco a poco iba creyendo que me estaba volviendo loca. ¿Acaso lo había soñado todo?

Kim ladeó la cabeza como un pequeño cachorrito indefenso mientras cruzaba sus brazos sobre su pecho. — Espera, creo que recuerdo un poco de nuestra velada. — agregó de golpe. — Recuerdo tus gemidos y la silueta agitada y caliente que se postraba bajo mi sombra...— se iba acercando a mí con delicadeza, su voz se volvía algo débil pero era lo suficientemente fuerte como para entender todo a la perfección. Ahora con su torso despegado del mesón y su dirección hacía mí, hacía que mi corazón golpeara contra mi pecho mientras el vaso buscaba huir de entre mis manos.

— ¿Quieres olvidar tu semblante acelerado y el temblor de tu cuerpo? — finalmente llegó hasta mí, mi cuerpo pegó de lleno contra la puerta de la nevera, una parte de mi rogaba por la llegada de mi madre mientras que la otra esperaba que jamás apareciera. — ¿Por qué olvidaría algo que tanto me costó apaciguar?, ¿Quieres que lo olvide, Sune? — susurró sobre mi rostro. Asentí sin mediar palabras mientras intentaba entender el caos de mis sentimientos. — Tendrás que darme algo con qué sustituirlo...

— No entiendo. — Balbucee con todo el carácter posible, sus ojos me miraron con fiereza esperando más de mí valentía, quizás para devorarla. — ¿No es tu plan el destruirme? — tragué saliva mientras trataba de mantener la compostura. — ¿Por qué buscas algo más que eso?, ¿Acaso te has enamorado más de mí, Kim Taehyung?

Sus ojos perdieron el filo, ahora parecía perturbado y algo fuera de sí. Aún se mantenía sobre mi cuerpo, quitándome el espacio pero ahora con otro aire más liberado. Sin dar un atisbo de sus pensamientos soltó una sonrisa silenciosa mientras dejaba caer su cabeza sobre la mía. — Ni mi persona puede entender mis sentimientos ahora, quiero tanto destruirte como atesorarte. ¿Acaso no puedo permitirme las dos a la vez?, ¿No puedo amarte mientras te destruyo mi Sune?

Levanté mi mirada dejando que su cabeza se deslizara hasta mi frente. Parecía abatido y lleno de emociones que quizás no entendía o no quería entender.

Sentía que lo conocía desde hace años, pero cada día me sorprendía un poco más: — La última vez que nos vimos aquella noche, — comencé dejando que mis sentimientos más presentes hablaran. — me prometiste un paraíso entre el infierno, pero ¿acaso no estamos ahí ya?

Kim despegó su cabeza de la mía, ahora me miraba con cuidado evaluando cada expresión de mi rostro, sentía que quería decirme algo más, pero sus labios se mantenían sellados. Después de unos segundos soltó una sonrisa de medio lado mientras sus ojos se volvían audaces y cálidos. Tomó mi barbilla entre su finos dedos, mientras llevaba mi mirada hacía la suya mostrando imponencia. Y acariciando mi barbilla entre sus dedos, poso sus labios calientes sobre los míos sin llegar a besarme. — Te amaré entre la destrucción... — vocalizó. 

「Hell」 ;+k. thDonde viven las historias. Descúbrelo ahora