❝No le das la espalda a la familia. Incluso cuando ellos lo hacen.❞
Todo empezó en el Toretto's.
El supermercado en miniatura y café del corredor de coches más famoso de todo Los Ángeles.
Aunque, si somos exactos, esta enrevesada y divertida histori...
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El rugir de los motores resonaba por toda la ciudad. Haciendo el estruendo de varios truenos juntos.
Decenas, e incluso cientos de coches estacionaron en medio de una de las muchas calles de Los Ángeles. Una, de la que ya se habían ocupado varias personas de que estuviera desértica para facilitar el acceso.
Un coche, de la pizzería local se acercó hasta donde Leon y Jerrica habían aparcado sus coches, y frenó al ver que estos dos les impedía el paso para seguir su ruta de encargo.
El hombre salió del buga sacando la parte izquierda de su cuerpo hacia la acera, mirando con un ceño fruncido hacia los dos jóvenes que habían salido de sus coches.— ¿Puedo saber qué coño pasa aquí?
— ¡La calle está cortada, pizzero! Búscate otro camino.— informó Leon hacia el hombre ya canoso.
El pizzero renegó por lo bajo hacia los dos.— Malditos corredores.— pero antes de siquiera poder poner el pie en el coche de trabajo, Jem apareció por un lado sacando su monedero.
— ¿Qué pizzas lleva?
Este lo miró confundido, sin saber muy bien que responder a aquello.— Pepperoni y Cuatro quesos...
— ¿Cuánto le pagan por las dos?
— Diecisiete con ochenta.
Jerrica abrió con la cremallera el monedero en sus manos, mirando lo que contenía. Sacó de él un billete mientras rodeaba el coche y abría la puerta del copiloto. Cogió las dos cajas de pizza, mientras dejaba en el sillón el mismo billete de veinte.— Por las pizzas, quédese con el cambio.— dijo al cerrar la puerta.
Ella volvió hacia donde estaba su coche y entonces vio todo el estropicio que la gente había montado con sus automóviles. Y empezó a sentir pena por el hombre.
Corrió de nuevo hasta el coche de trabajo de la pizzería, justo antes de que el hombre canoso pudiera siquiera darle al embrague.— Disculpe,— pronunció, con culpabilidad mientras volvía a abrir su monedero.— siento las molestias.— dijo para dejar un billete de cinco como propina para el hombre e irse hacia el coche de amarillo de su amigo.
Leon escuchaba con atención la interferencia que había creado para escuchar la radio policial loca.— Responda, 22. Código 23. Situación de alta tensión en zona...— el sonrío cuando vio a la morena con las dos cajas de pizza.— Siempre te sales con la tuya, ¿he?
Ella asintió meneando la cabeza hacia delante, abriendo la de Cuatro quesos para que el hombre del coche pudiera agarrar un pedazo de pizza. Leon le guiñó un ojo a modo de agradecimiento al verla pasar entre la gente para llegar a Héctor.
