❝No le das la espalda a la familia. Incluso cuando ellos lo hacen.❞
Todo empezó en el Toretto's.
El supermercado en miniatura y café del corredor de coches más famoso de todo Los Ángeles.
Aunque, si somos exactos, esta enrevesada y divertida histori...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Los nervios no habían abandonado el cuerpo de Brian. Durante varios minutos, temió por su vida y por la de los Toretto. Sabiendo que si le descubrían en ese almacén todo su plan, el de la policía y el del FBI se iría al traste. Tanto como lo haría la vida de Dom, llevándose consigo a Jerrica.
Ahora, habían encerrado a todos los corredores con sus coches, en un camión que podía llegar a transportar hasta seis coches distintos. El espacio era iluminado únicamente por la tenue luz de varios leds que se habían adherido al metal de las paredes. Siendo estas de color blanco y rojo.
Brian buscó desde su asiento el teléfono, sabiendo que sus superiores estarían cabreados con él, partiendo del hecho de que había destrozado su localizador con una lata de Coca-Cola.
El coche que tenía delante, amarillo, se balanceó a causa del movimiento de su dueño. Que se removía con inquietud desde su asiento.— Esto no mola.— declaró. Abriendo la puerta para salir a estirar las piernas en ese espacio tan reducido.— Nadie habló de estar encerrados en un camión.
Un colega suyo, que también iba a conducir, asintió con él cuando bajó de su coche. Mirando al Dodge Charger que había delante de ellos. Donde Dominic descansaba la vista con tranquilidad.— ¡He!— chilló, llamando la atención del Toretto.— ¿A dónde nos llevan?
— Qué más da.— contestó, levantando levemente la punta de sus labios para crear una suave y risueña sonrisa.— Ya nos hemos apuntado al viaje, ¿no?
Cuando los pilotos bajaron de sus coches, de nuevo aparecieron en un garaje a no tan gran escala como el último. Todos ellos se colocaron delante de sus coches, para así, poder mirar a los hombres que tenían en frente. La que mandaba, la única mujer que había en la estancia aparte de Jerrica, era la misma mujer que la miró con orgullo cuando entró al equipo para correr contra su hermano y O'conner.
Esta misma chocó las palmas de sus manos justo antes de cruzarse de brazos ante su pecho.— Bienvenidos a México, chicos.— dijo, con una ligera sonrisa.— En la frontera hay helicópteros y cámaras con escáneres térmicos. Pero hay puntos ciegos por los que os puedo guiar vía satélite.— informó.— No hay margen de error. Debéis seguir todas las indicaciones.
Todos en la sala asintieron con cierta coordinación, sabiendo bien que aquellas eran las únicas instrucciones.— ¿Preguntas?
Dominic hizo un paso hacia adelante, haciendo que tanto Brian como su hermana lo miraran con el ceño levemente fruncido.— Creía que Fénix iba a estar aquí.
