3. Poco control de la ira

8.5K 972 223
                                    

Jolie

―¿Para qué quieres dar clases particulares de francés, Jolie? No te hace falta dinero, tu padre os ha dado una tarjeta con dinero ilimitado ―comentó Cher mientras me ayudaba a colgar uno de los carteles que había ido a imprimir esa misma mañana en los que anunciaba que daba clases particulares de francés.

―Quiero tener un mínimo de ahorros. Además, va a ser el cumpleaños de Vincent dentro de poco. No quiero regalarle algo con el dinero de mi padre. ―Me encogí de hombros.

―¿Qué piensas regalarle que cueste tanto como para tener que ponerte a dar clases?

―Me gustaría regalarle un viaje. Había pensado en un coche, pero se me va mucho del presupuesto. Sé que le gustaría mucho visitar Francia. Es caro; los vuelos lo son, aunque tengamos alojamiento gratuito gracias a los tíos. Me conformo con tener un alumno, dos o tres horas a la semana.

―Qué ganas de complicarte, tía.

―Además, no me vendrá mal distraerme. ¿Qué voy a hacer por las tardes? No tengo todas las clases, solo algunas, por lo que tengo muchísimo tiempo libre.

―Bueno, señorita "tengo mucho dinero pero no lo gasto" ―replicó con diversión. Yo sonreí y ella se inclinó hacia mí para besarme la mejilla―. Voy a ir a clase de semántica. Nos vemos a la salida.

―¡Hasta luego!

Se fue escaleras arriba y yo hice lo contrario, irme escaleras abajo. Solo me faltaba colocar un cartel en el corcho del primer pasillo y otro en el último.

Me había pasado mi primera hora libre de la mañana recorriendo los pasillos de mi facultad para así familiarizarme con ella y no perderme. Era un edificio pequeño, así que no tenía mucho misterio. La segunda hora la estaba pasando pegando carteles en todos los tablones de anuncios del edificio con espacio libre.

Pegué el cartel encima de un montón de anuncios de fiestas pasadas y seguí mi camino para ir a pegar el último.

―¡Oye, espera!

Como era la única en ese pasillo, di por hecho que alguien me llamaba a mí. Me giré dubitativa y vi un chico acercarse a paso rápido.

Era... Uff, a ver. Era un chico alto, bastante más que yo, y de complexión un poco delgada pero atlética a la vez. Tenía una de esas caras que crees demasiado perfectas como para que sean reales. Mandíbula bien marcada, una medida de labios perfecta y simétrica, cejas medianamente pobladas y ojos algo rasgados y claros. Y su pelo... Su pelo castaño te incitaba a pasar los dedos por él. Insultantemente guapo.

―¿Yo?

―Sí. ¿Das clases de francés? ―preguntó señalando el tablón. Yo asentí con la cabeza―. Perfecto. Buenas, soy William Shilton, tu nuevo y desesperado alumno.

―¿Cómo?

―Me va a quedar francés como no apruebe este semestre y estoy, literalmente, desesperado. Así que me da igual lo que cobres y si me tengo que saltar alguna clase, pero necesito ayuda.

―Oh... ―murmuré antes de morderme el labio pensativa. ¿Darle clases a un chico con pinta de modelo canadiense? Al menos podría alegrarme un poco la vista―. ¿Te doy mi número de teléfono y vemos qué hacemos?

―Me parece perfecto ―dijo sacando el móvil del bolsillo―. Dime tu número.

Yo fui dictando mi número de teléfono y él lo apuntaba. Cuando lo hizo, me miró como si esperara algo más. ¡Cierto, mi nombre!

―Jolie. Jolie Depardieu.

―¿Francesa nativa? ―preguntó, aunque pareció más una afirmación.

―En efecto.

WILLIAM © (DISPONIBLE EN AMAZON)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora