—Porque eres la niña idiota mimada y petarda que se cree graciosa y divertida cuando lo único que haces es molestar como una mosca cojonera que hasta interrumpe clases para soltar tonterías —le interrumpió dirigiéndose a la puerta y Kara inspiró fuerte para no perder sus modales, razonando en lo que iba a decir sin tener que llegar al nivel de ella.

—Pues si no te hace gracia, dímelo. Para algo existe la comunicación. No hace falta ser así de desagradable —la rubia alzó la voz ya que veía que no frenaba, pero la pelinegra, después de abrir, miró hacia atrás para finalizar la discusión.

—El problema es que yo no me quiero comunicar contigo, pesada —expresó Lena de mala gana antes de marcharse por la puerta.

—Pero será... —gruñó con rabia cogiendo nuevamente los libros—. Está bien, se acabó. Si quiere guerra, la tendrá.

Se dirigió a la puerta para ir a trabajar. Si antes pensaba que su relación mejoraría, ahora estaba claro que ni lo intentaría. Era una mujer imposible y Kara no iba a ir detrás de ella pidiendo perdón por ser cómo es. ¿A todos les encantaban su manera de ser menos a la pelinegra? Que tiquismiquis la señorita.

Cruzó los pasillos mientras se dirigía a su clase, repasando la conversación que habían tenido en su cabeza mientras miraba si tenía todo el temario en sus manos. No podía quitarse la vocecita de la despiadada mujer de ojos verdes.

—Si soy mimada es porque trato mejor a la gente que tú y todos piensan que eres cruel y fría como el hielo, antipática —susurró pasando las hojas, pero, para su mala suerte, chocó con Lena haciendo que los libros y papeles cayeran al suelo.

—¿Ves cómo eres idiota? —se burló pasando por su lado reflejando molestia—. Al menos esta mujer fría y cruel mira por donde va —comentó antes de irse, haciéndole saber que la había escuchado perfectamente.

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—Ruby —susurró Imra tocando su hombro y señalando su libreta—. ¿El trabajo de Kara era a mano o teníamos que mandarlo al aula virtual?

—Lo segundo —contestó en un murmullo.

—Joder, y yo aquí dejándome la mano —hizo una mueca haciendo sonreír a Ruby.

—Yo igual. Menos mal que Jessica me lo dijo antes de comenzar la clase —bromeó intentando no reírse, pero Imra abrió los ojos de par en par, indicando a que volviera a voltearse.

—¿Qué es esto? —preguntó la profesora Luthor cogiendo la libreta de Ruby y, acto seguido, la de Imra—. Veo que no tenéis muchas ganas de ir a la excursión al museo de National City que tenemos programado a finales de este mes.

—Pero... —intentó Imra, pero Lena la interrumpió mirando también a Ruby.

—Tranquilas. Me aseguraré de ello —dejó las libretas en su sitio y se dirigió hacia su mesa, dejando a Ruby y a Imra con la cara larga para el resto del día.

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Los días pasaron y la relación de Kara y Lena empeoró. Ahora sí que se dirigían alguna palabra que otra, pero no para cosas buenas o bonitas. La rubia estaba dolida por lo imbécil que había sido la pelinegra con ella y la otra le contestaba aún con más bordería y sarcasmo. En conclusión: no se llevaban nada bien, casi que preferirían hacer como al principio, como si no existieran una para la otra. Por lo menos, en algunas ocasiones, Lena dejó de referirse a todos formalmente gracias a Kara.

Se encontraban en la sala de profesores ya que coincidía su hora de descanso. Lena intentaba corregir algunos exámenes. Exacto: intentaba; Kara no paraba de susurrar palabras aleatorias que la pelinegra no prestaba atención. Escuchaba más el golpecito de su bolígrafo contra la mesa, el teclado de su portátil y sus resoplidos al aire.

Se nos da bien odiarnos | Supercorp (Kara G¡P)Where stories live. Discover now