—¿Ha pasado en el campo? —preguntó Kara frunciendo el ceño, interrumpiendo rápidamente su explicación, viendo que iba a sollozar de nuevo y el chico asintió con la cabeza—. ¿Y el entrenador Olsen no estaba?

—No —contestó tragando saliva, mirando hacia abajo desconsolado y Kara suspiró.

—No puede desaparecer en medio de su clase deportiva y menos cuando pasan cosas como esta —susurró con rabia tensando la mandíbula y luego miró a Standall—. Voy a buscarlo y hablar con él. Luego iremos a por Bryce.

—No, por favor, Kara... —sollozó de nuevo, cogiendo sus brazos con fuerza e impidiendo que se levantara—. Me dijiste que no saldría de aquí. Como se entere que me he chivado me va a matar.

—Alex, no podemos dejar que estas cosas pasen. Escucha —se acercó a él entrelazando sus dedos y acariciando su hombro con su otra mano—. Te juro que no volverá a tocarte. Ni siquiera volverá a acercarse a ti, pero tienes que comprender que esto no será la última vez si no le paramos los pies y, si no actuamos, no serás el único que Bryce pegará por una rabieta —le miró a los ojos, esperanzada de que lo comprendiera, y minutos después de tranquilizarse, el chico dio luz verde.

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Caminó por todo el instituto en busca de James, pero no se encontraba ni en la cafetería, ni en el campo, ni en el gimnasio (zonas por dónde él solía rondar). Sabía que tenía otra clase ya que preguntó a los chicos de segundo (que estaban jugando ahora en el campo) dónde se había metido, pero solo dijeron que Bryce fue el encargado de decir lo que tenían que hacer por orden de Olsen.

Dudosa, anduvo hacia la sala de profesores y, como última opción, fue a recurrir a su móvil para escribirle un mensaje. Bajó la manija despacio, entreabriendo y asomándose con sigilo para ver si estaba ahí. Suspiró cerrando los ojos y abrió la puerta. No comprendía que hacía ahí todavía, aunque Winn le comentó una que otra vez que se quedaba hasta tarde porque mandaba muchos ejercicios y los corregía antes de ir a casa.

—Hola —intentó Kara entrando en la sala de profesores, pero la única persona que había, la ignoró como todos los días—. ¿Ha visto a James? —preguntó, pero ella solo se encogió de hombros—. Vaya, no está muy habladora... Como siempre —le lanzó una sonrisa irónica, aunque más bien parecía una mueca, pero se apagó cuando Lena abrió la boca.

—No me apetece hablar con nadie y menos con usted —sentenció la pelinegra sin despegar el ojo del libro.

—Vale... —susurró Kara yendo a por sus cosas para coger su móvil al ver que no estaba Olsen.

Tecleó un poco intentando concentrarse, pero el silencio de la sala, sabiendo que había una persona, la estaba matando. Miró nuevamente a su compañera que tenía el ceño ligeramente fruncido, concentrada en lo que estaba haciendo. Se quedó embobada unos minutos, pensando.

La rubia exhaló entre que se comía el orgullo, sabiendo que Lena podría a contestarle mal o pasar de ella cuando le hablas, pero Kara se rindió ante la idea de ignorarla toda la vida ya que, de alguna manera u otra, la profesora Luthor desprendía algo que siempre llamaba la atención estando alrededor de cualquiera y sabía que no aguantaría esto todas las semanas. Por no decir que la vería durante todo el curso.

Se acercó a ella, sentándose en la mesa, cruzándose de brazos y ganándose una mirada de la mujer de ojos verdes.

—Ya sé que no hemos empezado bien y no nos conocemos tanto, pero ¿qué tal, si a partir de ahora, cuando interactuemos, nos tuteamos? ¿Algo así como comenzar de nuevo? No es por nada... —se adelantó ante su ceja alzada, vacilante ante ella; Kara tampoco iba a ir de perra faldera y se lo iba a dejar claro—. Estoy harta de ser tan formal y ya han pasado algunas semanas y podríamos hablar, aunque sea... —intentó rascándose la barbilla, haciendo un mohín y Lena puso ojos en blanco, volviendo al libro.

Se nos da bien odiarnos | Supercorp (Kara G¡P)Where stories live. Discover now