Prólogo

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National High School es un instituto prestigioso de esta ciudad. Un enorme edificio central en donde transcurren las clases y se encuentra la residencia para los estudiantes de intercambio o becados. Cuenta también con un campo de deportes donde los jugadores de fútbol americano compiten sus campeonatos, un escenario gigante donde los alumnos desprenden sus talentos y más actividades extraescolares para reforzar sus conocimientos.

Además, también cuenta con el Holiday Club, en donde los estudiantes que no se van de vacaciones durante el verano, tienen la oportunidad de descansar junto con sus compañeros en las afueras de la ciudad durante dos semanas: una antes de empezar el curso y otra después de terminarla. Algo así como ir de campamento para entablar/reforzar la amistad, calmar las tensiones y los nervios y también como recompensa de haber hecho un excelente año.

La única pega que le ponen los alumnos son sus estrictas normas. Nada de correr por los pasillos o peleas, si no tenían consecuencias muy graves. Siempre hay que llegar diez minutos antes al instituto, ir directamente a clase después del timbre y, si no cumplías, te ponían una amonestación que, si sumabas veinte, te echaban del instituto para siempre.

Aun así, no todo es tan malo. De todo lo estricto también lo tienen de divertido y dinámico. Celebran cada festividad un día antes para librar un poco de presión por los exámenes. Cada oportunidad que tengan los alumnos se van de excursión. Y todo es más genial cuando cuentan con Kara Danvers, la profesora de literatura y la mujer más maravillosa, adorada por sus alumnos.

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Acaban de terminar las vacaciones del Holiday Club, con lo cual empezaba un nuevo curso por delante. La rubia lo disfrutó como una niña pequeña con sus estudiantes en el campamento, despidiéndose con poca gana, pero feliz, de los de su año que iban a la universidad y le alegraba que este año pudiese seguir enseñando su materia a sus alumnos que pasaban de tercero a cuarto y estaba nerviosa de conocer a los nuevos que iba a pasar en tercero.

Kara se dirigía con prisas hacia el salón de actos, saludando y esquivando a los alumnos que también se dirigían hacia allí para recibir la bienvenida. No podía creerse que en el primer día fuese a llegar tarde, pero hay una gran excusa para eso: su coche no quiso funcionar hoy. Aunque también era normal; tenía una tartana desde que cumplió los dieciocho y era un milagro que el motor todavía no se haya muerto.

Entró por la puerta del salón de actos y esquivó a toda la multitud con una sonrisa entre dientes mientras se dirigía a primera fila. Suspiró de alivio al ver que había llegado a tiempo cuando el escenario estaba completamente vacío y Winn, el profesor de informática y gran amigo de la infancia agitó la mano para que se sentase a su lado.

—Por fin llegas, rubia de bote. Estamos a puntito de comenzar —se burló con una sonrisa el hombre—. ¿El campamento ha hecho que te hayas pegado a las sábanas?

—Ojalá fuese así. Mi apreciado coche se está muriendo, Winn —hizo un puchero adorable sacando una sonrisa a Schott.

—Si a eso lo llamas coche, entonces yo tengo un Ferrari —vaciló riéndose entre dientes ganándose un golpecito de su amiga.

—Sabes el cariño que le tengo a ese trozo de chatarra —le recordó haciendo que el chico asintiese.

—Sí, es el coche que tus padrastros te compraron cuando comenzaste la universidad, pero llegará a un momento en que tendrás que jubilarlo y comprarte uno nuevo.

—Ya lo sé —siseó con desgana mientras se acomodaba en su asiento.

Conversaron un poco sobre las vacaciones del Holiday Club al que Kara asistió. Le contó muchas anécdotas, cosas graciosas, problemas que hubo y le recordó en un par de ocasiones de que le echó en falta ya que él no se unió a ellos como lo hizo años anteriores, pero es que, una semana anterior, su amigo de la infancia se había enterado de que iba a ser padre y tenía que celebrarlo.

Se nos da bien odiarnos | Supercorp (Kara G¡P)Where stories live. Discover now