- Es obvio. Llevo muchísimo tiempo mirando por mí, insensible a lo que pasa a mi alrededor, ajena a todo, y sé que te voy a acabar haciendo daño sin darme cuenta.

- No. Eso que estás diciendo no es verdad.

- La gente no cambia tan rápido, Nat. Ni siquiera sé si cambia… Ahora todo es maravilloso, quizás por la adrenalina, pero es cuestión de tiempo que mi yo de siempre salga a la luz – explicó, verbalizando ese miedo que había despertado en su interior y que lo invadía todo en esos momentos.

- Albi…

- Natalia, yo no sé si puedo hacerlo. Seguir haciendo esto, lo que quiera que sea esto – se soltó de su agarre.

La morena estaba sin palabras ante lo que leía en los ojos de la fotógrafa. Ante su cambio de actitud radical respecto a la última vez que se vieron. Sentía impotencia, al no encontrar la manera de borrar esos pensamientos de su cabeza.

Alba siguió hablando, rompiendo el silencio que las rodeaba.

- Nat, tú te mereces lo mejor del mundo y yo no me merezco que tú me mires como si lo mejor del mundo fuera yo, porque no lo soy.

Natalia se mordió el labio y negó con la cabeza. Le colocó el pelo tras la oreja y la miró, hasta que notó cómo Alba leía lo que decían sus ojos.

- ¿No te das cuenta de que ya me estás cuidando? ¿De que eres tú sola la que me está protegiendo, sin que yo te lo pida? ¿Sin que haga realmente falta?

- Porque yo sé… - tragó saliva- sé lo que puede pasar.

- Con el tema del desnudo me cuidaste un montón, me dijiste que te importaba más que estuviera cómoda que el hecho de sacar la foto perfecta. Lo tenías… lo tienes clarísimo – ejemplificó, para que Alba pudiera reconectar con eso.

- Sí, pero… - se quedó ahí.

- ¿Pero? – alzó las cejas-. ¿Hay algo más?

- Anoche tuve una pesadilla. Cuando me dijiste lo de “un placer desnudarte"…

- ¡No te lo dije a malas! ¿Lo entendiste así? – se preocupó la modelo.

- No, no. Ya sé que no. Pero en mi sueño tú… - agachó la cabeza.

- ¿Yo qué? - la instó a seguir.

- Era como que tú te vengabas de mí, de cómo te traté. Para… para que probara de mi propia medicina, para que me sintiera como te sentiste tú… Y vaya si lo sentí – suspiró.

- Nada de eso pasó, no es real. Nunca te haría eso, Albi – le recordó, con un apretón de mano.

Siénteme, soy yo, le quiso decir con ese gesto.

- No es cuestión de eso. La Natalia de mi pesadilla no eras tú, sino yo. Mis miedos, mis inseguridades, mi culpa, ¿me entiendes?

Natalia asintió y se hizo el silencio. La rubia callada ante el cúmulo de emociones que era abrirse en canal y la morena concentrada en buscar algo que pudiese ayudar.

- Dime, Albi, si tú eres consciente de que quieres hacerlo bien y vas a poner todo de tu parte para que así sea… ¿Dónde está el riesgo? No lo hay.

- ¿Y si no lo consigo? – murmuró Alba.

- Es que ya lo estás consiguiendo, bonita.

Bonita.

No fue la palabra, sino cómo la dijo. Sonaba a apodo cariñoso, a algo entre las dos. Alba sintió un calorcito en el corazón difícil de explicar, en medio de todo el caos.

desnudArte | AlbaliaOpowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz