Capítulo 1: Febrero

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-Claro, ya sabes que yo busco objetos de cocina por que me dan inspiración divina que llamamos los estudiantes. -Digo con sarcasmo mientras agarraba la taza llena de mi cola cao caliente para poder calentar las manos. 

-Pues ya puedes ir rezando a la sartén porque cómo suspendas alguna vas a conocer a tu marido por internet. -Remató la chisposa de mi madre mientras reía.

-Oh, sí será un sueño hecho realidad. Saldré hasta en la tele "Amaya, la chica que se casó vía Edarling" -Respondí poniendo voz de periodista del corazón. -Además esas páginas me dan mal royo, no sabes quien esta al otro lado.

-Anda "al otro lado" termina rápido que ya vamos tarde. -Me dice maternal revolvíendome el pelo. Ese gesto hace que proteste, era demasiado infantil. -Y lávate la cara, que pareces un oso panda.

Al oír aquellas palabras, terminé el cola cao de un sorbo sintiéndome mucho mejor, sobretodo, mucho más despierta y tras terminar la tostada, subí a toda prisa a mi cuarto. El baño estaba ocupado, seguramente por mi hermano, bueno, seguramente no, seguro. Ya que papá se iba de casa a las 6:30 y hasta las 16:00 no volvía y mamá, estaba abajo. Decidí molestar, así que golpeé la puerta varias veces y corrí hasta mi habitación con el corazón en la garganta por si me pillaba. Era cómo la sensació que se tiene cuando llegas a lo más alto de una montaña rusa, que subes, subes, subes, subes y sabes que en algún momento bajarás. Pero, por suerte, mi momento de bajada no llegó porque al abrir la puerta y ver que no había nadie, volvió a meterse dentro. 

Caminé hasta mi ventana y veo ocho mensajes nuevos de Whatsapp, todos de Iria, salvo uno de Irene. Los leí desde la pantalla inicial: Buenos días, buenos días, ¿cómo llevas el trabajo?, iconos de soles, iconos de besitos y una captura de pantalla seguramente realizada a una conversación con aquel chico del que Iria no paraba de hablar. Volví a bloquear la pantalla y cerré la ventana observando cómo el cielo seguía hundido en la oscuridad tan sólo iluminado por una línea infinita de farolas. Retiré el pelo de mi cara y alcancé las toallitas desmaquillantes que se encontraban en mi neceser, justo en la estantería encima de mi mesa de estudio (que ocupaba gran parte de la habitación) y tras varios minutos frotando aquel endiablado mejunje, terminé con la cara "limpia". El siguiente paso fue abrir el armario y observar, llegaba el momento más difícil de la mañana, escoger la ropa. Aquel pensamiento hizo que rierá para mí misma ya que, ese día, no me resultó difícil elegir el conjunto. Al ser viernes, no tenía educación fisíca y además, después de las clases había quedado en ir de compras con Irene por lo que, tenía que ir medianamente mona ya que no podía volver a casa salvo para dejar la mochila. Una falda color vino y una camiseta de manga larga blanca fueron la opción acertada. Al fin y al cabo, los lunes era el día de las faldas e iría a un centro comercial, por lo que no me helaría las piernas, y lo que no son las piernas... 

El pijama cayó encima de la cama hecho una bola y abrí el pequeño cajón de la mesilla situada a la izquierda de la cama, pegada a la pared, cogiendo un sujetador blanco de encaje para que no se transparentara por la camiseta. Lo abroché a duras penas cómo todas las mañanas, era algo de lo que no me siento realmente orgullosa, ¿Que chica de 17 años no se abrocha a la segunda vez el sujetador? al parecer, yo. Tras varios intentos fallidos, el maldito broche encajó a la perfección. Dirijí una mirada rápida al despertador: las 7. ¡Dios! Tendría que darme prisa para coger el autobús de las 7:15, o sino llegaría tarde a clase ya que el siguiente, llega veinte minutos después. Termino de ponerme las medias y a continuación alcanzo de debajo de la cama unos botines negros con un tacón no demasiado alto para los que acostumbraba a llevar fuera del instituto. Uno el broche para que no puedan salirse y camino hacia el baño, ahora vacío, haciendo resonar por el parquet aquellos zapatos. No tardo en oír la voz de mi hermano:

-¡AMAYA! ¡Algunos seguimos en la cama! -Grita con la voz algo ronca. Esta claro que ha llegado a las tantas. Al parecer, el cumpleaños de Óscar se había alargado demasiado. 

(Des)Aparecer - Dani AurynWhere stories live. Discover now