Capítulo Diecisiete.

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- Cierra los ojos -Me pidió.

- No te aproveches de mí -Sonreí.

- No me des ideas cariño...

- Uy señor Vélez, eso sonó muy pervertido he..

- Tu empiezas -Rió.

- ¿Estaré toda la noche con los ojos cerrado? -Pregunté pero no obtuve respuesta -Chris.. 

Sentí su respiración en mi cuello, seguido de eso comenzó a dejar un camino de besos, los cuales hacían que una corriente eléctrica pasara por todo mi cuerpo.

Sonreí, y disfruté de cada beso que él iba dejando, me dió un beso acompañado de un pequeño mordisco, lo cual me hizo gemir bajo.

- Vaya, creo que eso dejará marca -Dije de repente.

- Pues mejor para mí.

- ¿Acaso intentas marcarme? -Esto es increíble.

- No... bueno si.

- Qué tóxico señor.

- No soy tóxico -Se quejó.

- Claro, como no.

- Bien -Dijo alejándose de mi, lo cual por alguna extraña razón me molestó.

- ¡Hey! -Me quejé.

- No seas impaciente cariño, con calma -Me dió un corto beso en los labios y volvió a separarse de mi.

Sentí como la cama se hundía frente a mi, lo que me hacía saber que se había sentado en ella, escuché cómo abrió una bolsa, supongo que es la que me había dado anteriormente, claro.

- Ahora abre los ojos -Me pidió.

Cuando abrí mis ojos tenía a Christopher sentado frente a mi con una caja en su mano.

- ¿Tan pronto me pedirás matrimonio? -Bromeé

-  Así que.. ¿Quieres ser la esposa de Christopher Vélez? -Preguntó siguiendo el juego.

- Es mi mayor anhelo -Dije suspirando y el río.

- Bien, basta de bromas... y abre tu regalo hermosa -Sonrió.

Le devolví la sonrisa y me apresuré a abrir la pequeña caja que tenía en mis manos.

Al abrirla pude notar que en su interior había una pulsera de plata, tenía unos pequeños dijes, el cual era una C acompañado de un corazón.

- Tú tendrás esa, y yo tendré esta -Dijo mostrándome su brazo y tenía la misma pulsera de plata pero con los dijes de la letra N junto al corazón.

- Está hermosa, gracias -Dije abrazandolo y sonriendo.

- Tu estás hermosa -Me miró directo a los ojos.

Su mirada me hizo estremecer, miré sus labios, y lo volví a mirar a los ojos, me escaneó de pies a cabeza, se inclinó hacia mí y en cuestión de segundos su boca se encontraba sobre la mía, sus manos tocandome el rostro y ladeando la cabeza para que el beso sea más apasionado, llevé mis manos a su cabeza, y comencé a jugar con su pelo.

Sus manos bajaron a mi cuello siguiendo por el costado hasta llegar a mi cintura, mientras me besaba con pasión y fuerza.

En un movimiento ágil me tomó  y me dejó sobre él, crucé mis piernas por su cintura y se levantó, me llevó al escritorio y me sentó en este, abrí mis piernas lo suficiente para que se aloje entre ellas, esto hace que pueda sentirlo contra mí, el indicio de su dureza a través de su pantalón.

Tenías que ser tú (Christopher Vélez) TERMINADA.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora