Jeon cierra los ojos, extasiado con el aroma que desprendía la piel color oliva. Aferra aún más el abrazo en su torso cuando una mano comienza a escarbar en sus cabellos, dejando dulces caricias melosas y relajantes para él.

¿Cómo era que ambos parecían conocerse demasiado bien?

Ese tipo de pensamientos siempre abundan entre ellos, pero han dejado de buscar el punto de partida de algo que inició mucho antes de que pudieran ser capaces de verlo. No buscan respuestas, porque mientras sus corazones continúen latiendo igual de acelerados que la primera vez, no habrá nada que temer.

Quizás no sean adultos, quizás continúen siendo los mismos adolescentes problemáticos que arreglaron sus desacuerdos con besos en la camilla de una enfermería. ¿Pero a quién le importaba eso mientras ambos pares de ojos brillaban al verse, demasiado emocionados al estar haciendo las cosas bien?

El menor sonríe tímido, elevando la mirada hasta dar con la del otro muchacho; no se sorprende al darse cuenta que todo este tiempo Taehyung lo estuvo mirando a él. Sus miradas vuelven a conectar, obligándolos a buscar contacto a como de lugar.

Jungkook se impulsa con algo más de fuerza, reprimiendo un quejido cuando volvió a encontrarse sobre el regazo del mayor. El pelinegro cierra los ojos al sentir el dulzor típico de los labios rosados y se atreve a dejar caricias —con algo menos de fuerza— en las caderas estrechas.

El cuerpo de Kim se endereza en medio del beso, apoyándose contra el cabecero y rodeando la cintura marcada de su novio con gran posesión. Jeon, creyendo volver a sentir un rayo de electricidad recorrerle por tercera vez, decide rompe el contacto tratando de esconder su timidez.

La mirada avellana se expande cuando el contrario se abalanza contra él, escondiendo el rostro en su cuello mientras se aferra con demasiada fuerza esta vez. Y, algo extrañado, se encuentra a punto de preguntar si todo estaba bien, pero un acalorado roce en sus partes bajas lo vuelve todo más fácil de entender.

— ¿Quieres que te ayude? — la voz del mayor sale ronca, con algo de diversión. Jungkook suspira al sentir unas grandes manos comenzar a masajear la zona más sensible de su cuerpo, haciéndole estremecer. — ¿Por qué no me miras a la cara? Sabes que no es algo por lo que deberías sentirte avergonzado.

— Basta. — el pelirrojo muerde su labio inferior, comenzando a mecerse en sintonía a los movimientos ajenos.

— Me siento bastante halagado, mi amor.

Bastan esas últimas palabras para que el cosquilleo en su vientre finalmente estalle, arrancándole un gemido casi inaudible mientras abraza el cuerpo del mayor. Intenta recuperar su respiración, quizás también buscar su dignidad. ¿Cómo es posible mirarlo a la cara luego de eso?

— ¿Cuarto round? — Taehyung, sin embargo, parece haberlo tomado mejor de lo que esperó.

Las mejillas del otro muchacho se encienden, pero una risita llegó a sus labios tan pronto el contrario habló. ¿Cómo es que logra ese efecto en él? Hacerle avergonzar, pero al mismo tiempo darle la suficiente seguridad para volverlo a ver.

Jeon se separa en ese instante, posando las manos sobre los hombros fornidos mientras admira el rostro que tiene frente a él. Debió hacer algo bueno en otra vida para que, en esta, sus sentimientos pudieran vencer.

— Lo siento. — murmura.

— ¿Por qué? — Taehyung ríe ladino, arrugando la nariz. — ¿Por excitarte con tan solo ver mi rostro y que terminaras al escuchar mi voz?

— Idiota. — gruñe.

— Tú sabes, no puedo culparte cuando has llegado a tu límite más de una—

Amor u odioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora