IV- Intermisión - Guardiana Oscura, Guardiana Soñadora

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Al solo saber magia y poco más, su estadía en el Reino comenzó siendo no muy placentera, el Guardián, supuestamente, le había dado los materiales necesarios para su triunfo pero, aun así, ella no lo entendía.

Con una casa en un pueblo lleno de gente y un trabajo como maestra de magia, sintió que su tiempo se perdía en tareas mundanas, lavar ropa, cocinar y tratar de hacer que sus conversaciones con los vecinos fueran menos superficiales eran un gran reto para alguien que una vez lo tuvo todo. Además, lidiar con sus alumnos era el mayor de los desafíos, se interesaban poco en su clase y les costaba entender lo que decía.

Completar su misión parecía ser un sueño cada vez más lejano.

Un día, cuando sintió que su perseverancia se desvanecía por completo, uno de sus estudiantes logró conjurar un hechizo a la perfección, consiguió hacer que una flor roja floreciera. Los demás niños, asombrados por el suceso, se habían acercado a ella, rogándoles que les enseñara a hacerlo también.

Una sensación de orgullo se apoderó de ella. Por primera vez, sentía que había hecho algo realmente bien. Una sonrisa cubrió su rostro, sin saberlo había establecido un lazo con sus alumnos y eso le hacía sentir muy satisfecha con su trabajo.

Su hazaña durante clase fue el empujón necesario para cumplir su misión, pronto, se sumergió tanto en su nuevo estilo de vida que el día que el Guardián la convocó, fue toda una sorpresa.

A sus dieciocho, dos años después de haber llegado al Reino del Fuego, por fin había cumplido con los requisitos del Guardián y, comprendiendo por fin el propósito de su misión, se dedicó a aprender de él.

Una vez más, su nuevo tutor se quedó sin trucos por enseñarle, sin embargo, al finalizar sus clases, le sugirió que se mudara a las Tierras Libres, donde sus habilidades serían de mayor utilidad y podría aprender de las personas que pasaran por allí.

Triste por tener que abandonar su nueva vida y amigos pero deseosa por continuar con su aprendizaje, decidió marcharse sin despedirse, temiendo que su cariño hacia ellos le impidiera irse.

En las Tierras Libres retomó su identidad como hechicera excepcional y fue recibida con regalos y alabanzas, siendo tanta su devoción que llegaron a construirle una casa donde los seres de los Reinos podían visitarla en busca de ayuda.

Poco tiempo después de su llegada los lugareños se encariñaron con ella, atraídos por su magia, su exótica apariencia y la amabilidad con la que se ofrecía a resolver cada uno de sus problemas, algunos incluso proponiéndole matrimonio. Compartiendo su conocimiento y sirviendo como puente entre Reinos, la joven de diecinueve se convirtió en una aún mayor celebridad.

Poco a poco, rumores de que los Guardianes la entrenaban para ser una de ellos se esparcieron. Los demás protectores reían ante la posibilidad, pero la Guardiana de la Oscuridad no estaba feliz. Desde que consiguió fama en las Tierras Libres, Oscura había sido desplazada, catalogada como la más incompetente y lentamente olvidada por sus más fieles seguidores. Sin embargo, leal a su misión como Guardiana, desechó sus sentimientos negativos y continuó sirviendo a sus protegidos.

Oyendo los comentarios acerca de la Guardiana, la joven hechicera se propuso visitarla, decidida a aclarar los malentendidos y demostrar su devoción, al mismo tiempo, convencerla de que le enseñara algo sobre su elemento.

Su plan parecía ir a la perfección, hasta que, al mencionar la posibilidad de que le enseñara lo que sabía, la Guardiana la detuvo.

Su voz, una combinación entre ira reprimida y gran decepción, resonaba en su mente una y otra vez, tenebrosa, amenazante, ella había accedido pero ahora la joven se preguntaba si había tomado la decisión correcta.

Con tan solo chasquear sus dedos, la Guardiana la transportó a un lugar diferente, solo iluminado por esferas azules que flotaban a su alrededor y fugaces figuras que entraban y salían de ellas.

Cuando su nueva maestra se dispuso a tocar una, ella sintió un escalofrío recorrer su espalda. La esfera se expandió, envolviéndolas a ambas.

Una imagen se materializó ante ellas, eran una enorme cantidad de mujeres reunidas frente a un lago lanzando a sus bebés al fondo del mismo. La hechicera fue inundada por una terrible tristeza, lágrimas empezaron a caer casi de manera instantánea y sus piernas cedieron, sus manos no paraban de temblar. Por alguna razón, la escena le causaba una gran impresión.

"Hace mucho tiempo, cuando había más gente ingenua como tú," Dijo la Guardiana, obviamente molesta "interpretaban los truenos como un mensaje de mal augurio y mataban a todos los bebés que nacieran en tales condiciones climáticas."

La hechicera empezó a jadear, no podía respirar.

"Como podrás notar, o quizás no, estas sintiendo el dolor de las madres y de sus bebés, todo en uno" Continuó, sin verse afectada "Pensarás que soy todo un monstruo pero, igual que tú, la primera vez me sentí abrumada por tanto dolor, sin embargo, y créeme que es cierto, hay mucho peores"

La esfera estalló, o eso creyó escuchar, y volvieron a donde estaban antes.

"Cuando vives en un mundo como este, ni los más terribles insultos pueden lastimarte." Dijo sin mirarla, y ella supo que esta vez le dolía "Este no es el mundo para ti, ni son cosas que desee compartir. Vivir como debo hacerlo yo, viviendo parte del dolor que deben sufrir los demás, todo para aligerar su carga..." Su voz se quebró "Mi hermano en las Tierras del Sur experimenta cosas que no podría experimentar de otra forma, igual que yo, sin embargo, al dormir, lloramos por razones diferentes"

La joven hechicera estaba confundida pero intrigada, todas esas esferas repletas de conocimiento y dolor, aunque le lastimara el aprender, quería saberlo todo e, ignorando las advertencias de la Guardiana, tocó una de las esferas.

Oscura le siguió de una esfera a la otra, sin embargo, cuando quiso devolverla a su estado original, despertarla para que continuara con su vida, hacer que olvidara todo lo sucedido, cometió un error. Su cuerpo rechazó a la hechicera excepcional, que se había vuelto demasiado poderosa para un cuerpo terrenal como ese y, en su lugar, el alma de la Guardiana quedó atrapada allí.

Enfurecida por cometer un error tan estúpido y preocupada por lo que sucedería con los espíritus en el Norte, contactó a sus hermanos, quienes le sugirieron actuar como la hechicera hasta que lograran hallar una solución.

Aunque al principio se encontraba reacia a actuar como alguien más, pronto aprendió a amar su nueva posición, estando tan cerca de la gente y lejos del Reino de la Oscuridad, podía conectarse con sus seguidores, vivir a su lado como los otros Guardianes y, sumergida en su nuevo rol, olvidó su propósito y su misión.

Como temía, los espíritus estaban descontrolados, sin nadie que los guiara o aliviara su dolor, empezaron a atacar a las personas mientras dormían, desencadenando una larga lista de muertes.

Los demás Guardianes, preocupados por la situación, contactaron a su hermana y le contaron su plan: Debía salir del cuerpo de la jóven y cuando lo hiciera, hallarían algún lugar seguro en el que el alma de la hechicera pudiera renacer.

Oscura, habiéndose acostumbrado a vivir entre la gente común, a sentir lo que ellos, se negó a cumplir con el plan y, en su lugar, usando las influencias de la hechicera, creó descontento entre los Reinos, haciendo que dudaran de sus protectores.

Decepcionados por el nuevo comportamiento de su hermana, los Guardianes tomaron una difícil decisión, forzaron al alma de la Guardiana fuera del cuerpo de la joven, deseando que la estudiante estuviera intacta al salir expulsada al lado contrario.

Habiendo ejecutado su plan y mostrado a los habitantes de los Reinos la farsa de la Guardiana, ella fue condenada al olvido y encerrada en lo profundo de los polos, donde dormiría para siempre.

No sin antes llorar una última vez, lágrimas y estrellas.

Flor de FuegoWhere stories live. Discover now