19 Tu habitación

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Annie asintió sin hablar, con la cara rojiza y sus ojos todavía completos de lujuria al ver cómo Alucard la levantaba en brazos y cargaba con ella a lo largo del pasillo. Después, caminó hasta el final, donde había una puerta cerrada. Alucard dejó a Anne-Marie en el suelo y ésta le retiró la camisa blanca, lanzándola por los aires y sin que le importase dónde cayese. Él, por otro lado, tiró de una prenda de vestir de color azul del cuerpo de Annie, desvistiéndola. En el resto del camino hasta llegar al interior del dormitorio de Alucard, ambos se fueron quitando la ropa mutuamente hasta quedar desnudos.

Ya encima de la cama, Annie admiró el cuerpo de Alucard, incluso se mordió inconsciente el labio al ver lo que le agradaba aquella imagen: el largo pelo ondulado cayendo a ambos de la cara del Damphir, un pectoral fornido con una gran cicatriz que lo surcaba, esto sobrecogió un poco a Annie, sobre todo, ahora, que lo veía más de cerca y apreciaba toda la belleza de Alucard, unas finas cicatrices atravesaban las muñecas, los brazos, las piernas largas... ¿Por qué, qué le había ocurrido? No se atrevió a decir nada, tan solo se acercó lentamente y fue acariciándole por todos lados, empezando por la cara hasta bajar y llegar a una gran erección. Annie miró a los ojos a Alucard, para comprobar si todo lo que le estaba haciendo le parecía bien. él se la devolvió, esa mirada ámbar que tanto le gustaba a ella y que también la miraban y analizaban el cuerpo de Annie, indicando que sí, que aquello era de su agrado. Anne-Marie se acercó entonces con más deseo hacia él y lo tocó, le besó en varias partes del cuerpo, incluso le lamió también. En venganza, se esmeró bastante comenzando por el cuello, donde arrancó a Alucard un gemido placentero, luego continuó hacia abajo, asestándole pequeños bocados por el torso, aunque se contuvo un poco al ver de cerca la cicatriz del pecho. Siguió y siguió hasta llegar con su boca a la entrepierna de él.

Alucard siseó con los dientes, excitado y le indicó entrecortado a Anne-Marie que parase.

–¿Está... todo bien? –dijo ella mientras con el dorso de la mano se limpiaba la boca.

Alucard apenas podía hablar, le puso una mano en el hombro a Annie, indicándole que se detuviesen por un momento. ¿Qué ocurría? Anne-Marie le puso la suya encima y torció la cabeza hacia el lado donde la mano de Alucard, apoyando su mejilla contra el dorso de la mano de él, como si estuviese buscando respuesta y a la vez más afecto. Alucard movió sus manos hasta sujetarle el rostro con ambas y con la respiración aún nerviosa, la besó de nuevo, profundamente, en silencio.

Anne-Marie sintió desfallecer y excitarse otra vez.

–No he hecho esto en mucho tiempo... –dijo ella, indicando que le parecía bien el ritmo pausado que estaban llevando– pero... quiero hacerlo contigo. Llevo queriéndolo desde hace varias semanas.

Confesarlo en voz alta hacía que se sintiese más azorada, pero Alucard la tumbó despacio y la volvió a besar, sonriendo y también sonrojado.

–Yo también quiero hacerlo contigo –dijo él, ya encima de ella.

Iba a borrar todos esos malos recuerdos en aquella cama, los iba a borrar e iba a crear otros nuevos, con Anne-Marie allí, en ese dormitorio donde ya apenas dormía. Ella lo trataba siempre bien y en ese momento lo estaba haciendo sentir amado.

Iba a tomar el control de la situación, nada ni nadie lo pararían para apresarlo y amenazarlo. En ella sí podía confiar, en ella sí podía dejar caer sus muros de desconfianza y arroparse bajo la protección de aquellos finos brazos que tenía Annie, con su cuerpo pequeño, pues no era muy alta aunque Alucard vio que tenía un buen trasero y unos pechos bonitos. Sujetó ambos cachetes cuando se había puesto encima, levantando ligeramente a Annie y poniendo su cuerpo con el ángulo correcto. Luego, deslizó sus manos hasta aquellos pechos y los acarició al ritmo que empujaba lentamente.

Annie compuso un gesto de dolor al principio pero cuando Alucard ya estaba dentro de ella por completo, un fuerte gemido se le escapó de la boca.

–Puedes moverte... Sí... –dijo ella, indicando el ritmo del principio de las embestidas.

Alucard hizo lo propio, buscando su propio placer y a la vez comprobando que ella también disfrutaba, acariciando sus brazos para, finalmente, posar sus manos sobre las de ella. Al entrelazarlas se dio cuenta de la diferencia de tamaño que había entre ambos.

–Eres pequeña –le dijo con una sonrisa y moviéndose con más fuerza y ritmo.

Anne-Marie sintió dentro ella todo el placer que Alucard podía darle y apretó sus caderas contra él, buscando más y más gozo.

El cuerpo sudoroso de Alucard sobre ella, el movimiento rítmico marcado de los vaivenes de él entrando y saliendo de su interior le arrancaron un impulso primitivo que hizo que llevase su mano derecha hasta su sexo para tocarlo frenéticamente. Tenerlo tan cerca, poder mirarlo sin ningún obstáculo.

–Sí... más... –resolló Anne-Marie conforme se tocaba y Alucard la penetraba.

Él asintió con un gruñido y aumentó el ritmo, fijando sus ojos en ella.

–Oh... An... –balbuceó conforme la embestía y Anne-Marie seguía tocándose.

Alucard observó cómo Annie se daba placer a sí misma y puso su mano sobre la de Anne-Marie, aprendiéndose los movimientos que hacía.

Ella apreció que él quería tocarla también en ese mismo lugar y lentamente, fue retirando su mano para que Alucard pusiese la suya.

Anne enloqueció de placer al sentir todas aquellas sensaciones de un solo golpe. Él dentro de ella, él tocándola donde normalmente solo Annie podía en la soledad de su cuarto.

Todo eso era demasiado. Anne-Marie se desbordó en un éxtasis que sintió, lanzando un grito ahogado y agarrando a Alucard fuerte con ambas piernas, como si quisiese sentirlo en lo más profundo de ella. Alucard percibió una presión placentera que le oprimía de gozo y se unió unos instantes después a la misma sensación de Anne-Marie.

Lo estaba haciendo. Lo estaba consiguiendo. Los malos recuerdos en esa cama habían comenzado a desvanecerse. Algunos, incluso, se habían llenado con unos nuevos donde sí había placer, consentimiento, afecto y conexión.   


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Heridas (Alucard + OC, fanfic Castlevania) Lara Herrera.Waar verhalen tot leven komen. Ontdek het nu