──── ¡Tranquilo Argi, estoy trabajando en algo importante llegare muy tarde! duerme bien, te quiero mucho. ──── así concluyo la llamada, aun algo preocupado por su pareja decidió quedarse despierto hasta que regresara, tenía el presentimiento de que tal vez, solo tal vez no estuviese haciendo eso tan importante.
Se quedó esperando en el recibidor, miraba el reloj de pared, cada sonido le parecía tan estresante, tan jodido, llego al punto de no aguantar el clásico tik tok sonar insistentemente, rompió el reloj de pared, nervioso a mas no poder lo recogió juntando cada pequeña y a simple vista insignificante pieza.
Como loco busco en todos los gabinetes pegamento, el bicolor no era precisamente el ser con más paciencia del mundo, podía pasar horas gritándole por algún error y es que no podía comprender como es que él siendo tan torpe y descuidado había conseguido a alguien tan perfecto, no lo entendía, por ello se esforzaba en dar la talla de ser la pareja del ojidorado.
Una, dos, tres horas tratando de reparar completamente el endemoniado artefacto, había conseguido llenarse las manos de cortadas y sangre más que arreglar algo, sus nervios no le permitían ejecutar bien sus acciones pues estaba asustado, tanto que olvido cual era el motivo por el cual había salido de su cama para empezar.
El sonar de la puerta abriéndose lo sobresalto, y a juzgar por la mirada del menor no era el único sorprendido, trato de ocultar dicho objeto, pero no sirvió de nada, con su cuerpo tambaleante confeso de manera silenciosa su error, esperaba una reprimiendo, largas horas de insultos y empujones por ser tan descuidado, no se esperó que le tomaran de las manos para ver sus heridas. Callado fue llevado a su habitación, específicamente al baño de esta.
Sus manos fueron lavadas con tanto cuidado que parecía que su novio tuviese miedo de romperlo, le llenaba de tanta dicha ser tratado tan dulcemente, con tanto cariño que parecía un sueño tan cuidadosamente echo para él.
──── ¿Qué chucha crees que hacías? ────su ensoñación termino cuando en el dorso de sus manos fueron enterradas las uñas de su novio, no movió un musculo, mucho menos trato de hacer algún esfuerzo por apartarlo.
────Perdona, me preocupe mucho por vos, fui abajo para asegurarme de que llegaras bien y el reloj sonaba y-y yo mucho me enoje y lo rompí. ────la sangre salía de sus manos traspasando la carne con fuerza dejándolo con ardor, parecía enfadarlo más con cada palabra que salía de él.
────Ese reloj era un regalo de mi hermano. ────recalco, araño más que enojado el dorso, contuvo sus ganas de estampar la cabeza del otro con el muro más cercano, respiro para darse tranquilidad, forzó una sonrisa para de nueva cuenta limpiar las manos del argentino ────Tranquilo, solecito, solo era algo invaluable para mí, un regalo de mi único hermano, sé que tu no lo entiendes, tú tienes dos hermanos con los que no te costó la vida reconciliarte, no te preocupes, mi solecito, eres tan torpe e inútil a veces, pero ¿Sabes algo?
──── ¿Q-Qué? ────su respuesta salió entre cortada, flaqueada pues estaba dolido por las bruscas palabras, si le había costado mucho reconciliarse, no fue precisamente un ángel para sus hermanos, pero supieron perdonarlo.
────Que así, con todas las estupideces que haces, siendo un idiota, torpe y sin remedio, te quiero. ────siguió, saco de un botiquín vendas por precaución pues no era muy conveniente que alguien notara los rasguños en las manos del rubio, sería culpado o en su defecto sería visto de mala manera por no saber quién lastimo a su preciado novio.
Si Argentina no hubiese estado tan concentrado en las palabras de su novio, hubiese notado el olor a alcohol, hubiese notado la enorme mentira que fue restregada en su rostro, ¿O si lo noto? quien sabe.
Uno pensaba tener el total control en la relación y en los pensamientos del otro, ¿En verdad tenía el control que tanto creía poseer?
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