El tiempo pasaba rápido, el mes había pasado volando, sabía la fecha solo porque Argentina le decía sus horarios, lo tenía perfectamente organizado, bañarlo, vestirlo, darle de comer, platicar con él, dejar algunos juegos, cambiarle los vendajes de su cabeza, siempre teniéndolo muy cerca pero nunca pasaba de la habitación, se volvía loco con toda la situación.
Lo había decidido ya, si no hacía algo realmente acabaría tirándose por una maldita ventana solo para librarse del cenizo.
Esa mañana no fue diferente a las otras, Argentina entraba a su habitación con una bandeja de desayuno sostenida en una mano y en la otra una mesita plegable donde diariamente comía. Como todo ese mes hacían el juego del avioncito, miró fijamente el cuchillo de mantequilla pensando en usarlo, pero, vamos, con ese filo apenas podría hacerle un rasguño, las armas se suponen que compensan su falta de fuerza física, no era lo indicado.
Luego le seguía el baño, el momento mas incomodo de su día, pues se bañaban juntos, le incomodaba, le daban arcadas cuando le tocaba cualquier extremidad, aun si era delicado, paciente y le trataba bien, lo odiaba, por suerte acabaron rápido ese día, solo faltaba el cambio de vendas para que luego lo vistiese.
Ese era su plan, su ultimo y único recurso.
Tomo un pequeño bisturí que tenía en la camisa, el cenizo ni se inmuto ──── ¿Me apuñalaras, cielo? ────pregunto acuclillándose a escasos centímetros de él, acercando su mano zurda a la espalda baja atrayéndolo, como si lo incentivara a matarlo ──── ¿Tus pequeñas manos me desean matarme? ────siguió hablando, atrayendo más y más sus cuerpos, atrayendo el rojizo rostro, las esmeraldas que lo observaban parecían alabar su belleza al igual que las fracciones desencajadas.
Puso el bisturí muy cerca de ambos para luego ejercer presión en su propio cuello, Argentina se puso pálido, eso no lo tenía previsto, ¡ni siquiera entraba en sus posibilidades! pero claro, si lo daba a notar sería peor, puso una fachada tranquila para hablar con el mismo tono de voz ──── ¿Te mataras? mi amor, mi vida ¿Por qué sería interesante morir? ¿Te has aburrido de esta habitación? puedo pasarte a otra, puedo sacarte por una hora al patío si prometes dejar ese bisturí ¿No es un trato justo, mi amor? ────no, pensó, dejando caer el grillete de su cintura, aprovecho la nula distancia para enrollar la cadena en el cuello del argentino asiendo presión, lo ahorcaba sin miramientos o pensando en alguna repercusión.
El cuerpo de a poco perdía su fuerza, y con ella el agarre se iba lentamente, el cuerpo había caído al suelo, lo miro unos pocos segundos donde sus ideas vinieron a él, pero primero, lo primero. Poso dos dedos en el cuello asegurándose de no haberlo matado pues había excedido un poco su fuerza, respiro aliviado al comprobar el pulso.
Siempre fue rencoroso, pero había logrado olvidar algunos incidentes del pasado ¿Por qué no hacerlo ahora? pues se dio cuenta de la enorme mentira que le había dicho pues apenas se vio libre bajo al primer piso para largarse, dispuesto a irse, no supo bien porque camino hasta la computadora portátil, un año y medio, un maldito año y medio, había sido la jodida muñeca del otro por todo ese tiempo, reviso más, fotos, videos, todo contenido era de él, en su relación, antes, mucho antes de esta también.
Lo decidió, no se iría, se quedaría, en realidad era eso ¿no? ¿no eran las puerta y ventanas terriblemente cerradas lo que impidieron que se fuera? ¿no? no, él se quedaría, se negaba a irse sin darle un poco más de su amor al cenizo.
O simplemente también se le había ido la cordura, no importaba realmente, claro que no, claro que no, hiso eco en su mente.
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