Todo el equipo se reunió en torno a los monitores para ver el resultado, un buen rato después. Unos fotones marca Reche que iban a encantar a la revista.

La modelo abandonó el estudio con sus compañeras.

- Ha sido una sesión genial – apuntó Greta.

- La verdad es que sí, nos hemos compenetrado a la perfección, ¿verdad, Natalia? – comentó Lucía.

- Eh, sí, sí. Muy bien todo.

- Deberíamos darnos los teléfonos todas y… - propuso.

La morena miró el reloj, había quedado con Alba y no quería llegar tarde bajo ningún concepto.

- Perdonad chicas, yo me tengo que ir – se escabulló con una sonrisa de disculpas.

Natalia esperó a la fotógrafa en la puerta del aparcamiento del edificio. Había elegido no usar su moto y aceptar el coche que le ponía Vogue para recogerla de su casa, ya que Alba le había dicho que ella elegiría el sitio y sería la chófer.

El claxon de un coche rojo le hizo saber quién la esperaba dentro.

- Hola – murmuró Natalia, abriendo la puerta del copiloto y acomodándose en su asiento.

- Hola – le sonrió la conductora.

La morena no sabía si saludarla o no saludarla. Y, en caso de hacerlo, ¿un pico, un beso en la mejilla, un apretón de rodilla porque estaba conduciendo?

Alba se preguntaba exactamente lo mismo.

Un coche que también quería salir del edificio desechó cualquier idea, pues la rubia tuvo que arrancar rápido para quitarse de en medio.

- ¿A dónde vamos?

- Sorpresa – se hizo la interesante la fotógrafa.

- Dime que a comer sí, me muero de hambre – hizo la morena un pucherito.

- Vamos a comer a un sitio sorpresa.

- Mucho mejor así. ¿Puedo poner música?

- Solo si es de una playlist tuya.

- ¿Por qué?

- Porque me sirve para conocerte más.

Quiero saberlo todo de ella.

- Chica lista. A ver, qué tengo por aquí. ¿Te gusta Angèle?

- ¿Quién?

- ¿No sabes quién es? Ya no me gustas.

Alba casi pega un frenazo, pero trató de reaccionar con agilidad.

- ¿Quieres que de la vuelta y cancelamos el plan, si ya no te gusto?

- No, ahora quiero que conozcas a Angèle y te acuerdes de mí para siempre. ¿Hablas francés?

- No, ¿por?

- No sé, te pegaba. Escucha y flipa – le dio play al disco entero.

- Jo, me da pena llegar ya. Me gusta mucho – afirmó Alba un rato después, mientras buscaban sitio para aparcar.

- Misión cumplida – celebró.

Anduvieron un poquito antes de llegar a un local enano que, según el cartel, servía comida peruana vegana.

- Ahora vas a flipar tú – avisó Alba-. ¿Te gusta la comida peruana?

- Me encanta toda la comida.

- Pues la versión vegana de esto… No te vas a creer que no lleven ni carne, ni pescado, ni nada. Es más, premio si aciertas los ingredientes que los sustituyen – propuso Alba mientras esperaban los platos, que había pedido ella directamente.

desnudArte | AlbaliaOpowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz