- Ya, pero es que vuestra tensión sexual viene desde el minuto uno, necesita resolverse.

Natalia resopló, un poco harta.

- Vale, vale, que te entiendo… - reculó la tatuadora-. Vas con la calma, lo respeto.

- Gracias, tía – puso los ojos en blanco.

- Bueno, a lo importante. ¿Habéis vuelto a quedar o esto se va a limitar a una noche suelta en la que se os fue la pinza y ya? – se interesó.

- Estamos cuadrando agendas, las dos vamos a tope de curro, pero la semana que viene que tenemos una sesión juntas. Iremos a comer después. Se lo he propuesto yo y me ha dicho que sí.

- ¡Ole! ¡A ver si la semana que viene le quitas las telarañas a tu chumi! – pidió María al cielo, con los brazos en alto.

- ¡Zorra, mi chumi no tiene telarañas, que ya me ocupo yo de hacerle  revisiones a diario! Y te he dicho que ya veremos – se encogió de hombros.

- ¿Tanto pretendes esperar? Si se te hace agua el chichi, Wonka, a quién quieres engañar…

- Ay, no lo sé, Mari, tía. Es complicado. No me metas presión, si tiene que pasar pasará y punto.

- Entonces pasará.

Natalia rodó los ojos y bufó. Su amiga no tenía ningún remedio, eso estaba más que claro.



Alba, por su parte, también tuvo ocasión de comentar la jugada con Julia, pues las dos participaban en varias sesiones que se iban a llevar a cabo en San Francisco.

A la rubia casi se le hicieron cortas las horas de vuelo y los ratos de hotel explicándole a la andaluza los detalles del encuentro, cómo se había sentido y cómo lo digería ahora, días más tarde.

- Me gustó que pudiéramos hablar de cualquier cosa, sin estar todo el rato en tensión. Nos vino bien el cambio de aires, creo – apuntó, durante una de las charlas.

- Es que veros de sesión en sesión no es suficiente, ni viable. Ibais a acabar explotando, de tanto tensar la cuerda sin haberos conocido realmente.

- Es eso. Me sorprendió que fuera tan fácil y cómodo conversar tranquilamente con ella.

- A ver, Albita, yo he conversado tranquilamente con Natalia un millón de veces. La chica es majísima.

- Pero entre vosotras siempre ha habido buen rollo, tía, no es ningún mérito.

- Eso es verdad, por algo soy su fotógrafa favorita – chuleó, disfrutando de la cara que se le quedó a la rubia.

- Bueno, tampoco exageres, ¿eh? – rebajó sus humos Alba.

- Yo no exagero, lo dijo con todas las letras y delante de ti, si no recuerdo mal.

- Eso fue para picarme. Y ya hace tiempo.

- Nada de picarte, sigo siendo su favorita – aseguró.

- Sigi siindi si fiviriti. No sé yo…

- No te preocupes, rubia. No te piques, que a mí Natalia no me interesa. Tengo otros amores.

- No estoy preocupada. Y, aunque te interesara, sois solo amigas. Se nota – puntualizó.

- ¿Crees que no soy competencia, Reche? – se atusó el pelo exageradamente.

- Cero competencia.

- Muy confiada te veo yo a ti – alzó las cejas.

- En realidad no lo estoy tanto - confesó.

- ¿Pero no me acabas de decir que la noche fue bien?

- Sí, pero…

- ¿Pero qué? – insistió la castaña.

- Que existe la posibilidad de que a Natalia, cuando se le sacie la curiosidad, cuando realmente se agote el factor morbo de “fotógrafa especialita"… se canse de mí.

- ¿De dónde sacas eso? Si me has dicho que se interesó un montón por ti y por todo lo que le contabas.

- Porque le genero curiosidad, porque hay química entre nosotras. Pero, piénsalo, Juls, después de todo, ¿quién va a querer ir a más de verdad con alguien capaz de hacer las cosas que he hecho yo? – se mordió el labio.

- ¿No quedamos el otro día en que esa ya no eras tú? ¿Que estabas haciendo las cosas bien para no cometer los mismos errores?

- Sí… - murmuró.

- ¿Tú de verdad crees que lo que le pasa a esa chica contigo es curiosidad, morbo? ¿Crees que Natalia se expondría de esta manera por algo tan superficial?

- No. Tienes razón - suspiró.

- Claro que la tengo. No pienses tanto, rubita. Déjate llevar y disfruta – la animó.

Alba utilizó esos días lejos de casa para trabajar en lo que le había dicho su amiga. Su espíritu controlador, sumado a sus inseguridades y sus prejuicios, muchas veces le ponían difícil confiar en ella misma y dejarse ser.

Pero la fotógrafa sentía que no podía dejar escapar su conexión con la morena por sus miedos.

Por esa razón no dudó en mantener el contacto con la modelo a través de mensajes y estuvo totalmente de acuerdo en quedar para comer cuando volvieran a coincidir, en el próximo shooting.

Si Natalia estaba siendo capaz de atreverse, Alba lo haría también. Le plantaría cara a sus miedos y les miraría de frente, tratando de impedir que le hicieran renunciar a la magia que flotaba en el ambiente cada vez que la modelo le rondaba cerca.

desnudArte | AlbaliaWhere stories live. Discover now