Niños enamoradizos

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— Miralos Alex, son preciosos— Dijo esa rubia llenando de besos a esos pobres bebés — Vamos abrazalos, es la primera vez desde que nacieron que están despiertos por completo ¿Crees que son bonitos? Porqué yo creo que los bebés más guapos de Inglaterra —

La vio inclinarse para llenar de besos a esos bebés que no hacen más que abrir sus boquitas al ver como su mamá se los come a besos, pero Alexander es más listo, así que aprovechando que su suegra ya no está, se tomó el atrevimiento de ponerse detrás de esa doctora para hacerle saber lo mucho que la desea.

Y lo mucho que su doctor Alex la necesita.

— ¡Alexander ya! — Vanessa se alejó unos pasos con las manos en la cintura — Pareces un perro en celo —

Y otra vez lo llamó "perro" y para colmo "en celo" lo daño justo en su hombría porque a un rey jamás se le puede decir eso.

— ¿Y si les pintamos el cabello a las niñas? — Dijo fingiendo su perversion, tratando de cambiar de tema para sonar cómo un esposo más normal, se inclinó sobre el cochecito y miró los mechones pelirrojos de las niñas, esos que sobresalen de sus pequeños gorritos, después pasó la mirada por esos dos bebés, tan rubios como él oro más puro — Sus hermanos son rubios, es que el pequeño Alex y Maximilian son igual a sus demás hermanos, rubios como la casa de la monarquía, pero las bebés, bueno, se que es una locura, pero un poco de tinte rubio y ya parecerán ser mis hijas y no es que no lo sean, ya que tienen todo mi rostro, sino que nadie cree que él rey tenga hijas con cabello rojo —

Vanessa entrecerro los ojos y negó con la cabeza divertida mientras deja que Bella juegue con sus mechones de cabello.

— Cállate Alexander, es una pésima idea y no te digo nada porque acabas de ganar — La vio morderse el labio divertida — Las niñas son pequeñas, el color de su cabello puede cambiar, pero tampoco puedes negar que los pelirrojos existen en tu familia, porque los hay, y muchos —

Alexander se mordió el labio divertido y se acercó hasta las niñas para alejar ese gorro que oculta su cabello rojizo, cuando dejó esos suaves mechones al aire libre, notó los tonos cobrizos que antes no estaban, tan diferentes al tono rojizo con el que nacieron, también noto en los cuatro bebés su piel blanquecina qué sólo hace que se vean como pequeños ratones por sus pijamas rojas.

Escuchó el suspiro de Vanessa.

— Estaré con mi madre en la sala principal atendiendo a los invitados, pero también me voy porqué tengo que dar pecho —  Alexander la volvió a besar cuando se acercó para darle a Bella, dejo sus labios sobre su mejillas y respiró el elixir de su perfume, ese que inexplicablemente lo hace sentir como un loco por ella — ¿Puedes cuidar a las gemelas un momento? —

Alexander bajó la mirada hacía ese par de bebés que no dejan de dar vueltas a su alrededor.

— ¿Quieres que me quede sólo con ellas? — Negó con la cabeza e intentó tomar en brazos a esa bebé escondida en el cuello de su mamá — No, mejor déjame a Bella, ella es más normal  —

Vanessa negó con la cabeza y retrocedió unos pasos con el cochecito de bebés.

— No, Bella y los bebés se van conmigo — Dijo con burla en los ojos — Vamos, las gemelas son un amor de bebés, miralas son tan adorables...solo no las pierdas de vista porque a veces son suicidas

Alexander la siguió con la mirada hasta que se perdió dentro del palacio con los bebés, soltó un suspiró y pasó su mirada sobre las dos bebés más locas de la familia, lo dice porque las gemelas siguen corriendo a su alrededor amenazando con caerse, sobretodo porque corren muy rápido y aún son pequeñas y gorditas.

Un Príncipe Americano [ Saga MEDICOS Parte 2]Where stories live. Discover now