(Christopher) +18

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Son apenas las dos de la tarde cuando me dejo caer en el sofá dispuesta a tener un poco de tranquilidad, tener una hija de seis años puede llegar a ser agotador cuando se pone en su modo "mamá, vamos a jugar". Christopher, su padre, con quien ya no mantengo ningún tipo de contacto de no ser por nuestra hija; ha decidido rehacer su vida al lado de otra mujer. No me molesta en lo más mínimo, lo nuestro simplemente fue algo que no debía de ser. 

Me levanto a regañadientes cuando escucho el sonido del timbre, abro la puerta y me quedo confusa al darme cuenta de quién está tras la puerta. Christopher Vélez. 

—Christopher, quedamos en que mañana vendrías a por tu hija. — me apresuré en recordarle, él podía ser muchas cosas pero nunca un mal padre. 

—Eso ya lo sé. — dice entrando a mi casa con desfachatez—. ¿Puedo pasar? 

—Ya estás dentro.— resoplé—. Se supone que sólo vendrías cuando tuvieras que pasar tiempo con la niña. 

—He dicho que ya lo sé. — respondió. Empezó a caminar por el living y a dar un vistazo a su alrededor, su mirada se posó en la pared color crema en la que abundaban fotos—. Me has sacado de la foto familiar. 

—Técnicamente no eres familiar mío. 

Él no duda en lanzarme una mala mirada. 

—Soy el padre de tu hija. — enfatizó con voz severa, siguió mirando las fotos hasta que caminó en dirección al sofá. Una sonrisa se dibujó en sus labios antes de dejarse caer en él—. ¿Recuerdas cuando lo hicimos aquí? 

—No. — mentí, me crucé de brazos y lo observé, esperando a que tomara la iniciativa de marcharse. 

—¿Te ayudo a recordarlo? 

—Preferiría que te fueras. 

Escucho el sonido de su risa y veo como se levanta del sofá para acercarse a mi. 

—Dímelo mirándome a los ojos. — murmuró, sus dedos acariciaron mi mentón e hizo que nuestras miradas se conectaran—. Vamos, dime que quieres que me vaya y lo haré. 

Maldije una y otra vez en mi mente, deseando decirle eso y otras cosas más pero sus labios no me lo permitieron. El beso depositado en mis labios me tomó por sorpresa, los pensamientos de pronto se esfumaron para centrarme en el dulce y cálido tacto de sus labios sobre los míos. Realizaba toques que se transformaban en roces  exquisitos y adictivos. 

Me recriminé mentalmente por lo que estaba haciendo pero aún así me dejé llevar. 


—No, por favor... — eso sonó más como un gemido. Sus labios se desvían hasta mi mandíbula y hacen un camino hasta llegar a mi oreja, dejando castos besos. 

—¿Qué hago con esto, ángel? — preguntó tan cerca de mí oído que sentí mi piel erizarse, su mano tomó la mía y la puso en la parte izquierda de su pecho para que sintiera el desenfrenado latir de su corazón—. Podemos ir a tu habitación y terminar esto como se debe. 

La sugerencia hizo que mis piernas temblaran. 

—No... No deberías... — mi voz es baja, dejo escapar un suspiro y apoyo mi cabeza en su pecho. 

Por supuesto que quería esto al igual que él, pero no es correcto sabiendo que él tiene una nueva novia... 

Lo miro a los ojos tratando de transmitirle todo cuanto yo estoy sintiendo, sus ojos parecen chispear con diversas emociones en ellos pero finalmente parece entender. Mi cuerpo es llevado en sus brazos hasta la habitación, me depositó en el colchón y no dudó en empezar a besar todo cuanto se podía besar. 

Ahuyenté los pensamientos que recriminaban mi actuar y me dejé llevar por sus inefables caricias. 

Besó la cavidad de mi cuello y hombro mientras sus dedos desabotonaban mi blusa con desesperación para después arrancarla de mi cuerpo. Besó mis pecho y no dudó en seguir bajando hasta llegar al borde de mi pantalón. 

Sus manos empezaron a deslizar la tela de este por mis piernas hasta que logró sacarlo y dejarlo en el suelo, imitó la acción con mis bragas y finalmente separó mis piernas. 

Sus labios presionaron mi clítoris y yo cerré los ojos, Christopher era increíble con la boca así que lo que venía a continuación sería maravilloso en todos los sentidos. 

Cuando se cansó de juguetear en este decidió hundir su lengua en mi interior, mis piernas se entreabrieron en un acto innato, pidiendo más de sus movimientos circulares en mi interior. Atrapo mi labio inferior con mis dientes y mordisqueo lo suficiente para que brote sangre. 

Mis dedos se enredan en su cabello y tironeé de este sin piedad mientras que mi orgasmo me golpeaba con intensidad. 

Sabía que me estaba hablando pero no sentía su voz entrar por mis canales auditivos. 

No mucho en sentir sus labios sobre los míos, con sus brazos rodeó mi cintura mientras se posicionaba encima de mi cuerpo.



—Te deseo tanto... — gimió sobre mis labios mientras rozaba su cuerpo al mío. 

Mis manos no tardan en tomar su camiseta y alzarla, él me ayuda a quitar la prenda y acto seguido se deshace del resto de su ropa. 

Volvió a acomodarse entre mis piernas, tomando a cada una y situándolas tras su espalda. 

—¿Lista para ver las estrellas? 

—Lista. 

Y las estrellas bajaron hasta mi en el momento que embistió en mi interior. Me encontraba en pleno éxtasis siendo testigo de la inefable sensación de estar en medio de la galaxia junto a las estrellas que Christopher me prometió que vería. 

Mis manos acariciaron su dorso y los músculos que se formaban en este cada vez que entraba y salía de mi interior. 

Su cadera se movía tanto rápido como lenta, logrando cambiar las sensaciones sentidas en mi organismo en segundos. Christopher se dio cuenta por lo que decidió bajar la intensidad de sus embestidas, pero no la dureza con la que me penetraba. Mis gemidos eran más altos y placenteros mientras más lentos eran los movimientos dentro de mí. 

—¿Te gusta así, ángel? — cuestionó antes de besar mis labios con suavidad.

—Oh, por Dios... 

—Juntos. — dijo a la vez que sujetaba mi cintura y aumentaba la velocidad de  las embestidas. Nuestras caderas chocaban  con dureza y desenfreno y, junto a nuestros gemidos, reinaban la habitación envuelta en aquel calor sofocante que creaba la antalpía entre nuestros cuerpos y el ambiente. 

Ambos soltamos un sonoro gemido  que invadió la habitación. Estaba en el paraíso y lo único que podía  pensar con claridad era que, no quería que aquella sensación terminara por nada del mundo. 

—Voy a casarme. — anuncia como si nada. 

Me quedo helada. 

El momento ha acabado y mi mundo perfecto, mi historia perfecta ha llegado a su fin. 

One shots (CNCO)Where stories live. Discover now