- Bien es poco – se mordió el labio.

- ¿Y luego? Después del beso, ¿qué?

- Después del beso nos fuimos cada una por su lado.

- ¡¿Cómo?! – se sorprendió la tatuadora.

- No sé, creo que necesitábamos procesar, las dos. Yo por lo menos.

- ¿Procesar el qué?

- Pues todo lo que nos está pasando, Mari. Que nos hemos besado, que me ha dicho que estoy en sus manos, que me ha mirado como si fuera algo extraordinario.

- Pues con más razón…

- La situación es complicada, tía. Nos hemos besado porque nuestros cuerpos no podían más, pero hay muchas cosas pendientes de resolver entre las dos y también con nosotras mismas.

- Eso es verdad.

- En parte, prefiero que si van pasando cosas sea poco a poco, con tiempo para digerirlas y ver si esto que me pasa con Alba es un buen camino para mí o no - reflexionó.

- ¿Sabes qué, Nat?

- ¿Qué?

- Estoy muy orgullosa de ti.

- Pero no me digas esas cosas que me enamoro – se llevó la mano al pecho la morena, para después comérsela a besos.


Alba compartía su jornada de reflexión y asimilación consigo misma, mientras se encargaba de rediseñar y cambiar la decoración de su casa.

Buscaba transformación, una nueva etapa libre de ataduras, libre de prejuicios, libre de recuerdos de amores caducados que ya no venían al caso.

Y, constantemente, en cuanto tenía un rato libre, rememoraba el beso, pero también las palabras de Natalia.

Tanto su preocupación porque estuviera jugando con ella, como la oportunidad que le dio.

No quiero que te vayas.

No recordaba cuánto tiempo hacía que tan pocas palabras le habían generado tanto.

Se sintió flotar, ante esa puerta abierta. Y más flotó cuando la tuvo entre sus brazos y enredada en su lengua.

Aún podía sentir su corazón golpeando ferozmente dentro de su pecho en busca de más espacio para danzar.

Probablemente, había sido el beso que más le había removido de toda su vida. El beso que la había hecho sentir tan viva como frágil.

Alba necesitaba soltar todo lo que le pasaba y, muy oportunamente, Julia Medina se cruzó en su camino.

- Ayer os vi a Natalia y a ti salir del edificio juntitas. ¿Algo que decir al respecto?

- No íbamos juntitas – aclaró.

- Bueno, a la vez y con cara de circunstancias – rectificó-. ¿Algo que decir, Reche?

La rubia vio en la castaña alguien que la podía llegar a entender, y al mismo tiempo, darle una opinión neutral y externa de todo el entramado complejo que suponía su relación con Natalia.

Tras un suspiro, la invitó a café. Iba para largo.

Le contó el recorrido hasta ese momento sin edulcorar para nada su reprochable comportamiento, sin rebajar los gestos de preocupación que había tenido Natalia con ella, sin disimular ni un poco lo especial que era cada vez que las dos compartían aire.

- Y ayer explotó todo, con ese beso cruzamos una línea imaginaria a conciencia. Yo me ofrecí a frenar el momento y ella, esta vez, no quiso. Me abrió la puerta.

desnudArte | AlbaliaWhere stories live. Discover now