🎤Capitulo 9

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Maddie

— ¿Estás segura de esto? — pregunto Armin, mientras bajaba algunas maletas de la cajuela del auto — es decir, no tienes que hacerlo.

— Supongo, aún que presiento que será un infierno.

— ¿Si sabes que puedes hablarme cuando quieras?

— Lo sé.

— Y que si me necesitas o ese idiota te hace algo puedes llamarme, no importa que sea de madrugada, soy capaz de venir por ti.

— Voy a estar bien, en serio.

Di unos pasos hasta llegar a la puerta de la casa de Castiel y toque el timbre. Cuando abrió la puerta me hecho un vistazo y luego otro a Armin.

Sentía su desprecio con tan solo su mirada.

— ¿Puedo pasar? — pregunté en un murmullo.

— Supongo que no tengo opción — se hizo a un lado dejándome pasar.

— Gracias.

Armin me siguió con las maletas pero Castiel se le atravesó evitando que avanzará más.

— Tu ya puedes irte — advirtió Castiel.

— Me está ayudando a meter las maletas.

Castiel tomo las dos maletas y las metió dejándolas en el pasillo.

— Ya están adentro, ya puede irse.

Suspiré aguantando las ganas de gritarle cualquier insulto.

Me acerque a Armin para despedirme dándole un abrazo.

— Hazle la vida imposible a ese idiota — murmuró antes de darme un beso en la cabeza.

— Te lo prometo, lo haré — sonreí.

Y después de que se fuera Armin me quede parada, Castiel solo me observaba sin decir nada, era incómodo.

— ¿Dónde puedo dejar mis cosas?

Rodó los ojos, no me respondió pero tomo las maletas y camino hacia las escaleras.

— ¿Te vas a quedar ahí parada? — cuestionó antes de comenzar a subir las escaleras.

Lo seguí hasta llegar a una habitación la cuál estaba a un lado de lo que parecía ser su estudio, Castiel entro dejando las maletas a un lado de la cama y se giro hacia a mi.

— Está va a ser tu habitación, tiene su propio baño y todo lo necesario como para que no andes deambulando y fastidiando por toda la casa — se dio la vuelta y comenzó a caminar hacia la salida, antes de salir giro nuevamente- trata de no ser más molestia de lo que ya eres.

— Idiota — hablé entre dientes.

Cuando el salió y me quedé sola no pude evitar ponerme a llorar, ni siquiera estaba segura del motivo de mis lágrimas solo sabía que me estaba doliendo.

Todo ese día estuve encerrada en la habitación, ni siquiera había salido a comer y como era de esperarse a Castiel ni siquiera le había importado.

A la mañana siguiente desperté sintiéndome demasiado hambrienta. Tenía dos opciones, enfrentarme a salir a pesar de que Castiel estuviera por ahí o morir de hambre encerrada.

La primera opción era definitivamente la más inteligente.

Baje las escaleras intentando no hacer ruido y con la esperanza de que Castiel aún estuviera dormido o encerrado, una vez en la planta baja comencé a caminar a la cocina, sentí alivió al ver qué no estaba por ningún lado pero no duró mucho ya que al entrar en la cocina lo vi sentado en la barra, estaba viendo su celular mientras tomaba una taza de café.

Estuve a punto de darme la vuelta y volver a la habitación pero sentí mi estómago gruñir, todo mi valor desapareció en el momento que sentí la mirada de Castiel sobre mi.

— Ahí hay café por si quieres — señaló la cafetera y volvió a mirar su celular.

— Gracias.

Tome una taza y comencé a vertir el café en esta.

— Castiel — le llamé, el levantó la mirada — yo, bueno — titubeé, el arqueo una ceja- en dos días tengo consulta con el obstetra y bueno me preguntaba si, ¿Te gustaría acompañarme?.

— ¿Y yo para que querría acompañarte?

— No lo se, tal vez para ver al bebé.

— No tengo tiempo.

— No es tan tardado.

— No tengo tiempo — repito marcando cada sílaba.

— No es mucho tiempo, en serio — aseguré.

— No quiero ir, ¿No entiendes? — me miró, molesto — No quiero ir, no quiero acompañarte, no quiero ver al bebé.

Me quedé callada, baje la mirada tratando de no llorar, su respuesta de algún modo me había dolido y sentía como me comenzaban a picar los ojos.

Castiel resoplo y se levantó de la silla en la que estaba sentado, tomo su taza de café y se dirigió a la salida de la cocina.

— Siempre logras ponerme de mal humor — pronunció al pasar a mi lado.

— Siempre lo estás—  murmuré viéndolo desaparecer.

Me quedé sola en la cocina conteniendo las lágrimas, tenía ganas de llorar más no quería hacerlo, ya no más.

(•••)

— ¿Castiel? ¿Eres tú?

Comencé a preguntar mientras bajaba con cuidado las escaleras.

Eran cerca de las tres de la mañana y había comenzado a escuchar ruidos en la planta baja, como si estuviesen tirando cosas al suelo.

Encendí la luz, Castiel venía tambaleando, estaba chocando y tirando todo a su paso.

— ¿Qué haces aquí? — cuestionó acercándose a mi, sentí el olor a alcohol.

— ¿Estás borracho?

— Que inteligente — se burló, tambaleando.

Ignore su comentario y trate de sostenerlo para guiarlo hasta el sofá.

— No necesito tu ayuda — me señaló — sueltame.

— Si te suelto vas a seguir tirando cosas.

— ¡Que no! ¡Déjame solo! — grito, exasperado, alejándose de mi.

— ¿Qué te pasa? Solo estoy tratando de ayudarte.

— No quiero que me ayudes, eres insoportable.

— Y tu eres un idiota

— ¿Lo soy? — inquirio dando un paso hacia mi, me sobresalte al sentir que me atraía hacia el tomándome por la cintura.

Trague saliva antes de hablar.

— ¿Qué te pasa?

Su mirada estaba fija en mis labios y eso lo único que lograba era ponerme nerviosa.

Castiel soltó un suspiro.

— Se que te mueres por besarme — a ver, mentira no era— pero ni borracho volvería a estar contigo, no te soporto.

—Créeme, yo tampoco te soporto, imbécil — lo empuje alejándome de el.

Estúpido Rockero🎸 (COMPLETA)Where stories live. Discover now