Fue incluso peor.

Una oda a la pasión, una tentación difícil de ignorar.

Esa nota de color había sido una genial idea que iba a disfrutar muchísimo retratando pero que, en ese momento, le desordenaba demasiado las ideas.

Esa boca es como un imán.

Natalia imitó a la fotógrafa y se recreó también en sus labios. Demasiado apetecibles.

- ¿Empezamos? – preguntó Alba, acabando con la tensión que las rodeaba.

La rubia llegaba a esa sesión con ganas de explorar límites de verdad, de ir a buscar los instintos, de explotar la conexión que tenía con la modelo.

Con el paso de las semanas, se había acostumbrado a su nueva situación de soledad elegida e incluso la apreciaba.

A su evolución, tuvo que añadir muchos instantes dedicados a la imagen de la morena de metro ochenta que no salía de su cabeza y que en ese momento la esperaba para capturar la pasión.

Lo harían. Con instinto y sin frenos.

Dispuestas a desnudarse.

- ¿Qué tengo que hacer? – se situó Natalia bajo los focos.

- ¿No es obvio? Seducirme.

Natalia no pudo evitar soltar una carcajada.

- No sé de qué te ríes, lo digo en serio – indicó la fotógrafa.

- Eso ya lo hice una vez, si no me equivoco.

- Ya, pero no fue apasionadamente.

- ¿Ah, no?

- No exploramos todos los límites – justificó.

Esa frase sonó especialmente peligrosa en la voz rasgada y algo ronca de la rubia.

- Me dijiste que era suficiente – se cruzó de brazos Natalia, digamos que tenía ese momento bien grabado en su mente.

Como para olvidarme.

- Ahora te digo que puedes hacerlo incluso mejor, si las dos le metemos más… pasión. Si las dos nos entregamos a ella con honestidad – humedeció su labio inferior con la lengua antes de tomar un par de fotos de la modelo, aún de brazos cruzados.

Las dos. Interesante.

Tras un eterno silencio, la morena se acercó a la fotógrafa y le bajó la cámara, rozando sus dedos con los suyos al hacerlo.

Cuando Alba conectó con sus ojos se le erizó la piel. Ardían.

- ¿Te gusto, Alba Reche? – preguntó en un ronroneo.

- Si… Si me quitas la cámara no puedo… - protestó, tras un carraspeo.

La modelo chasqueó la lengua, disfrutando de su repentino nerviosismo.

- ¿Te gusto o no?

- ¿Tú qué crees? – alzó una ceja.

- Yo no creo nada. Venga, que yo sí que te contesté, no seas cobarde.

- Sí que me gustas – se encogió de hombros, tratando de mostrarse indiferente.

Natalia sonrió, complacida con la respuesta.

- ¿Cuánto?

- Ay, Natalia… - rodó los ojos.

- ¿Del uno al diez? – la modelo llevó la mano de la fotógrafa a su cadera y entrelazó sus dedos con los suyos, jugando con ellos en suaves caricias.

desnudArte | AlbaliaWhere stories live. Discover now