Prólogo

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Siempre he odiado los libros que comienzan in media res

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Siempre he odiado los libros que comienzan in media res. Que tienes que ir poco a poco averiguando qué significa cada parte, quién es el protagonista, por qué está ahí. Por eso mi historia no va a ser así, por eso esta historia va a empezar como podría empezar cualquier otra. Conmigo en mi habitación, junio, último día de clases. Nada nuevo, ¿no? Una chica normal, acostada en su cama. Pero, ¿cuándo empezó todo? A día de hoy, aún me lo pregunto. En qué momento comenzó el que iba a ser el verano que pusiera mi vida patas arriba. 

Riley y Danna me esperaban abajo, en el salón, y estaban molestas por mi tardanza. No se quejaban, puesto que yo siempre llegaba pronto y era yo quien tenía que esperarlas a ellas. Hoy sinceramente, para ser el último día de clases, no tenía ni pizca de ganas de levantarme. No hacía demasiada calor, pero es que en Oxford no hace calor. Nunca, de hecho. 

Hoy no tenía ganas de levantarme porque hoy sería el día en el que mi vida cambiaría por completo. Cualquier adolescente de dieciocho años querría que llegara la universidad, la independencia, salir de casa. Pero, en aquel primer día de verano de 2014, mi mente pasaba por varias cosas, menos por esos detalles. Para mí, mi vida era perfecta viviendo en casa de mis padres. Ahí los tenía a ellos, y, además, tenía a Niall. Niall es mi novio desde que empezó el instituto. Rubio, guapo y atento. Perfección. Está mal que yo lo diga pero Niall y yo, cuando nos conocimos, sentimos una conexión especial. Desde entonces, no nos hemos separado. Niall trabajaba en la empresa de su padre, y ni siquiera había ido a la universidad. Entre otras razones, por mí. 

—Ya está bien, ¿no? —los ojos castaños de Riley me miraron con aspecto enfadado cuando bajé las escaleras de mi casa. Realmente, a mis amigas no se les veía muy mal. Desayunaban cereales junto a mi hermana Ali. Ni siquiera Danna, que es mucho de quejarse, se quejaba esta vez. Mis amigas y yo nos conocíamos, al igual que a Niall, desde el instituto. Todo el mundo dirían que son familia, porque las dos tienen el pelo castaño oscuro y rizado, al igual que los ojos. Les diferenciaba el tono dorado de la piel de Riley y el más pálido de la de Danna. 

—¿No quieres comer nada, Carlotta? —mi madre se acercó por detrás y me dio un beso en la mejilla. 

—No mamá, gracias —mi madre notó cómo rodeé los ojos y se rió—. ¡Y no me llames así! Ya sabes que solo Carla. 

—Tienes que darte prisa, o llegaremos tarde a la graduación —me avisó mi madre. Miré a mis amigas, y me fijé en que no tenían ningún vestido puesto. 

—Ah, no te preocupes —dijo Danna terminando su cuenco de cereales—. Los tenemos ahí, ve vistiéndote. 

Subí de nuevo a mi habitación, y me metí en la ducha. De nuevo, todos los sentimientos que tenía antes de levantarme de la cama me volvieron a invadir. No quería irme a ninguna parte. Recordé las peleas que Niall y yo estuvimos teniendo durante los últimos meses por esto mismo y quise llorar. Él no quería que yo fuera a la universidad. Quería que me quedara en Oxford, casarnos y vivir juntos. Por una parte, en mí, eso era lo que yo deseaba. Sin embargo, la otra gran parte decía que no podía depender económicamente de nadie. Ni de mis padres, ni mucho menos de Niall. Por eso había tomado la decisión de ir a la universidad. 

Niall tampoco estaba de acuerdo en que quisiera ir a Cambridge. Entendía su enfado. Filología inglesa había tanto en Oxford, como en Cambridge, pero no te daba el mismo prestigio una universidad que otra. Cuando eché la beca para Cambridge, Niall estuvo sin hablarme dos semanas. Lo entendía. Él no se hacía a la idea de tenerme lejos. Pero yo deseaba con todo mi corazón ir a esa universidad y eso él sí que no lo entendía. 

Tras media hora, terminé de maquillarme. Me di los últimos toques de una sombra marrón que contrastaba con el color verde de mis ojos, y bronceé por última vez mi rostro. Mi pelo rizado y rubio ya se había secado, así que fui a colocarme un vestido que mi madre había elegido expresamente para mí. Era un precioso vestido negro, con una abertura en la espalda. Solo tenía un problema. Ese vestido no era para mí. Yo no era de usar vestidos y no me veía guapa con él puesto. Me veía muy rara. Sin embargo, a opinión de Ali y mi madre, estaba preciosa. 

—¡No seas tonta! Te queda genial, Carla —me dijo Ali. En ese momento, Riley apareció con un vestido negro corto con flecos y Danna con un mono largo azul marino. Estaban preciosas. 

En el camino al instituto intenté contactar con Niall, pero no me contestó. A ninguno de los WhatsApps que le dejé, ni a mis llamadas. Mis compañeros ya habían llegado al instituto, y estaban todos sentados en el salón de actos. 

A mitad de la ceremonia, me sudaban las manos. El director había dicho su discurso, y algunos alumnos también habían dicho algunas palabras. Llegaba el momento que llevaba esperando desde que eché la beca. 

—Ahora, sin más rodeos, daré a conocer los ganadores de la beca para la Universidad de Cambridge, que este año, son cinco —hubo un murmullo en toda la sala. Este año era el año con menos plazas de los últimos años. Danna, Riley y yo nos cogimos de las manos—. Andy Harrison, Riley Scott, Kyle Bennet, Danna Williams y Carlotta Tomlinson —mis amigas y yo comenzamos a gritar y a abrazarnos. No me creía que realmente estuviera pasando. Las tres iríamos en septiembre a Cambridge. Las tres, juntas. 

Mi alegría terminó cuando al subir al escenario a recoger el premio, vi a Niall con cara de muy pocos amigos. Ahí fue cuando la alegría se me fue y dio paso al miedo. Miedo que se hizo tristeza, cuando salí del salón de actos, y Niall me esperaba con cara de pocos amigos. 

—Pensé que ya no vendrías... 

—Solo vengo a decirte que no me alegro de hacer esto —Niall me cortó mientras yo hablaba—. Tú te vas, te di la oportunidad de quedarte y la has desaprovechado. Yo podría haberte ofrecido una vida llena de lujos, de viajes y que vivieras como una reina, pero vas a ir a la universidad, y eso significa que me has dejado. 

—Pero Niall, que yo vaya a la universidad no significa que no quiera estar contigo... —las lágrimas de mis ojos cayeron por mi rostro. 

—El que no quiero estar contigo soy yo. Se acabó Carla, y ha sido por tu culpa, por ser una egoísta.

Días más tarde, me recuperaba. La tristeza, en estos días, había dado paso a la rabia. Tras mucho pensarlo, en mi mente solo había rencor. Durante dos días enteros estuve pensando que realmente, Niall me dejó por mi culpa, por mi egoísmo. Sin embargo, tras esos días, mi mente cambió. Y me di cuenta de que más egoísta que Niall no había habido nadie. Él era el que me había impuesto límites, el que me quería cortar las alas. Yo no le había puesto límites nunca y que él me hubiera dejado por eso me enfadaba más que me dolía. 

Además, todos los sentimientos negativos se me fueron cuando mi primo Louis, que vivía en Londres, me llamó una tarde. Tras buen rato hablando de lo de Niall y de cómo estábamos, me dijo lo siguiente. 

—Como sabes, mis padres y mis hermanas este verano, sin más remedio, se tienen que ir a trabajar a Bruselas. Había pensado en que mis dos primas favoritas podrían venir a pasar el verano conmigo. 

—¿Hablas en serio? 

—Y tan en serio, Carla —dijo él riendo. Mi primo Louis era la persona más positiva y más preciosa que había tenido el placer de conocer nunca. A parte de ser guapísimo, siempre estaba riendo y dándome positividad—. Es más, tus amigas, Riley y Danna podrían venir también. Tanto tiempo hablándome de ellas y sin conocerlas... Resolvamos esto. 

Y cuando se lo dije a mis amigas, ellas estallaron de felicidad. Un verano en Londres. ¿Qué podría salir mal?

Sin embargo, en ese momento, yo no sabía todo lo que me esperaba. Yo no sabía que este iba a ser el verano que más me cambiaría por completo. Y sí, tal vez, aquí es el momento en el que empieza esta historia. Aquí mi vida se pondría del revés para siempre.






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