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   Cuando llegué anoche, subí directamente a la cama, sin desmaquillarme, y sin quitarme la ropa

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   Cuando llegué anoche, subí directamente a la cama, sin desmaquillarme, y sin quitarme la ropa. Riley y Alli dormían, y Danna subió al poco rato y se acostó conmigo. Ella no preguntó nada, simplemente me puso el pijama en la mano y las toallitas desmaquillantes a mi lado. Después, se fue a dormir. Y yo, tras quitarme el maquillaje y ponerme el pijama, me metí en la cama y no tardé en dormir, algo que agradezco. Sin embargo, esta mañana, me he despertado bastante tarde. Las chicas ya no estaban arriba, así que me puse en un momento unos pantalones de chándal y una camiseta y bajé. Allí estaban todos, hablando, y cuando entré, se callaron y me miraron. 

—No os preocupéis por mí. La culpa es mía por no haberos escuchado antes —me senté en una silla y Louis se levantó. Me abrazó—. Y sobre todo, te debo una gran disculpa a ti. 

—Por un momento, tuve esperanza en que gracias a ti William asentara la cabeza. Por esa razón, no te impedí nada, ni siquiera que quedaras con él. Pero, cuando pasó lo de esas chicas, yo supe que eras una más, y eres mi prima, no puedo dejar que ese perro te utilice. 

—Lo sé, y lo entiendo. Pero, ya es tarde —Louis me miró sin entender nada. Le miré a él y miré al resto—. Me gusta muchísimo William. 

—Pero Carla, eso es fácil de olvidar —Danna se acercó también a mí—. Con cuestión de no verle, de no hablarle, puedes hacer que se vaya de tu cabeza en cuestión de días. 

—Pero es que no sé si voy a poder —suspiré—. Ha calado en mí. Tengo sus ojos metidos en mi cabeza, el olor de su cuello es lo único que me hace estar bien. Y yo ahora, no lo estoy. Acabo de descubrir que estaba jugando conmigo. 

—Carla, superaste lo de Niall, esto va a ser pan comido —dijo Riley. Yo la miré y negué. 

—No. Esto es diferente. Nunca he sentido nada tan fuerte por nadie. Respiro y me duele respirar del cosquilleo que sube desde mi estómago hasta la boca. Y ni siquiera lo de Niall me ha dolido tantísimo como lo que William me ha hecho a mí. Y lo conozco de cuánto, ¿dos semanas, tres? Presiento que estoy jodida —subí a mi habitación de nuevo y me acosté. Revisé el teléfono, y tenía muchas llamadas perdidas de William y también varios mensajes. Decidí borrarlos antes de leerlos, y obviamente no lo llamé. Riley en ese momento entró en la habitación y subió la persiana. 

—A ver, que la hora de dormir se ha acabado ya —se sentó en mi cama. 

—¿Qué tal con Harry? —le pregunté. Ella frunció el ceño—. De verdad que no quiero hablar del tema. 

—Pues mira, precisamente ayer, por un WhatsApp, me dijo que había estado bien lo nuestro, osea, follar y liarnos y poco más, pero que él no buscaba nada serio —Riley rio—. Y yo he pensado: ya que todos los tíos del universo conocido buscan lío y ya, ¿por qué yo no? 

—Pues sí, tienes mucha razón —le dije—. Si ellos pueden, ¿por qué nosotras no? Que le jodan a los hombres ya, que bastante nos han hecho. 

—Oye, ¿y si le decimos a Louis que si salimos esta noche? Pero en plan... De fiesta —ella me puso ojitos. Y yo sonreí—. Además, así Louis te presenta a sus otros dos amigos, fuimos con ellos el otro día a ver el centro de Londres y la verdad que son muy guapos y muy simpáticos.

—Es una idea genial, Riley —le dije—. Seguro que Alli tiene carnets falsificados —Riley salió de la habitación y llamó a Alli para que subiera. 

—¡Sí! Sí que tengo. Esta noche salimos chicas —y nos abrazamos. Ahí, mi móvil empezó a vibrar, y otra vez en la pantalla estaba el nombre de William. Colgué. 

—No merece la pena ni un segundo de tu tiempo —me dijo mi hermana—. Es que vales tanto, que William no es capaz de verlo. Él no sabe ver esas cosas —abracé a Alli. Era mi hermana y la quería tantísimo. 

—Eh, Alli —dijo Riley—. Cuéntale a Carla lo de Blanca —Alli sonrió muchísimo. 

—Bueno, después de muchísimas semanas pensándolo, finalmente me he decidido. El uno de septiembre me voy diez días a España, voy a ver a Blanca —me puse las manos en la boca y no me pude alegrar más por mi hermana. 

—Es lo que te mereces, Alli. Ver a Blanca, después de todo. 

—Por cierto —dijo ella—. Louis y Danna están muy pegados. 

—Es verdad. No están cariñosos, pero se hablan y se tratan tan bien... —dijo Riley—. Esos tienen algo. 

—No lo creo, Riley —le contesté—. Ya sabes lo mucho que le cuesta a Danna confiar en los chicos. Muchísimo. 

—Pero que se gusten... —rio Alli—. Yo creo que sí. Son los dos tan... parecidos.

—No lo niego. Vamos a ver qué hacen —les dije. Salimos sigilosas de la habitación, y escuchamos música. La guitarra de Louis, para ser exactos, y después la voz de este y la de... ¿Danna? Estaban cantando, juntos. Bajamos un poco más, y desde las escaleras, alcazamos a verlos cantando Let her go. Pero no solo eso. Estaban cantando esa canción mirándose a los ojos. 

 

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Enséñame ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora