Capítulo 05 | Azul imponente|

23.8K 919 79
                                    

Katherina

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Katherina

Cuando aquella conversación sorpresiva por correo, termina. Una sonrisa en mis comisuras no se despega de él. Es como si aquello que se apagó con decepción, se alumbró un poco. Él demostró que le importo quizás para solo saber de mí. Pero, aquel sentimiento, de que su propósito principal es jugar conmigo, todavía no desaparece del todo.

Aunque, aquella zorra interior, no se pondría en contra si algo ocurriera entre nosotros. Zorra interior, estate quieta. O serás la culpable de que salga herida de esto. Peleo con mi interior, como ya de costumbre.

Aquellos pensamientos recurrentes de que conocerlo a él, ha sido imposible de creer, ya que, cuando sus pupilas impactan en mí, me quedo inmune a esos ojos convertidos en océanos.

Cuando llega el sábado en la tarde, luego de días de cansancio todavía me espera una larga noche de tragos con mi amiga. Recibo una llamada del mecánico indicándome que está en proceso de reparación y que tardará al menos, una semana para tenerlo de vuelta conmigo. Cosa que me proporciona una gran nostalgia. Creando un etiqueta en Twitter "#SalvenABebéNeon", mi madre al ver esa etiqueta, me ofrece un auto donado por mi padrastro, llevándome a negarme. Mi orgullo por alguna razón, me llevará a la perdición.

Estando en la casa, y visualizando el reloj que marca las horas faltantes para que María, pase a recogerme, decido ir hacia el armario donde se encuentran las prendas y los vestidos que mi madre ha donado a mi feminidad. Los observo con detenimiento, pensando en que ella estaría orgullosa de verme con ellos finalmente, luego de tanta insistencia de que debo de arreglarme más. Tomo en mis manos un vestido gris entallado, algo corto para mi gusto pero con un escote recado.

Al ponérmelo, mis pupilas se instalan en la figura que se refleja en el espejo cuerpo completo de mi habitación. Abro la boca, sorprendida de cómo un vestido puede cambiarte por en su totalidad... Si Alejandro me viera así. Pienso, colocando mis mejillas de un color rosáceo, al calentarse por los pensamientos del Dios griego. Reprimo los pensamientos pecaminosos, para esbozar una sonrisa apretada en mis labios.

Niego con la cabeza rápidamente, tratando de que ese hombre permanezca en mi mente mientras el alcohol buscará domarme en esta noche de estragos.

Reviso por última vez mi maquillaje y vestido, tratando de jalarlo un poco hacia abajo, pero es imposible como decía mi abuela "lo que es corto, es corto" muy sabia ella cuando hablaba. El sonido del claxon me sobresalta espabilándome a tomar el bolso de mano y salir con rapidez para encontrarme con el auto de mi amiga.

Al introducirme en el auto su semblante se queda sorprendido en mí. Sus ojos miel y su piel bronceada llaman más la atención de su cabello color caramelo.

─Madre mía Kathe, estás súper sexy ¿A quién le quieres dar un infarto?─ Pronuncia finalmente con gracia, haciendo una exagerada observación sobre mi aspecto.

© TÓCAME [Sentidos # 1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora