Capítulo 02 | Tentaciones peligrosas |

24.1K 765 90
                                    

"Si la batalla fueran sus luceros celestes, definitivamente, moriría extasiada"

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

"Si la batalla fueran sus luceros celestes, definitivamente, moriría extasiada"

**

   Es un simple hombre guapo, Katherina, uno muy, muy guapo. No es gran cosa, no es como si él se convirtiera en el hombre de tus sueños, eso déjaselo a las novelas. Digo en mi mente, irguiendo mi columna para parecer más alta e imponente, mi semblante se coloca en seriedad, una es espera ser permanente durante este tiempo con él.

Detallo su rostro rápidamente: su mandíbula marcada sin rastro de barba; su nariz respingada; sus labios finos y su tez blanca, dejando que su cabello negro azabache resalte en desmedida. Este hombre podría ser realmente, un Dios griego.

Giro mi rostro, encontrándome con que el chico se ha ido de mi lado. ¡No me dejes sola con este ser de otro mundo! Me he quedado inmutada, sin poder decir ni una palabra. Su presencia de algún modo me ha impactado. Suelto un suspiro, tratando de aliviar la presión que causa su mirada ante mí, abro la boca para saludar, pero, mis neuronas murieron.

─¡No fue mi culpa!─ Exclamo. En un hermoso y gutural vómito verbal. Justo, en el momento indicado, mi cerebro se da de alta.

Soy un peligro para la humanidad. Pienso, ya sintiendo cómo mis mejillas se colocan calientes.

─Señorita Capuleto, ¿A qué se refiere?─Inquiere colocando el ceño fruncido, para parecer más sensual ¿Acaso es posible?

Mis sentidos están alertas, pero dispersos. Es como si esa persona desconocida pudiera mirar dentro de mí.

─Disculpe, decía, que no fue mi culpa...lo del choque. Señor Salvatore, es un placer conocerlo─ respondo, luego de que me inspiré en cagarla. Fue lo mejor que pude decir. Bien, Katherina, bien.

─Disculpe, señorita Capuleto, ¿Quiere por favor sentarse?─Propone, muevo mi cabeza, asintiendo. Aprieto mi labio inferior, para retener alguna palabra tonta que quiera arruinarme la poca decencia.

Me dirijo hacia el otro lado de la mesa, con él indicándome con una mano. Al sentarme, su mirada se talla en mí, provocando que mi cuerpo se sienta desnudo ante su intimidante presencia. Mi cuerpo se acomoda en la silla, tratando de buscar comodidad o una forma de salir corriendo despavorida.

─Lo que tengo entendido es que usted fue quien provocó el choque, señorita─ añade finalmente, atrayéndome a sus palabras. Tardo un rato en analizar lo que dijo, porque, ha sido el peor error que él ha cometido.

La sangre me comienza a hervir, en un efecto inmediato. Aprieto mi mandíbula para no farfullar o lanzar improperios. Su acento, es diferente. Capto a los pocos segundos. Es como si estuviera perdiendo su acento Español, pero aun así, lo tiene presente. ¿Él será tan frío como dicen ser?

En mi interior se crea una especie de pelea, entre la atracción sexual que él me provee y las ganas de golpearle en la cabeza. Levanto la mandíbula, arrugando mi entrecejo. Utilizaré su misma carta.

© TÓCAME [Sentidos # 1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora