Capítulo 04 | Clemencia de sentidos |

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"Ella tiene la locura que se ha vuelto luz"

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"Ella tiene la locura que se ha vuelto luz"

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Alejandro

Luego de ir a ese lugar, y el café junto con Katherina, era demasiada la obviedad del asunto, de que no quería dejarla de ese modo. Mi piel pedía en clemencia junto a mis labios, domar los suyos... carnosos y apetitosos, contra los míos. Querer tenerlos, hasta perdernos en ese deseo tormentoso, que me invade desde el momento en que sus ojos verduscos tropezaron con los míos. ¡Joder! Qué ojos aquellos.

Pero soy demasiado imbécil y la dejé ir, es probable que ella va a termine pensando que soy gay.

Odio tener que abstenerme a besarla y tocarla como tanto reclama mi interior... tantas oportunidades perdidas.

Aprieto mis empuñaduras con molestia. Ella me está descontrolando. Nunca me había pasado, odiaría que una chica me hablara del modo en que ella lo hace. Pero, de algún modo, me excita su prepotencia e imponente carácter. Definitivamente, es mi karma.

Joder, cuando la estuve llamando a la oficina... ese momento era esencial, quería apretarla contra la puerta y tocar cada parte de su precioso cuerpo, besarla sin control y sin escrúpulos. Ella me hace pensar tan morbosamente y yo no quiero hacerle daño con mi estúpido pasado.

Creo que estoy perdido en esos bellos ojos verdes que al ser tocados por un rayito de luz, puedo diferenciar que se tornan grises con un toque mágico de amarillo oro, que me incitan a pecar de una manera que no tiene ni el más remoto perdón.

Su cabello rubio, junto a esa tez pálida y mejillas rosadas, son mi perdición.

Al llegar al amplio y desolado departamento, se siente tan solitario. Mi mente solo está en un solo enfoque, ella...Katherina, ese nombre tan hermoso como ella. No podría haberse llamado de otra forma, solo ella puede cargar dicho nombre y darle importancia. ¡La deseo!

Me estoy volviendo loco, solo la he visto pocas veces, casi ni la conozco. Y ella no merece estar con un patán como yo, no podría ofrecerle ese amor que tanto desata en su mirada. Sé que ella sueña con un cuento fantasioso, donde su príncipe, no lleve a cuesta un pasado tan patético como el mío.

Dirigiéndome hacia mi oficina, decido revisar los correos pendientes a responder.

Un correo del banco llama mi atención, es sobre el uso del cheque que le di a la señorita Katherina. Veo que el monto no fue tan alto, y que ese Neon en modo de guerra destructiva, no tuvo tanto qué salvar.

Decido a enviarle un correo a ella, me tiene intrigado su estado actual ¿Estará bien?... o le parecerá raro que le envié un correo. Ya que no sabe cómo conseguí su dirección.

Me importa unas mil Hostias, no me cuesta nada dar esa explicación. Le envió el correo, esperando con mis ojos plasmados en la pantalla luminosa de mi ordenador, mis piernas suben y bajan de manera nerviosa u atenta. Esperando su respuesta.

Al cabo de unos minutos la pantalla de mi celular se alumbra junto con un tono de mensaje entrante del Whatsapp, arrugo mi entrecejo con confusión. Tomo el celular con rapidez al ver el nombre de ella de remitente.

Una sonrisa aparece en mis labios, dándome a entender, que ella no es como las otras chicas. Definitivamente, es sortilegio.

Katherina Capuleto (Il mio angelo di luce):

¿Acosador, segunda profesión? No entiendo cómo consiguió mi correo, pero te lo paso. Solo que estamos en el siglo xx y me apetece escribirte por Whatsapp. Si le interesa, sí, estoy bien y llegué sana y salva a mi casa. ¿Y usted, Salvatore?

Mis labios son remojados por mi lengua, mientras la sonrisa permanece al leer su altanería. Soy su acosador personal, Katherina. Pienso dentro de mí.

Alejandro Salvatore:

Eso me alegra, señorita Katherina, yo llegué sano y salvo igual que usted, muchas gracias por preguntar. Tengo curiosidad de saber ¿Qué está haciendo a estas horas, señorita? Alejandro Salvatore, Gerente general, acosador personal.

Katherina Capuleto (Il mio angelo di luce):

¿Recuerda que la curiosidad mató al gato? Estoy revisando correos antes de ir a dormir, nada indecente, Salvatore ¿Qué me dice de usted?, ¿Sigue con curiosidad?

Alejandro Salvatore:

Pero murió sabiendo ¿No es así, Katherina?, al decir que, no hacía nada indecente, me puso a pensar en cosas indecentes. Solo, estoy pensando en usted, señorita Katherina. Solo espero que mis pensamientos indecentes no se mezclen con los de usted.

Katherina Capuleto (Il mio angelo di luce):

Espero y esté disfrutando de sus pensamientos, señor Alejandro. Y acabo de sufrir plagio por parte de Usted ¡Esa frase es mía! Me iré a dormir, señor acosador, espero y pueda descansar con la mente limpia de culpa.

PD: Lo mismo digo de usted.

Alejandro Salvatore:

Agregando a su curiosidad, mi mente está limpia. ¿Podré morir en paz? Que descanse y tenga un glorioso sueño. ¡Esa frase ya fue dicha! Estoy salvado de ser plagiador.

Katherina Capuleto (Il mio angelo di luce):

No me hago cargo de plagio, solo sé, que no sé nada.

Buenas noches, Salvatore.

Alejandro Salvatore:

Buenas noches, Katherina.

Después de culminar la conversación, mis pensamientos y sueños le pertenecieron solamente y únicamente a Katherina Capuleto. 

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© TÓCAME [Sentidos # 1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora