–Sí, Horacio. Él suele ser así.

    –Pues le agradezco mucho por ayudarme. –Harrison era el menor de nuestro cuerpo, siempre parecía ser positivo por todo y con una alegría grande. Me daba miedo como el tiempo cambiaría la percepción que tenía de este trabajo–. Bueno, debo irme a esperar que salga el atracador. Por cierto, él también llevaba cresta, es algo loco ¿no cree? Bueno, con permiso comisario.

    Sonreí. Me acababa de dar cuenta de mi gran confusión y como había salido completamente enloquecido porque había escuchado "chico de cresta" y mi mente de alguna manera, había pensado que Horacio era el único "chico de cresta" que existía en el mundo entero. Y en cierta forma, era cierto, porque para mí el único "chico de cresta" que me importaba del mundo entero era Horacio. Subí a mi patrulla de manera calmada y me dirigí de nuevo a la estación.

    ~Horacio POV~

    –Bueno, le doy segundo y medio por el 15% –empezó a negociar Gustabo con el atracador–. Venga, que eres buena persona, seamos civilizados.

    –Por el 10% segundo y medio. Venga tú, el otro que ambos tenemos cresta y re sufrimos boludo.

    –Que yo sé que la situación está difícil amigo, –seguía Gustabo–, pero no nos la pongas complicada, que si no tendremos que empezar la cuenta regresiva.

    –Está bien boludo, pero que sepas que dejás a mi hija sin comer.

    –Venga ya, que encontrarás alguna manera de resolverlo.

    Mientras ambos negociaban yo solo podía recordar cómo eran las cosas con Gustabo, antes de la mafia, antes de "Fred y Dan" y antes de... el regreso de Pogo. Estas negociaciones me recordaban a los tiempos de "Fred y Dan", de los éxitos, de cómo teníamos que cuidar nuestras identidades con máscaras, capuchas y cosas por el estilo. Ahora podíamos ir con libertad sin cubrir nuestro rostro, pero me había acostumbrado tanto a llevarla que ahora mismo llevaba la capucha negra con un esqueleto dibujado. El badulaque en el que estábamos ahora mismo era el mismo en el que Volkov me había abrazado, nuestro primer código 3. Que tiempos. Siento que Gustabo seguía igual que antes de lo de Pogo, pero algo en mí había cambiado para siempre. Solo quería ser Horacio y de alguna manera ahora lo era, pero ¿realmente era esto lo quería?

    –¡Horacio! –Gustabo me sacó de mis pensamientos con ese regaño–. Joder tío, ¿te vas a subir al maldito coche o te vas a quedar viendo la persecución? Que estás en otro mundo hoy.

    –Ya voy tío.

    –¿Qué te sucede hoy? –Gustabo lucía preocupado, pero tampoco demasiado, él era un psicópata después de todo, no podía preocuparse por alguien–. ¿Qué, recuerdos de Vietnam?

    –Más como recuerdos de Volkov. –No sabía de dónde había sacado el valor para decir eso.

    Gustabo me miró con un claro signo de pregunta marcado en la frente. Era claro que no sabía qué contestarme a tal declaración. Abría la boca como si quisiera hablar pero no salían palabras de su boca.

    –Pero... –empezó a decir sin saber cómo continuar–. O sea, ¿te sigue gustando Volkov?

    –Se fue hacia la derecha –dijo el alumno que había venido al atraco por radio–, pero lo estoy perdiendo. ¡Arg!

    –¿Alumno? –pregunté por la radio–. ¿Se encuentra bien?

    Gustabo vio el GPS y fue hacia donde se encontraba el alumno. Al llegar al lugar notamos que el alumno y el atracador se habían caído de la moto y dos mujeres estaban ayudando al atracador, probablemente eran cómplices. Me bajé del patrulla con rapidez.

Recuerdos De Un Infinito || Volkacio AU || +18 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora