Flashback: Primera Parte

52 9 0
                                    

    ~Volkov POV~

    Abrí los ojos con lentitud al sentir pequeños golpes en mi abdomen. Me había quedado dormido, con Horacio, quien estaba bastante inquieto. Me froté los ojos para poder ver mejor ya que los tenía muy pegados y me senté en la cama para verlo. Horacio sudaba mucho, también apretaba los ojos y se movía. Creo que estaba teniendo una pesadilla.
    –¿Horacio? –pregunté moviéndolo para que se despertara.
    Horacio abrió los ojos instantáneamente y se abalanzó sobre mí. Se veía muy enojado. Jamás lo había visto así de enojado. Su mano parecía sostener un arma invisible que me apuntaba directo a la cabeza. Me tomó del cuello y apretó un poco. No sabía cómo reaccionar. ¿Qué carajos estaba pasando?
    –No vas a volver a tocar a nadie, ¿me escuchaste? ¡A nadie! –Me dio un puñetazo–. Me encargaré de que Willy sea el último al que le hagas daño Dominic.
    –Ho...racio –dije con el poco aire que tenía. Su mano se apretaba cada vez más fuerte contra mi cuello–. Soy... Volkov.
    De pronto la expresión de Horacio cambió a una de pánico. Me soltó con rapidez y se echó para atrás, cayendo al suelo. Tosí con fuerza e inhalé con desesperación en busca de que el aire llegara a mis pulmones. Me senté en la cama con la mano en el la garganta mientras veía a Horacio.
    –Dios... no –dijo acercando su mano a mi cara–. Volkov, ¿estás bien? Lo siento yo...
    –Tranquilo, Horacio, estoy bien –dije con dificultad, ya que mi garganta seguía irritada y hablaba muy ronco.
    Horacio alejó su mano de mi cara y se la llevó a la cara, ocultando sus ojos detrás de su palma. Era obvio que había tenido una pesadilla, suponía que era sobre su investigación del pasado. Lo que había vivido era traumático y era entendible su reacción al yo despertarlo. Me intenté acercar a él.
    –No, para –dijo dando dos pasos hacia atrás–. No quiero hacerte daño, no quiero que más gente sufra por mi culpa. Yo... perdón.
    Lágrimas brotaban de los ojos de Horacio. Intenté detenerlo, pero corrió hacia la otra habitación y se encerró ahí. Me bajé rápidamente de la cama y le seguí. Me había controlado demasiado, pero si algo le afectaba a este nivel a Horacio teníamos que hablar. Él no merecía llevar esta carga tan pesada solo. Tal vez tendría la suficiente confianza en mí como para decirme qué había sucedido en aquella investigación.
    Me acerqué a la puerta. Iba a abrirla, pero pensé que Horacio ahora mismo necesitaba su espacio. Me arrodillé frente a la puerta. Intentaría hablar con él, intentaría convencerlo de hablar conmigo sobre lo que fuera que estuviera pasándole. Él no sabía que yo sabía algunas cosas sobre su pasado y sus investigaciones, y tenía eso a mi favor. Respiré profundamente, pensando qué le diría a continuación para que me tuviera la confianza suficiente para abrirse conmigo.
    –Yo sé que algo pasó, algo que te marcó para siempre y de lo cual no has querido hablar conmigo, –recargué mi mano derecha en la puerta para sentir que estaba más cerca de él–, pero te pido por favor que me tengas confianza.
    –Nadie sabe esto, –dijo sorbiendo la nariz–, ni Gustabo, ni Conway, y es por una razón.
    –¿Ninguno de los tres merecemos tu confianza? –pregunté triste–. Horacio, yo no te juzgaría jamás.
    –Las decisiones que tomé dañaron a más personas de las que puedas imaginar. –Horacio sollozaba muy bajo, pero aún se escuchaba.
    –A veces tenemos que tomar decisiones duras estando al mando, decisiones que no son correctas o incorrectas. –Recordé muchas decisiones del pasado que me habían dejado en la mierda–. A veces gente inocente morirá por nada, o aveces morirán por una causa noble o real. La vida es así, y no puedes culparte por ello siempre.
    –Es que tú no sabes lo que hice, tú no sabes lo que yo causé. –La voz de Horacio estaba quebrada–. Hay cosas que siempre me seguirán a donde quiera que vaya, porque siempre estarán acompañándome en mis pesadillas.
    –Siempre habrá monstruos bajo la cama y demonios en nuestra cabeza. –Mi corazón se aceleraba mientras pensaba en mis propios demonios atormentándome diariamente–. Sin embargo quiero que sepas que, si tú me lo permites, estaré aquí para despertarte de cada pesadilla, ayudarte a combatir con cada uno de los demonios hasta que se extingan, y que lucharé con cada monstruo bajo la cama para mantenerte a salvo y bien.
    –¿Incluso cuando falle y alguien más muera por mi culpa? –preguntó con cierto enojo–. ¿Siempre?
    –Siempre.
    Hubo un largo silencio, solo escuchaba a Horacio intentando controlarse y sollozando de la manera más silenciosa posible. Sentí pequeños golpes en la puerta. Él estaba del otro lado, apoyado con la espalda sobre la puerta. Me senté de la misma manera que él probablemente estaba, apoyando mi espalda a la puerta, con las piernas estiradas.
    –Todo empezó desde que nos asignaron a ser del FBI –comenzó a decir y solté un suspiro de alivio–. Gustabo se fue, Conway se fue, tú te fuiste. Estaba solo, pero aún así empecé a investigar, a infiltrarme. Tuve que usar máscaras después de un tiempo para que no me reconocieran.
    »Ninguna investigación fue ardua o pesada jamás. Al principio tuve que enfrentarme a un psicópata que acosaba a las EMS. Al final del día acabé dándole plomo en el motel del norte junto con Collins. –Horacio se detuvo un momento y suspiró–. Pero todo cambió después de que conocí a un chico que veía un barril invisible, su nombre era Dante. Siempre estaba feliz y sonriente, pero poco a poco todo cambió, y debo admitir que en parte fue mi culpa. Él tenía amigos, y yo un contacto peligroso, y mi peor error fue juntarlos creyendo que me podría ayudar en la investigación.
    »Poco a poco fueron escalando en poder. Al principio eran unos mierdas que hacían Fleecas, robaban blindados, o se tiroteaban con pandillas, pero nada se queda así para siempre. Ojalá se hubiera detenido el tiempo y todo hubiera quedado así. –Horacio se escuchaba completamente roto, creo que dentro de él les tenía aprecio y se sentía responsable–. Todo cambió de un día para otro. Empezaron a secuestrar civiles, luego a dar tiroteos a agentes, hasta que llegaron al secuestro de Willy y mío. Afortunadamente los tiros no lo mataron, pero sí lo dejaron en coma mucho tiempo y él perdió gran parte de su memoria.
    »No podía dejar las cosas así, eso era definitivo. Ya habían llegado a un límite en el que la protección para ellos ya no alcanzaba. Había decidido entregarlos a la policía, que fueran a la cárcel, pero mi falta de actuar y de informar hizo que abrieran una investigación contra mí y vigilaran cada paso que daba. –Horacio dejó de hablar durante mucho tiempo. Fueron segundos y segundos pasando hasta que de pronto lo escuché sollozar nuevamente–. Si tan solo les hubiera informado y les hubiera pedido más tiempo, tal vez ese día no hubiera acabado así.
    –¿Cuál día? –pregunté por primera vez desde que había empezado a contarme.
    –Todo comenzó así...


Recuerdos De Un Infinito || Volkacio AU || +18 Where stories live. Discover now