Sping-off - 2.0 ~JANEK~

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Un dolor pulsante en alguna parte de su cuerpo, provocó que despertará de agraciado sueño, había soñado que estaba en el mar, nadando en aguas cristalinas. Amaba el mar. Lo hacía desde que era un niño. Lastimosamente, pocas veces había ido. Al abrir por fin sus ojos miró a su alrededor un poco anonadado al parecer había dormido bastante. Pensó que estaba solo, pero al dirigir su mirada a una esquina de la cama vio a Kano, estaba sentada con los ojos cerrados y su cabeza hacía breves movimientos a cada segundo, se estaba quedando dormida.

Él iba a llamarla para evitar que se durmiera, pero ella había abierto los ojos de par en par en cuánto se percató de su despertar, se notaba su alivio, lo cuál lo hizo sentirse extraño.

—Me alegro que no te hayas muerto —confesó soñolienta.

—Pues obvio, no me iba a morir por esa herida —se incorporó y terminó sentado. Notó que su herida había sido cubierta por un pañuelo, y estaba curada, también que no tenía ropa de cintura para arriba. —Así que, te preocupo —se mofó interesado.

—¡Pues claro! ¡Me salvaste! Y no quiero que nadie más muera por mi culpa —alegó. En realidad quería molestarla, no pensó que diría algo así. Sin embargo, no dejó que ella notará eso.

—Relájate, nadie más morirá —aseguró —Además, te salvé porque prometiste no electrocutarme cuando me
acercará —le recordó mientras sonreía victorioso.

—Prometí no electrocutarte, no evitar que te me acerques —recalcó.

—Ya sabía que todo lo que prometéis es mentira —dijo molesto —Soy más fuerte que tú y no creo que puedas conmigo —dijo irónico.

—Asustaste a mucha personas cuando le desintegraste el cuello de ese sujeto —evadió el tema. Sabía que si seguía con ello, todo iba a ser malo para ella.

—La gente se asusta por todo. Si estuvieran en una batalla verían eso y más —aseguró.

Él más que nadie conocía la guerra, había pasado por muchas de ellas. Lo que vieron esas personas no era más que una simple muestra de lo sangriento y pertubante que podía ser.

—¿Tu poder es la desintegración? —le preguntó. No quería indagar en un tema tan desagradable que, pronto tendría que acostumbrarse.

—Así es. Es uno de los mejores poderes que puede tener un vampiro. Fin del tema, no quiero hablar más de eso —concluyó.

—¡Tu manera de pelear es increíble! —confesó. Cuando observó esa destreza con la que él luchaba, quedó fascinada. Pocas veces había visto personas luchar, pero lo que él le mostró algo que nadie en su vida le sorprendería como tal.

—¿Te impresiono sólo una patada? —inquirió incrédulo.

—Sé qué no es mucho, pero, ¡se ve que peleas súper bien! —reiteró. Ya debía calmase un poco, no quería mostrarse tan empática con él. Debía mantener su orgullo —¡Quisiera que me enseñarás! Tengo el presentimiento que aparecerán más tipos en busca de venganza como él, y no puedo contar contigo para que me protejas.

—Búscate a otro —sentenció y se echó nuevamente, dándole la espalda. Por nada del mundo la iba a enseñar.

—¡Vamos! ¡Enséñame! Así no seré un estorbo —insistió.

—Si lo hago, ¿qué gano con enseñarte? ¿Qué beneficio tengo?—intuyó. Sabía cómo aprovecharse de eso, esa idea le pasó por la mente en ese instante. Ella frunció el entrecejo, ya sabía adónde iba con eso, por lo que resopló con impaciencia.

—¡Bien! —dijo en derrota —Si me enseñas, te dejo tocarme y no te electrocuto.

—¡Bien! Dame un avance.

Eternos finales © ✔️Where stories live. Discover now