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Seis años, seis años habían pasado desde que Eri, ahora conocida como la reina Gindy había ejercido el puesto de líder

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Seis años, seis años habían pasado desde que Eri, ahora conocida como la reina Gindy había ejercido el puesto de líder. Cumplió sus palabras al pie de la letra. En su primer año de reinado ya había eliminado la pobreza y el desastre que yacía en el reino. Las personas la alababan y ponían su fe en ella, los siguientes años el reino era un lugar pacífico y libre de guerras.

Lo que al principio le parecía imposible de ejercer, ahora era su día a día, en pocos meses se había acostumbrado a la tarea de liderar, aunque no estaba sola, Soger y Nathanien estaban allí, eran sus consejeros de más confianza, podría su vida en ellos si era necesario. Por un tiempo sintió que nació para la tarea, para gobernar, dirigir y poner la autoridad justa cómo nunca antes. Ella era parte de ello, estaba en su herencia.

Nate visitó una que otra veces a su subordinada, ahora siendo su amiga más cercana. Los últimos años se hicieron amigos íntimos, aunque en pocas ocasiones tenían la oportunidad de verse. Cada vez que él  cruzaba palabras con Eri, ella le prometía que siempre estaría a su lado, agregando de que si necesitara ayuda que no dudará en pedírselo, hecho que él negó todas las veces. Su vida había progresado. Por fin pudo consumar su matrimonio con la reina Brithney, pero, la relación era igual, ella lo repudiaba e ignoraba, lo favorable de esa consumación, es el nacimiento de su primer hijo. Aquel niño le alegró la vida al rey, y desde que su pequeño llegó al mundo, fue un padre cariñoso y atento, y gracias a ello, no insistió más por el amor de su esposa.

Nathanien le contó toda la verdad a Eri, y el hecho de la razón por qué no fue a buscarla antes, o siquiera hacerle saber que estaba vivo durante todo ese tiempo. Nathanien se había infiltrado en el reino del rey anterior Rufel, con la intención de destronarlo y seleccionar un nuevo rey. Su padre, el rey Bobmin, tenía el ojo puesto en Eri, ella era la indicada desde mucho antes de que su madre muriera, de hecho, Varely estaba de acuerdo con aquel plan que se vio frustrado cuando ella decidió escapar, y Nathanien debió seguirle el juego para no hacerse sospechar.

En cuánto él fue rescatado, de inmediato fue en busca de ella, pero se enteró de que se la habían llevado. Pronto descubrió dónde se encontraba por lo que de inmediato viajó a Fawer para recuperarla, pero también descubrió que ella había perdido la memoria, lo que causó que cesara su búsqueda por un tiempo y se quedará a esperar. Aunque, al enterarse de que se celebraría un dicho torneo, y en aquel participaría ella, se le ocurrió participar y hacerla recordar, lo cuál fue preciso y sucedió tal cual lo había planeado.

La vida continuaba pacíficamente. Eri hacía todo su trabajo tal y como era ejercido, lo que no entendía siempre se le era enseñada por Soger, más que todo. Él se volvió como una figura paterna para ella, la comprendía, aveces la reprendió por sus equivocaciones, pero nada que no se pudiera solucionar con una disculpa por parte de ella junto con una sonrisa, de inmediato él cambiaba su estado de molestia para ser reemplazada por compresión y carcajadas que no podía evitar.

Un día como cualquiera, Eri estaba en su despacho, el cual estaba compuesto por un escritorio de madera negra elegante y resistente, a los lados habían dos grandes ventanales que le permitía la vista hacia los bosques y de algunas casas de sus plebeyos. El pequeño cuarto era cómodo y fresco, en frente de ese elegante escritorio era acompañado por dos muebles de gran tamaño color gris, los cuales se veían cómodos, ya que ella aun no los había probado.

Eternos finales © ✔️Where stories live. Discover now