[08∆]

108 46 140
                                    


Media hora había transcurrido desde que el rey y Eri se habían separado. Nate yacía en su silla especial, estaba impaciente, quería que iniciará el evento. No estaba acostumbrado a dejar a Eri sola por tanto tiempo, casi estaba arrepentido de haberla inscrito.

Él se removía en su silla una y otra vez. Joseph, quién estaba a su lado haciéndole guardia, no soportaba sus inquietudes, pero por obligación debía estar allí.

El rey exasperó.

––¿Cuándo iniciara esto? ––inquirió con desdén.

––Falta poco... No sea impaciente ––dijo con suavidad forzada.

––¡Llevo una hora sentado! Mi trasero arde ––masculló.

––Cálmate, no faltará poco para que empiece ––dijo la princesa mientras se sentaba a su lado.

––¿Tú no deberías estar preparándote? ¿Cómo todos los demás? ––espetó él.

––Sólo participaré en la competencia de arco, nada mas.

––Ya veo...

El rey se calmó y permaneció paciente, debía estarlo, sino causaría pena al cualquiera que lo viera, debía estar rígido y serio, no podía mostrar ese lado impaciente y necio. Su espera dió fruto cuándo se escucharon las trompetas que anunciaban el inicio de la jornada. Todos los presentes empezaron a agitarse. Emocionarse. Hacían apuestas cuando los participantes de la primera ronda se presentaron en filas sobre el escenario. Eri estaba entre ellos, era la quinta en la fila, eran diez.

Había gente importantes, Lords, Ladys, extranjeros y más. Parecía que estuvieran atentos ante cualquier error que se cometiera, no parecían estar de buenas intenciones, el ambiente estaba tenso. Y nadie lo notaba.

El animador caminó al centro del escenario. Estaba al frente de los participante, los analizaba, los cuestionaba, los halababa, estaba muy impaciente y entusiasmado por ver sus destrezas, y no iba a posponer más esa ansiedad y la del público. Alzó una mano al aire para que todos tomaran silencio, los gritos y las emociones cesaron. Todos daban su atención al hombre.

––¡Bienvenidos! Damas y Caballeros! ––exclamó y luego dirigió su atención al rey ––¡Su majestad! ––le hizo una elegante reverencia y continúo ––: Estamos aquí para presenciar lo que celebramos cada año en memoria de los grandes guerreros del pasado, y de nuestros grandes reyes... Un torneo donde demostraran sus habilidades y técnicas para ser los mejores. A continuación explicaré las recompensa de cada ganador ––vocifereó ––. Quien gane el primer lugar será enviado a la guardia real y obtendrá el titulo al mayor guerrero de la historia y... Por último, ¡Tendrá la recompensa de diez kilos de oro puro! Para el campeón de segundo lugar se le dará cinco kilos de oro y de último y tercer lugar se le dará un kilo! ––aclaró con dicho entusiasmo.

»¡Bien! ¡Empecemos! Este torneo se divide en tres competencias. La primera es recorrer un laberinto e impedir encontrarse con bestias, deben llegar al centro de este mismo y obtener el diamante que se encuentra escondido. Si varios participantes se encuentra en el mismo lugar tendrán que luchar hasta la muerte de uno o su rendición ––explicó con una sonrisa pícara ––Este fue sólo la explicación de su primera ronda. Al culminar se explicará la siguiente ––añadió ––¡El primero que toque el diamante será el ganador y avanzará a la siguiente competencia! ¡Bien! ¡comiencen! ––gritó lleno de excitación.

El animador se retiró del escenario. A lo pocos segundos el escenario cambió, del suelo emergió un laberinto de césped, era circular y enorme, ¿cómo pudo estar tal escenario debajo de otro? Todos se preguntaban lo mismo cada vez que emergía del suelo dicho escenario, agregando que había bastante espacio para dos o tres de estos. Diez entradas habían en él. Una vez que sonó de nuevo esa trompeta todos fueron corriendo hacia el interior del laberinto.

Eternos finales © ✔️Where stories live. Discover now