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No otra vez, se repitió el mismo sufrimiento

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No otra vez, se repitió el mismo sufrimiento. ¿Qué fue lo que hizo en toda su vida para que los sufrimientos se repitieran? Definitivamente odiaba el dolor.

Lo maldijo. Y todo sucedió en menos de un parpadeo, el golpe no fue para ella, ella estaba bien, con el dolor intacto sí, pero bien, pero aún así sentía que la espada hubiese rasgado su cuello dándole una muerte lenta y dolorosa, probablemente fue así, aunque no en físico. Ese dolor no había aparecido desde que llegó a Fawer, durante un año pudo ser feliz, vivir en paz, tener un amigo y «protector» a pesar de que ese hombre tenía sus misterios, ella sentía que lo conocía, pero ahora no era lo que pensaba o por lo que pasaba.

Veía al ser que una vez iba a arriesgar su vida para salvarlo, y aunque era un simple animal, para ella lo fue todo. Chiaza era un tipo de madre para ella, y sus cachorros eran sus propios hermanos, ellos seguian vivos, pero ella no volvería, lo que era antes un ser fuerte, temible, protector, ahora era sólo un cuerpo en el suelo de grama, con su sangre manchado ese hermoso verdoso. Ahora era una escena espantosa. Ella estaba en shock, no creía lo que estaba pasando.

El príncipe de Kathyn limpiaba su espada cómo si la sangre con la cuál estaba manchada era insignificante, como una mancha de muchas que ha tenido que limpiar, era cierto que para él no importaba, pero para ella lo fue todo, y ver su sangre desechada así como si nada, la llenaba de ira. Chiaza no moriría en vano, y ella tampoco se quedaría sin hacer nada.

La sangre hervía por todo su cuerpo, desde ese momento su peor enemigo era él. Sus ojos se tornaron rojo carmesí, sus uñas fueron reemplazadas por aquellas garras cómo cuchillos.

La debilidad que tenía se había desvanecido en un chasquido de dedos. Se incorporó del suelo, miró a su presa desprevenida y llena de confianza, ignorando por completo su acecho.

Tal vez el príncipe no le daba la importancia que se merecía, creyó que por ser un chiquilla e inútil niña, no le haría nada.

Pero no era así. Eri veía al hombre tranquilamente de espadas terminando de limpiar su mugrienta arma. Sin pensarlo dos veces se abalanzó hacia él, pero el príncipe tampoco era
ignorante.

Sus buenos reflejos lo hicieron girar de inmediato, trató de herirla pero ella detuvo su espada con sus propias garras, de inmediato la destruyó. Su fuerza era sorprendente. El príncipe se apartó, pero Eri lo siguió, intentó rasgarle el rostro pero este se movió. Tenía en el rostro una cínica sonrisa, aunque parecía que ella estaba inconsciente de
lo que hacía, pues no era así, ella estaba cuerda y con deseos de venganza. Nada y nadie la iban a parar.

Nate se había recuperado totalmente. Al parecer el príncipe de Kathyn se había olvidado que él estaba allí, por lo que decidió tomar la oportunidad para emboscarlo, que Eri la haya comenzado a atacar, era una buena oportunidad que no dejaría escapar. Tomó su espada y caminó sigilosamente hacia ellos, teniendo el más mínimo cuidado de ser invisible y rápido.

Eternos finales © ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora