•XVII•

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—¿A caso se te olvida con quién estás hablando, hum? —Aquella actitud fuerte que tomó Myke hizo que los ojos de ella se cerraran fuerte, ¿que hacia ahí? Realmente él no merecía su preocupación, creía que Lucas estaba traicionando su confianza y que tal vez  se había pasado del lado de Xander.

—No. Me voy— El cuerpo de ella dió la espalda a la puerta e intentó abrir pero no cedía, era nuevamente prisionera de los brazos del rey.

Han pasado algunos meses Elizabeth, pero no creas que por la actitud que has tomado tendrás algún poder sobre ti misma, todo lo que yo digo que es mío lo es.—El cuerpo de ella seguía dando la espalda a Myke, se maldijo a si misma por su estupidez ¿por qué pensó que él había cambiado?

—Yo no soy ningún objeto y no soy suya, entienda eso de una vez por todas señor Myke.

En ese momento sintió que todo se había detenido parte dos, como la primera vez su cuerpo se tensó, sus ojos se habían abierto violentamente y sus labios entreabiertos se habían secado. La forma en que sintió aquella arma tras su cabeza la hizo sentir mucho más pequeña.

—Dí algo antes de que te meta un tiro en la cabeza por insolente Elizabeth McGrahan —Se dió lentamente la vuelta de forma tal que su cabello siguió su camina gracias a que él presionaba con el arma.

—Cre-eo que Lucas te está traicionando —Sus pupilas se dilataron. Aquellas palabras habían  sido su boleta ante aquella situación.

—¿Como? —Su voz salió baja, nerviosa y se notaba miedo en su voz. Por primera vez Myke temió por lo que pudiese pasar ese día.

—¿Podrías bajar esa arma? Te lo suplico —Sus labios habían dejado salir esas palabras, a pesar de ello los pensamientos de Myke eran sucios. Deseaba algún día hacer que ella suplicara y no justamente porque se alejara.

Al este volver a su realidad analizó todo en silencio y, trató de conectar cosas que su hombre más fiel había hecho en esos días. Su trabajador más fiel, sí, su amigo no era. Para nada. Nunca pensó poder a ser traicionado por Lucas, aunque él tenía que ser sincero consigo mismo. Él no trataba bien a nadie y amor no iba a recibir por todas sus amenazas.

—¿Por qué estás diciendo eso Elizabeth? —Esa pregunta salió de sus labios y para ese entonces ya estaban un poco distanciados.

—Es lo que pienso, señor Myke —Su cabeza estaba mirando sus pies.

—Dijiste esa estupidez para safarte, ¿verdad? —Ella negó enérgicamente, ¿como podía él pensar semejante estupidez? —Eres un perra —Se levantó.

—Yo no soy nada de lo que usted dice —La miró mal, la miró horrible.

—Estás muy descarriada de tu lengua pequeña Lizzie, no tientes al rey —Habló duro, fuerte. Lo gritó.

—Tú no eres un rey —Su rostro ya no estaba mirando al suelo, lo miraba a él, desafiante —Eres un hombre narcisista el cual está vacío por dentro y quiere llenar su alma con amenazas, eso es si tienes alma.

«¿Lo dijo? ¿lo había dicho en serio?»— Quiso retractarse de lo que había dicho, no valía de nada, eso debía saber. Myke si no te mata, te hace débil.

—Y tú eres una zorra regalada la cual no tiene respeto por si misma y que se besuquea con quien se le ponga en frente, dime algo Elizabeth —Habló acercándose —¿Le abriste las piernas a Xander?

En ese momento su corazón latía fuerte, sintió la adrenalina subir por su cuerpo y luego de eso sintió la picazón en sus manos. Le había dado una bofetada a Myke.

—¿¡Por qué eres tan insensible, hum!? —Gritó. Elizabeth en serio estaba enojada. —¿Por qué eres tan defensor de ti mismo y de los otros no? ¿no tienes corazón a caso? ¿como vives?

—Has cambiado, me gusta, esperaré cada segundo para domar ese carácter que te estás cargando. Eres de esas mujeres que están prisioneras en ellas mismas y no son quienes quieren ser —Sus ojos miraron los de Myke.

—Yo soy como soy. Llena de defectos posiblemente, me gusta ser amable con las personas y respetuosa, en cambio tú —Lo repasó —Das asco.

Elizabeth estaba a su borde, ¿por qué se comportaba así? Ella no era así. Se dió cuenta ahí mismo que Myke estaba influenciando su actitud en ese momento, lo sabía. La chica sonrió para ella misma y pasó su mano por su pelo, se dió la puerta sin siquiera pensar en lo que podría pasar.

—No hemos terminado de hablar. —No se detuvo, ¿para qué y por qué lo haría? Al fin y al cabo, ¿que era lo peor que podría pasar?


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—¿Podríamos irnos Vyolen? —Sus palabras se escucharon suplicante.

La chica mencionada volteó su cuerpo incómoda, no estaba borracha, para nada. Deseaba que su amiga fuese más fiestera como ella, no quería irse, no llevaban bien si quiera dos horas allí.

—Espera un poco más, ¿vale? —Elizabeth dudó pero asintió, ella era la invitada y no podía interferir en la vida de la chica. Vyolen agregó —: Y por favor dí, Vyolet, no Vyolen.

—Bien.

Luego de aquellas palabras su cuerpo se dirigió hasta la barra, no había llevado bolso, dejó sus lentes, su teléfono, todo. Los lentes de contacto que había empezado usar hacia unas dos semanas molestaban.

Veía como las personas bailaban. Escuchó en ese momento el empezar de una canción de Two feet, cerró sus ojos duramente y escuchó la canción atentamente. Elizabeth era una chica virgen en lo que se refería a fiestas pero eso había cambiado hacia unos meses, ella empezó a trabajar en unos de los bares de Myke y aunque no duró tanto aprendió mucho.

«Elizabeth Elizabeth»—Tarareaba para ella misma en su mente, debería irse, no pertenecía ahí y su forma de ser no parecía la misma.

Se levantó abriendo sus ojos y mirando hacia la parte de arriba del bar, como la primera vez Myke la miraba, el tatuaje del rayo sobre su rostro y un cigarro sobre sus labios. Prácticamente huyó del lugar, huyó de la mirada pesada de Myke, huía de él, para siempre.

No me sueltes.©Where stories live. Discover now