•VIII•

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¿Retroceder? Quería huir de allí.

-Por favor, necesito que se retire.

Estaba siendo cordial, como era por costumbre. Se había arrepentido de abrir la puerta de su departamento, quiso en ese momento tener una varita y hacer retroceder el tiempo o mejor desaparecer.

-¿Sabes? Desde la última vez que estuvimos cerca hé estado teniendo unas ganas de joderte.-Un jadeo lleno de sorpresa salió de sus labios, caminó lejos de su cuerpo, sabía que si se quedaba cerca algo iba a explotar allí.

-Le pido por favor que se vaya de mi casa-Sin ella saberlo hacía que el usted lo encendiera aún más «Oh pequeña Lizzie, ¿que estás haciendo?» pensó este.

-No me iré, yo estoy donde deseo estar. Soy dueño de toda esta mierda, de todo lo que quiero -Su rostro se transformó, estaba duro y frío, el rey estaba enojado

-¿Y qué es lo que quiere entonces?

A él le encantaba la forma en la que ella lo trataba, pero también quería que aquella barrera lograra desaparecer, que sus labios pudiesen pronunciar su nombre, lo quería así y era ahora.

-Dí mi nombre.

Al decir aquellas palabras su cuerpo se acercó al de ella, una presa era el cuerpo de esa chica en esos momentos.

-¿Disculpa? -La confusión en ella era notable y él pensó que realmente si estaba siendo demasiado suave con ella.

Su mano derecha fue a la parte trasera de su pantalón y se dirigió hacia ella.

-Acércate y dí mi nombre.

-No, baja el arma por favor -Sus ojos se encontraron. Él no tenía mucha paciencia, y eso ella no lo sabía

-Ahora Elizabeth McGrahan.

Tenía que ceder, si no lo hacía era probable que una de las balas que estaban esperando con ansias salir dencansara en su cabeza.

-No lo repito una vez más. Ahora.

Su cuerpo tembló, era notable que estaba nerviosa, se sentía expuesta de todas formas: su cuerpo estaba casi desnudo y su fuerza si era que tenía había desaparecido «Nunca serás fuerte» escuchó esa voz en su cabeza, como si se tratara la del chico que estaba frente a ella.

De forma lenta empezó a avanzar hacía su cuerpo, lento, muy lento. La pistola se hacía más cercana, caminaba a paso lento como una tortuga.

-Mas rápido muñeca.

«¡Dios! ¿Donde estás ahora?» pensó. Tenía tantas ganas de huir ¿la mataría? ¿iba a abusar de ella? Las preguntas surgieron y sus pasos se hicieron más pesados. ¡Vete Myke!

-Dilo.

-Myke.

Su voz había salido más fría de lo que nunca había sonado, internamente se dió una bofetada, él por su parte apretó la mandíbula.

-Hazlo con ganas -Su voz había salido dominante, su mano derecha guardó el arma que reposaba en ella y luego de ello acercó el cuerpo de la chica tomándola de la cintura.

-Myke -Él la miró atenta.

Ella respiró hondo y se atrevió a levantar su rostro, miró su rostro con lentitud, desde su tatuaje hasta donde estaban sus ojos.

-¿Qué tiene de especial que yo lo diga?

-Que saldría de tus labios -Nunca se había podido imaginar esa respuesta, el cuerpo de él la pegó más al de este y su mano izquierda se posó en su espalda baja, bajando así un poco más y apretando aquello que Dios le dió.

No me sueltes.©Where stories live. Discover now