•III•

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Estúpida, así se sentía en ese momento. Su amiga la miraba de manera odiosa y con los ojos llenos de maldad en estos. Una hipócrita podía ser ante los ojos de otra persona pero ante los ojos de ella no lo era. Tenía eso en la cabeza: debía ser agradecida con la persona que le daba de comer. Y sí, era agradecida de corazón, pero Connie, lograba pasarse de la raya. Maltratar tanto física como mentalmente no es de amigos, es de enemigos, de personas dañinas; lo cual era Connie, aunque ella no estuviese lista para decirlo en voz alta.

-¿Por qué estás haciendo esto? -Esa era la pregunta que le rondaba en la cabeza, aunque ya estaba claro; ella decía que no era nada sin ella y que si esta le decía que iban a salir, debía salir.

-Porque me da la gana, Liz. Porque eres demasiado desobediente, me haces hacer esto cuando sabes que eres débil, descuida; es sólo una lección.

¡Lección! ¿como que lección?¿se creía maestra tal vez? Tal vez su amiga lograba decir una estupidez cada diez minutos ¿pero darle una lección? ¡ay por favor!. Se levantó del suelo y se puso frente a Connie, esta de inmediato chocó su palma contra el rostro de ella y la hizo caer al suelo. De nuevo su mejilla estaba más roja de lo normal y, su postura era la anterior; tirada en el suelo como una basura.

-Yo no te ordené pararte. -Eso despertó un poco la furia de la chica.

-Tú no eres mi mamá. -Había salido un susurro de sus labios entreabiertos, los cuales tenían sobre ellos sangre.

-Te estoy criando y, mamá es la que cría no la que da a luz. -¡Dios mío!

-Basta, Con. Tú no eres mi madre y, si quieres dejar de pagar la renta cuando no tenga, ok. -Eso logró sorprender a Connie, y a los chicos que estaban allí. La última vez que alguien hizo eso: enfrentarse a ella. Terminó frustrado y se dió paso a suicidarse.

-Pero mira... Sacó las garras la gatita. -Ese había sido un comentario de parte de uno de los chicos, lo ignoró y miró los ojos de Connie.

-Ya cállate ¿ok? No sabes ni lo que hablas. -Esa había sido la voz un tanto nerviosa de Connie, tenía miedo de perder a la persona que lograba ordenar, mandarle sin que rechistara; sólo tal vez.

La chica se levantó y la miró de manera tranquila, y de dolor. Añadió; -Te pagaré todo, pero aléjate de mí. Ya no quiero nada de ti. -No se creía ni ella misma lo que estaba haciendo, por primera vez logró hacerla callarse la boca; no era la primera vez que ella le había hecho algo, de hecho, eso no hacía comparación a las veces en las que la logró dañar más de la cuenta.

Todo pasó rápido, ella recibió una bofetada de parte de Connie, y de manera seguida los chicos comenzaron a patear su cuerpo, logrando así herir sus extremidades. Uno logró partirle el labio inferior y otro logró hacerla escupir sangre. Se volvieron más fuertes y ella más débil, hasta que todo se detuvo y lo próximo que vió, fue oscuridad.

•⚡️•

Él era el dueño de aquel Bar; era dueño de muchas cosas en realidad, pero no sabía con lo que se iba a encontrar esa noche. Todos los días una sorpresa nueva puede surgir, justamente ese día tenía que presenciarse allí, al bar Art Red, aquel Bar era el que menos era visitado aunque esa noche, habían más de seiscientas personas allí. No era como los demás chicos, no tenía una supuesta oscuridad por dentro, no se sentía sólo, se sentía suficiente. No necesitaba a personas que vivieran por él, estaba feliz así; sólo. Aunque esa noche dudó, tal vez lo que pasó con la chica lo quiso hacer acercarse a una chica que pudiese darle amor, y al hacerlo el; enamorarla, usarla y dejarla. Tal como lo hacía varías veces.

Bajó las escaleras y a cada paso que daba las personas se corrían, amaba eso, ese aire de poder y de control que podía llegar a tener sobre la gente era excitante. Hizo como siempre hacía, miró a sus guardias y señaló a dos chicas las cuales le iban a servir de diversión esa noche; quisieran o no.

No me sueltes.©Waar verhalen tot leven komen. Ontdek het nu