Por mi culpa.

- Yo sí que lo siento… - suspiró Mimi y chasqueó la lengua-. Haré las maletas, ¿vale?

- ¿Las maletas? ¿Ya? Pero…

- Si te pidiera que dejes de trabajar con ella porque me duele, para salvar lo nuestro. ¿Lo harías? – preguntó con un hilo de voz, sabiendo de antemano la respuesta.

Los ojos llorosos de su chica se le clavaron a Alba como dagas.

- No – le quemó en la boca, salió escopeteado-. Eh, bueno, no quería decirlo así, yo…

- No lo harías, Alba. Sé sincera.

- No lo haría – reconoció, bajando la mirada, no podía mantenérsela.

- Te lo dije la otra vez, no quiero manchar lo que hemos vivido y quedarse cuando ya no hay nada que hacer, solo puede traernos problemas. No quiero alargar la agonía, ni acabar odiándonos. Y lo que veo en tus ojos me hace demasiado daño.

El silencio se instaló entre las dos. Se miraban a los ojos, viéndose por dentro. Con pena y con un amor caducado a la vez. Con el brillo de quien sabe que soltar duele, pero es necesario cuando toca.

- ¿Por qué no me has dejado tú a mí hasta ahora? No lo he podido hacer peor – reconoció Alba.

- La verdad es que no lo sé. Supongo que por la misma cobardía que tú. Y porque la esperanza es lo ultimo que se pierde, o eso dicen – se encogió de hombros.

- Eres una tía increíble, Mimi. De verdad que lo siento.

La miró de nuevo, con lágrimas en los ojos ambas, como si no se fueran a ver nunca más.

Últimamente, solo sé hacer daño a la gente que menos lo merece.






- Nat, ¿viste el adelanto? – preguntó Sabela, a través del teléfono.

- ¿Las fotos que me pasaste antes? ¿Son el adelanto? – frunció el ceño.

- Sí, ¿por qué lo dices?

- Porque están sin editar.

- Ay, amoriño, si es que no van a ir editadas. Parece que no conozcas a la fotógrafa… - ironizó.

- ¿Pero ni un mínimo?

- Nada de nada.

- Joder, eso es super arriesgado.

- Entra dentro del pack de la genialidad, supongo.

- ¿Las puedo enseñar?

- No deberías, es un proyecto tochísimo, como se filtre…

- Con máxima discreción.

- Maximísima – corrigió.

- Te lo juro. Es solo que necesito alguna opinión externa.

- Son increíbles, Nat. No hace falta que nadie te lo reafirme.

- Ya. Gracias, Sab – suspiró, antes de colgar.

Agradecía los halagos de su mánager, pero no le valían.

Natalia condujo su moto hasta el estudio de tatuajes sin tiempo que perder.

Entró en busca de su amiga María y resopló al ver, a través del cristal, que estaba con un cliente.

Aprovechó para ir a por merienda y para fumarse un cigarro, mientras esperaba impaciente.

- Natinat, ¿cómo tú por aquí? – la saludó con un beso en la mejilla-. ¿Qué me traes?

- Comida y una exclusiva – se hizo la interesante.

- Primero la comida - le robó la bolsa y los cafés de las manos.

Natalia rodó los ojos.

- Te odio tanto.

- Está mal mentir, Wonka – le recriminó, llevándose un croissant a la boca-. ¿Cuál es la exclusiva, a ver?

- No, si te interesa más la bollería, no te lo digo.

- Exacto, es la bollería lo que me interesa – le guiñó el ojo-. Venga, dame una pista.

- ¿Te acuerdas de la sesión del otro día con Alba?

- Como para olvidarme, si casi tengo que reanimarte de la tensión que traías encima.

- Pues me ha pasado Sabela algunas fotos.

- ¿Y que haces que no me las estás enseñando en HD ya?

- Has preferido la comida – se encogió de hombros.

- Retiro lo dicho. Dame las fotos – apartó la bolsa de dulces de en medio.

Natalia localizó las instantáneas bajo la atentísima mirada de la Mari, siempre cotilla.

- Wow, Nat – fue todo lo que dijo, tras unos largos segundos embobada.

- ¿Qué te parecen? Sé sincera, por favor.

- Me parece una sesión de rayos X – murmuró.

- ¿Sí?

- Esto es verdad pura. Y muy diferente a la otra vez.

Eso era lo que la modelo quería oír.

A ella también se lo parecía.

Las fotos eran tan potentes como las de la primera y polémica sesión entre las dos, pero a la vez…

- ¿Diferente en qué sentido? – se mordió el labio.

- La manera de mirar. No la tuya, si no la suya.

- ¿La suya?

La Mari le mostró la instantánea en la que Natalia salía con los ojos cerrados.

Era de una sensibilidad espectacular.

- Aquí hay algo más, Nat.

- Algo como qué – quiso indagar.

- Esa definición te la dejo a ti y a la fotógrafa chiflada – huyó de tremenda responsabilidad.

- Es solo la primera sesión, Mari – suspiró.

- Exacto. No puedo ni imaginarme cómo te va a mirar en la siguiente.

desnudArte | AlbaliaWhere stories live. Discover now