Capítulo 5

9 0 0
                                    


Decir que el día se había sentido como un desastre era poco.

Hera no volvió a cometer ningún error, esperaba pacientemente por el fin de la jornada para poder escapar de ahí. Ni ella ni Beth volvieron a mirarse a los ojos ese día; Una de ellas estaba lo suficientemente avergonzada como para hacerlo y la otra temía escuchar de nuevo los latidos de su corazón golpetear contra su pecho si lo hacía.

Beth se despidió rápidamente de ellos y les dijo que podían irse, que ella se encargaría de limpiar. Por supuesto, el pecoso y Hera no desaprovecharon esa oportunidad.

Mientras estuvieron parados juntos en la acera, el pecoso no tardó en abrir la boca:

— ¿Estás bien..?

Apuntó su mano con la venda, Hera asintió en respuesta observando el movimiento del joven al sacar un cigarrillo de su bolsillo en conjunto con un encendedor.

Tenía un encendedor bastante curioso, tenía dibujado un corazón mal hecho en el, si bien Hera no se atrevía a preguntar y parecer una cotilla, él pudo leer su mente.

— Lo dibujó mi chica.

— Oh, ya veo. — De repente, no se pudo contenerse. — ¿Me das uno?

El rizado inmediatamente le pasó uno ofreciéndole al mismo tiempo darle fuego, el cigarrillo era un tanto desagradable para Hera en realidad pero la ayudaba a liberar la tensión que contenía su cuerpo, ahora lo necesitaba más que nada.

Su celular vibró, era un mensaje de Ray diciéndole "Quédate ahí." No pasó mucho para que el rizado se marchara en su bicicleta ni tampoco tardó Ray en llegar a su coche tan llamativo, Hera sentía miedo de dañarlo cada vez que se subía.

— Creí que te vería una vez a la semana.

— ¿Y dejar que  vuelvas sola a casa a esta hora?

Ya no pudo refutar ante eso, dejó que la dejara en casa pero no entendía porque la siguió hasta la puerta ni tampoco por que pasó. Se confundió aún mas al verlo ir directo a la cocina donde abrió el refrigerador con una mueca.

— Cocinare para ustedes. — Fue todo lo que dijo.

Hera suspiró, este grandulón.... tan extraño. Buscó a Cleo quien yacía en su habitación haciendo tareas, ambas salieron al comedor para cenar. Ray solo les cocinó y tomó una porción para llevársela.

— Te envié un par de recetas, son sencillas. — Dijo apresurado. — Si no quieres que vaya por ti, piensa en una marca de coche que quieras.

Se atragantó ante tal cosa, — ¿Qué? No vas a comprarme un coche, ¿Cómo es que tienes tanto dinero?

El hombre simplemente se encogió de hombros, — Trabajo duro.

— C-como sea, no vas a comprarme nada.

— Son ordenes de mi madre. — Repitió. — Si no te gusta, quéjate con ella.

Estaba a punto de marcharse cuando Hera sujetó su bata con fuerza.

— No. No lo compres. Quiero... conseguirlo por mí misma.

Ray no hizo ninguna expresión ni tampoco dijo nada, simplemente se marchó.

Demonios, ¿Qué iba a hacer con ese hombre loco?

Volvió a la mesa de nuevo con esa expresión apagada, Cleo la miraba a la espera de que hablara o algo pero su hermana se dedicó por completo a comer la cena.

No soportó el silencio.

— Él es...

— ¿Sumamente extraño? Lo es.

HeraWhere stories live. Discover now