Capítulo 2

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Lo único que sabía Cloe de su hermana era lo que encontró en una página de noticias en internet: "Joven de dieciséis años asesina a su vecino diciendo que este abusaba de ella desde que era una niña." Cloe la primera vez que lo leyó lloró sin saber exactamente la razón, moría por que su madre le contara sobre Hera pero esta parecía tener la boca cosida. Sin embargo, aún cuando parecía querer olvidar todo ese hecho, en realidad su madre estaba muy muy dolida. Algo parecía atormentarla ya que cada noche, mientras sostenía una botella de alguna cerveza barata, dejaba caer esas lágrimas llenas de culpa.

Cloe solo la escuchaba lamentarse. Jamás se acercaba puesto que su madre había trazado una línea que no tenia permitido cruzar. Aún así, ella jamás culpó a su hermana de nada ni tampoco se avergonzaba de ella, si alguien le llegaba a preguntar, ella decía que tenía una hermana llamada Hera y simplemente contaba que se encontraba lejos de allí.

Por otro lado, la ultima vez que Hera vió a Cloe esta tenía cuatro años.

Ahora estaban en el comedor de Carol mirándose la una a la otra sin saber que decir, que preguntar, de que deberían hablar. Era todo tan... incomodo.

— Tengo una casa. — Habló la mayor. — Debo ir por las llaves de esta pero, es prácticamente mía. Es decisión tuya si quieres ir conmigo o quedarte aquí durante el tiempo que madre se recupera.

Esperó un momento por la respuesta, pensó que su hermana preferiría quedarse con su amiga pero se sorprendió.

— Quiero ir contigo.

— Bien, iré por esas llaves, revisaré el sitio y vendré por ti, ¿Bien? Prepara tus cosas para mañana, probablemente tendrá que ser después la escuela.

— Ok.

Fin de la conversación. Hera estaba impaciente por levantarse de allí, por suerte entró su amiga con su familia alivianando un poco el asunto. Su esposo invitó a la joven a la cocina para ayudarle a limpiar los trastes, mientras tanto el pequeño bebé en brazos de Carol fueron hasta la pobre y algo agotada, Hera.

Su amiga le dedicó una sonrisa comprensiva.

— Estarán bien. — La animó. — Cloe es bastante agradable, mi hijo está encantado con ella.

El mencionado se suelta de los brazos de su madre dando pasos torpes hasta su tía Hera quien aún está acostumbrándose a ver una versión mini de su amiga. El pequeño Diego tiene curiosidad ante la figura nueva que aparece en su casa.

— Debo ir a buscar alguien... ¿Sabes como puedo llegar al hospital central?

Su amiga levanta una ceja, quiere preguntar, — Puedo llevarte si quieres.

— Gracias.

La misteriosa Hera.

El hospital central es enorme, Hera se siente perdida en el momento en que posa un pie en el mismo, tantas personas luciendo apresuradas. El olor a medicina le penetra tan fuerte que se marea, choca accidentalmente con una enfermera bajita que se acomoda sus gafas antes de dirigirle la palabra.

— Buenas tardes, recepción está por allá. — Apunta hacia una dirección. — Regístrese para recibir atención.

— Eh... no, estoy buscando al doctor Volk, ¿Podría decirme donde puedo encontrarlo?

La enfermera inmediatamente se ha sonrojado, — Está justo ahí.

Parado justo en la recepción al parecer anotando algo, incluso la recepcionista parece embelesada por él, ¿Cómo no? Es un hombre altísimo y fornido, pareciera que supiera que hablan sobre él porque gira su cabeza en la dirección de Hera, cuando esa mirada fría la golpea siente un déjà vu.  Ese hombre que está a unos pasos frente a ella es una versión masculina de Vicky, su segunda madre de la cual su historia se le viene a la mente.

Una mujer que se enamoró de un un hombre enredado en la mafia, Vicky dijo que la razón por la que estaba en la cárcel era por que amaba a su hijo, así de simple. Después, Hera entendió lo que quiso decir. Vicky le contó que su esposo era... el amor de su vida, ella lo amaba, sin embargo, no era el mejor padre del mundo... Cegado por el poder y el dinero, quería inducir a su único hijo en el negocio pidiéndole solo una cosa para probar su lealtad: Deshacerse de alguien. Inmediatamente ella supo que su hijo no era clase de persona, la primera vez que su padre le hizo ir de cacería con él, mojó la cama. Vicky sabía lo que tenía que hacer.

Ella mató a ese alguien que estaba molestando a su marido.

Las cosas se salieron de control y ella y él fueron atrapados mandados a la cárcel por sus crímenes, ambos tienen cadena perpetua. Y su hijo, por el cual se sacrificó ahora es un imponente doctor, Hera puede sentir entonces el amor del cual Vicky hablaba.

— Disculpa, ¿Doctor Volk?

En cuanto llamó su atención, se percató de que él sabía exactamente quien era ella. Con un gesto que hizo con la cabeza le indicó que lo siguiera guiándola así hasta afuera del hospital donde la hizo sentarse en una banca.

— Espera aquí. Mi turno termina en una hora.

Dicho eso, volvió dentro del hospital.

Y efectivamente, una hora después salió yendo directo a su coche, Hera estaba preguntándose como había terminado subiéndose al bonito coche de aquel hombre pero luego se recordó a sí misma quien era, el hijo de Vicky, todo está bien. Conducía rápido y con agilidad, en menos de diez minutos llegaron a la que supuso era la dichosa casa que le sería dada.

— Aquí, — Le extendió la llave. — Dame tu numero.

Hera hizo una mueca, — No tengo teléfono.

— Bien, la casa ahora es toda tuya, ¿Uh? Vendré una vez a la semana solo para checar que te esté yendo bien. — Ante la expresión que hizo ella, continuó. — Son ordenes de mi mamá.

— Ok..

— La próxima vez, te traeré un teléfono. — Dijo. — Te aconsejo que busques un empleo lo más pronto posible.

— Gracias, pero no es....

Necesario. Se tragó esa palabra cuando aquel hombre se marchó veloz. Era sumamente extraño, con ese semblante pareciendo estar molesto todo el tiempo. Hera intentó ignorar su primer encuentro con él, tendría que acostumbrarse. Con la llave en su mano temblorosa, entró a su nuevo hogar el cual era justamente como se lo imaginaba: Sencillo. Tenía justo lo necesario, ya lo iría ella decorando con el paso del tiempo y más considerando que ahora viviría con Cleo.

Caminó por la casa intentando memorizar cada espacio nuevo, su nueva habitación.... Ya no era un pedazo de piedra incomoda con una sabana rota y sucia, era un colchón nuevo. Estaba tan emocionada, la invadían toda clase de emociones. Ansiosa, se dejó caer sobre ese colchón sintiendo la necesidad de saltar sobre este cual niña pequeña.

Pero no lo hizo. En cuanto se acomodó, se quedó dormida.

Durmió bastante. Lo suficiente.

Mañana empezaba su nueva vida. Que emocionante era decirse eso.

Al medio día llegó a casa de su amiga donde ya estaba esperándola Cleo quien recientemente había llegado del colegio y tenía ya sus maletas en la mano. Su amiga Carol levantó pulgar arriba hacia ambas cuando empezaron a ponerse en marcha.

— Toma.

Hera tomó la bolsa que ofrecía, — ¿Qué es?

— Un par de cosas que te serán útiles. Es un regalo.

Era una bolsa enorme. Un regalote.

— Gracias.

Se despidieron, ahora sí. A prepararse para la vida adulta que tanto había imaginado.

HeraWhere stories live. Discover now