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Mi alarma sonó estruendosamente en toda la habitación, y con el silencio sepulcral que reinaba en la casa, era muy seguro que retumbara en cada uno de sus rincones. Frote mis ojos con la esperanza de aullentar el sueño. Patee las sabanas y el edredón para sentarme en la orilla de la cama. Solté un bostezo mientras estiraba los brazos lo mas que podía y mi cabeza cayó rendida en la cama de nuevo.

Me obligue a levantarme antes de volver a consiliar el sueño que tanto deseaba seguir. Y empecé a vestirme en la oscuridad. Estaría loca como para bañarme en la mañana, la temperatura había alcanzado los 10 grados ayer en la noche y hoy solo podía escuchar como mis dientes chocaban por estar temblando.

Pasee bruscamente por manos por mis brazos en el intento de darme mas calor. Baje las escaleras lentamente como una momia arrastrando las pantuflas contra la madera. Encedí la luz de la cocina y mis ojos se segaron. Entre cerré mis ojos y me dirigí la cafetera para encenderla para luego tomar del frigorífico la leche y de la alacena la azucar. No tardó el café en estar listo.

Disfrute el calor de la bebida acompañado con las galletas que suelo comer cuando tomo el té. Volví a mi cuarto para arreglarme e ir a la escuela. Cogí del closet el uniforme y fui al baño a prepararme. En la ventana, ya se podía apreciar el amanecer. Con paciencia termine de arreglar la maraña de pelos que tenía sobre la cabeza decidida a caminar hasta la escuela.

La mañana estaba fresca. Llevaba puesta una chamarra que combinaba con el color del uniforme y que abrigaba perfectamente mis brazos del molesto frío de la mañana mientras que mis piernas se congelaban ya que la falda no ayudaba mucho.

Un carro de color azul rey se detuvo a mi derecha. Baje la mirada para encontrarme con Matt conduciendo. Solo.

—¿Quieres que te lleve?— preguntó con su voz grave.

Matt era uno de los chicos populares de la escuela, pero reservado. Un chico alto, cabello entre cafe y negro, ojos cafés, piernas largas y cara atractiva. Chico inteligente y divertido. Sam gustaba de él, y mucho.

Le miré de reojo, agachada para verle.

—Perfecto— y sonreí ante el gesto.

Era la segunda veces en la semana que se ofrecía a llevarme al instituto. Tomé asiento en el asiento del copiloto y arrancó.

—¿Se volvió a ofrecer a llevarte?— preguntó en un susurro solo audible para mi Sam.

—Si— respondí indiferente. La chica llevaba todo el semestre babeando por él y no se atrevía a hablarle. Sam era mi mejor amiga, una chica alta, cabello negro y corto y ojos cafes y profundos que reflejaban felicidad, era un año mayor que yo, pero ibamos en el mismo curso.

—Me mudaré a tu casa— dijo bromeando mientras volvíamos a caminar por el pasillo de la escuela y cargabamos nuestros libros de las clases correspondientes al día. Reí.

El chico de cabello café claro paso enfrente de nosotras regalandonos una sonrisa. Alec llevaba en mano las llaves de su casillero y se dirigía a él.

—Te sonrió— habló en voz baja Sam mientras golpeaba mi hombro con el suyo.

—Ya creo yo— me limité a decir.

Alec Miller era el chico por el que yo babeaba. Tenía tiempo que nos conocíamos pero jamás había tratado de acercarme a él. Alec era un chico muy alto, igual o más alto que Matt, unos ojos cafe claros que me inspiraban confianza, labios carnosos y sonrisa amplia. Parecía tímido por dentro pero era todo un desmadre por fuera.

Giré mi torso para verle de nuevo y me encontré con su mirada sobre mi. Sonreí aun más y volví a mi conversación con mi amiga.

—¡Oh! Ya escucho yo las campanas de la iglesia anunciando la boda— dijo terminando con un suspiro en su expresión. Le devolví el golpe en el hombro y negué con la cabeza.

—Es Matt esperando por Sam quien se dirigue al altar— contesté con el mismo tono de voz.

—El pastel de bodas tiene un pequeño Alec vestido de traje negro y una pequeña Sky vestida de blanco cogiendo un ramo de flores— siguió hablando Sam para hacerme reír.

Volví a girar mi torso, y vi la cabellera café de Alec alejarse en la rampa del tercer nivel.

Tome el lugar que siempre ocupaba en el salón E, la esquina. Deposite los pesados libros violentamente sobre la silla para relajar mis brazos y los ordene debajo del asiento. Sam hizo lo mismo una asiento delante del mío.

—Bien. ¿Cuando harás algo por Alec?— preguntó repentinamente.

—¿Hacer algo?

— Todo el mundo sabe que ambos se gustan. No finjas que no es cierto.

¿Todo el mundo?

Me quede en silencio, sin saber que decir.

—¿Y tu?— respondí. —¿Que piensas hacer por Matt?

—Sabes que no puedo hacer nada. Tiene a Connie. Ojalá pudiera hacer algo por él.— respondió haciendo un gesto de desagrado al mencionar el nombre de Connie.

Connie era una chica de baja estatura, cabello negro y lacio que le llegaba un poco mas abajo de los hombros, mejillas grandes y unos ojos algo saltones. Era una de las chicas mas guapas del instituto e igual que Matt, inteligente. No había duda alguna de por que se gustaban.

La puerta del salón se abrió y entró Matt O'Donoghue por ella. Le vi entrar y recorrer el salón para alcanzar su silla en el centro de la clase, al fondo. Giró sus caderas y me regaló una sonrisa.

Me conguele al verle y sentí mis mejillas arder. Había sido una sonrisa sexy que no sabía que significaba.

Sam copiaba de mi tarea, cuidando que el profesor no llegara, así que pensé que no se dio cuenta siquiera que Matt había llegado.

No tardo en crearse la bola de chicas alrededor de él y rodee los ojos por frustración. ¿A quien no le podría gustar Matt? Era el chico soñado, pero tenía ojos solo para una.

—Hola Sky— dijo Alec al lado de mi casillero. Se encontraba recargado sobre las taquillas y su rostro era bloqueado por la puerta de mi locker. 

Sonreí interiormente.

—Hola Alec.

Miré mi cara antes de cerrar la puerta por el pequeño espejo del casillero y giré el candado de combinación con un empujón de dedos.

—¿Gustas ayuda?—dijo antes de tomar mis libros sin mi aprobación.

—Gracias.

—Estaba pensando...— volvió a hablar Alec. —¿Te gustaría salir conmigo este Sábado?

Me congelé al escuchar su pregunta y sentí como mi respiración se volví irregular conforme movía los pies.

—Ahh...— tartamude sin poder formular otras sílabas. —Cla-cla-ro.

—¿Te invitó a salir?— dijo Sam en un susurro. —OMG.— gritó.

Cubrí mis oídos para evitar quedarme sorda. Deje mi mochila al lado de la cama y deposite todo mi peso sobre el colchón. Y no pude evitar pensar en Alec. La semana sería mi tortura, pues apenas era Lumes y esperaba con ansias la tarde del Sábado.

—¡Skyller, ya llegue!— exclamó Allyson desde la puerta principal y dejando las llaves en el bowl metálico al lado de la entrada.

—Estoy arriba con Sam.

Allyson era mi hermana mayor, era solo un año mayor que yo. Hemos vivido juntos desde que mis padres decidieron vivir sus vidas alrededor del mundo y creer que sus únicas hijas podrían sobrevivir compartiendo una casa.

Allyson cursaba el segundo semestre en la Universidad. Solía llegar un poco antes de las 3 con comida y tarea. En cuento a su físico, podría decir que si no nos conocieran, pensaría la gente que somos totalmente extrañas, pues no nos parecemos en nada. Mientras que ella es peliroja, yo soy castaña. Ella mide más de 1.75 mientras que yo me quedo abajo de 1.70.

Sammy y yo bajamos corriendo escaleras abajo al oler la pizza recien hecha. 

La tarde se iría en un abrir y cerrar de ojos.

StrikesWhere stories live. Discover now