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—¿Qué fue lo que paso hace rato?— inquirió Matt al lado mío, haciendo una fila de dos personas para ser atendidos en la tienda.

Rasqué mi cabeza incómoda. ¿Habrá estado despierto cuando casi le beso?

—¿Que cosa?— pregunté temiendo que respondiera con lo mismo que perturbaba a mis pensamientos.

— ¿Por qué me tiraste de la cama?— siguió preguntando mientras bufaba.

Si se oyera al haber dicho eso, se daría cuenta de lo mal que sonaba.

—Me espante al escuchar la puerta de la enfermería abrirse, no me di cuenta que estabas a mi lado.— mentí. Tal vez si lo seguía haciendo, perfeccionaría el arte de mentir e incluso, hasta yo me la crería.

—¿Ya te sientes mejor?— volvió a preguntar.

¿A caso todo el mundo hoy se creía Sherlock Holmes para cuestionarme en todo?

Suspiré molesta. —Eso creo.

—¿No gustas que te lleve a casa?—se ofreció Matt.

—No, gracias. Si la enfermera dice que con un poco de comida desaparecerá esto, gustosa cumplo esa tarea.— replique mirando inquietamente los alimentos que ofrecían en la escuela. Y escuche mi estómago rugir.

Era como si tuviera a Chewbacca dentro de mi.

—¿Segura?

Respiré hondo para controlar mi enojo. Hace un momento quería besar a Matthew y ahora solo quiero golpearlo.

—Segura.— contesté un poco más tranquila al recordar la cercanía de mi rostro con el suyo.

—Bien, no te molesta que te acompañe. ¿verdad?— sentí como en el interior, en mi estómago tal vez, se revolvía algo. Esta vez no era Chewbacca gritando por comida, eran mariposas agitando sus alas.

¿Qué diablos me pasaba? Parecía mujer en días de niña bonita.

Reí por ese pensamiento. Y casi creí que estaba en aquellos días que no te dejan descansar.

Estúpidas hormónas. Estúpida adolescencia.

—Claro que no.

Tomamos asiento en unas sillas no tan lejos la tienda, debajo de la sombra. Chequé mi reloj de muñeca para revisar la hora. No estábamos lejos del primer descanso. Duraría poco el tiempo que Matt y yo teníamos juntos; de seguro Connie llegaría e irían a sabe Dios donde a "pasar el receso".

Maldije en mi interior por seguir pensando en Matt, estaba mal pensar así de un chico que tenía novia y peor aun, que mi mejor amiga también gustara por tener.

Miré las galletas que tenía enfrente de mi y trate de comerlas. Me dio asco al probarlas por primera vez, pero era lo único que podía pagar.

—Me debes unas llaves.— dije tranquilamente Matt mientras disfrutaba de su sándwich.

Y pensé que estaba algo borracho como para acordarse.

—A propósito, bonita pijama.— agregó con una sonrisa que se asomaba por la comisura de los labios.

—Calla.— respondí de la misma manera como ayer. Ese comentario elevaba mis sospechas sobre Matt tratando de comerme con la mirada.

Mi mejillas ardían y agache la cabeza para que no me viera. Que ridícula era.

—Mas al rato te devuelvo tus llaves. Solo promete que no vas ha interrumpir mis sueños para molestar.— dije volviendo a ver a mi galleta a medio comer.

—Solo si me prometes que soñaras conmigo.— contestó risueño.

—Jamás en estas vida...

StrikesWhere stories live. Discover now