Capítulo 6

1.4K 123 20
                                    

CASTIEL POV'S

Ella se largó en un taxi que pasaba. Yo me quedé como estúpido viéndola irse. Y eso que me tomé la molestia de ir a buscarla y llevarle los malditos tacones que me había aventado. Realmente tenía un genio del demonio, me desquiciaba.

—Es tan frustrante, tan pedante, tan caprichosa, tan... tan... —Me quejaba con mi amigo al día siguiente en el instituto. 

Lysandro rió divertido, cosa que me molesto bastante, pero más me molestó lo que dijo después.

—Ella es tan como tú, por eso no la soportas. Pero al menos ahora tienes una idea de lo que haces pasar a todas.

Lysandro volvió a reír y yo me enojé. 

—No digas estupideces, yo no soy una malcriada con aires de princesa.

—No, tú solo eres un maldito —dijo—. Pero... ¿de verdad te quedarás a clases? —preguntó mientras lo acompañaba al salón. 

—Claro que sí —dije dedicándole media sonrisa—. Esa mocosa va a pagármelas, y para eso debo encontrarla primero. 

Ella sí que me desquiciaba, ahora iba a clases con tal de poder verla.

»Voy a matarla —dije cuando salíamos del último periodo y nos dirigíamos al salón del club—. ¿Cómo es que no se aparece en todo el puto día?

—Igual no quiere verte —sugirió divertido el albino—. Ella en serio es como tú —reiteró riendo más fuerte.

Yo estaba muy molesto. Me pasé todo el día de clases y ella jamás se apareció. Pero solo tenía que esperar. Estaba seguro que ella regresaría y en ese momento se las cobraría. O eso pensé, porque se pasaron tres semanas y de ella ni sus luces.

—¿Por qué no la llamas? —preguntó Iris. 

—No tiene su número —informó Lysandro divertido. 

Ese tipo me estaba cansando, y mucho.

—Parece que te divierte esto, ¿no Lys? —pregunté.

—Cómo no tienes una idea —respondió el cínico.

Dejé mi guitarra y me dirigí a la puerta para salir de ahí, igual no podía concentrarme en la música. Además, no tenía humor de seguir aguantando las risitas de Lysandro. Yo solo quería ver a esa caprichosa cuanto antes.

Iris dijo algo que me ponía en un predicamento pues, aunque probablemente solo era para molestarme, esa bien podría ser la respuesta.

—Tal vez Nathaniel sepa algo de ella —dijo—, pregúntale.

La fulminé con la mirada, a los dos burlescos; y azotando la puerta me largué de allí. Por supuesto que no le preguntaría.

«¿Quién ocupa de ese imbécil mojigato?»

Caminé a la salida del instituto y, como si invocara al diablo, se me apareció el de los pelos rubios que me sacaba de quicio, casi tanto como la morena que se había dado a la fuga. 

Lo vi y me vio.

—¿Qué? —preguntó riendo mientras miraba a otro lado. 

—Nada —dije. Por supuesto que no le preguntaría nada. De él no quería nada. Sería más fácil olvidar aquella piel, aquellos ojos, aquellas caricias, aquellos labios—... Oye delegaducho —dije y se detuvo al escuchar mi voz. Yo no quería acudir a él, pero es que en serio necesitaba saber—. ¿Sabes algo de la nueva? —pregunté Nathaniel me miró muy sorprendido.

—No es información que te pueda dar —dijo sonriendo el muy imbécil. 

Quise romperle la cara, pero la directora al fondo del pasillo detuvo incluso el insulto que estaba por escapar de mi garganta. Yo no necesitaba más problemas, así que me mordí la lengua y me fui más que furioso.


Continúa...


ERES EL DEMONIOWhere stories live. Discover now