Capítulo 1

3.6K 180 60
                                    

MARYERE POV'S

—Que bien que tocas —dije a un chico pelirrojo que guardaba su guitarra tras bambalinas—, te mereces un premio —solté insinuando mi figura sobre su cuerpo.

—Pues que sea uno bueno —pidió el pelirrojo mordiendo mi cuello, apartando el estuche con la guitarra dentro y tomándome por la cintura, atrayéndome a él. 

Sonreí y lo arrastré fuera del escenario a una habitación que servía de bodega a ese bar en que se había presentado el pelirrojo y su banda.

Ni siquiera habíamos cerrado la puerta y ya teníamos menos ropa que Adán y Eva. Ese chico tenía el mejor cuerpo que yo había tocado, y digo tocado porque estaba tan oscuro que tropezamos más de diez veces con paredes y cajas y mesas y cosas por el estilo. Ahí no se veía nada.

Cuando choqué con una mesa el pelirrojo empujó al piso todo lo que había encima. Muchas cosas tronaron, pero no nos importó. El bajista de esa banda me sentó sobre el tablón y yo debí quitar algo que quedó bajo mi muslo derecho. 

Él continuaba acariciando mis senos mientras yo rosaba mi entrepierna en la clara excitación del hombre. El pelirrojo seguía chupando frenéticamente mi cuello y pecho, mientras acercaba su hombría a mi feminidad. Yo estaba que deliraba de placer y él sólo seguía jugando conmigo.

—Vamos, métela —exigí con la respiración entrecortada cuando sentí que no podía esperar más, y escuché algo que pudo ser una risa.

—Vaya que eres impaciente —dijo en ese tono burlón que me molestaba un poco. 

Claro que era impaciente, yo no quería seguir esperando. Pero él no atendía a mis reclamos.

—Es ahora o me voy —advertí acercándome peligrosamente a él, mientras mi respiración continuaba burlándose de mí.

—¿Y qué le vas a dar a esta que se nota bastante necesitada? —preguntó después de morder mi labio y meter dos de sus dedos en mi vagina, haciéndome estremecer placenteramente. 

Me estremecí al movimiento de sus dedos y debí de tomar una buena bocanada de aire para hablar.

—Lo que sea —dije—, también tengo dedos, ¿sabes?

—Me encantaría ver eso —gruñó luego de una risotada—, pero aquí no se ve nada, así que... 

Mordí mis labios ahogando un gemido en mi garganta mientras contenía mi respiración debido a su empuje, luego, dejando caer mi cabeza en esa mesa en que me encontraba, tomé un corto respiro que me permitió sentir mucho mejor lo que atravesaba mi abdomen, haciéndome estremecer. 

Mientras el vaivén de nuestras caderas me llenaba de un placer indescriptible, el pelirrojo se inclinó a morder uno de mis pezones, provocando una corriente eléctrica que recorría mi espalda hasta mi nuca. Ahora que estaba más cerca de mí sus estocadas llegaban más profundo que antes.

El de malévola sonrisa cambió sus manos de la mesa a mi torso, y perdí contra el gemido que escapó de mi garganta haciendo que la saliva escapara de mi boca. Estaba, literalmente, babeando por él.

El chico adivinó mi punto débil y siguió acariciando con ambas manos mi torso por los costados, provocándome retorcer de placer y que mi interior apretara con locura el miembro de ese chico que, cada vez, se movía más rápido dentro de mí.

—Más...más...más... —comencé a pedir en gruñidos mientras el otro seguía dejando marcas de sus besos por todo mi pecho. 

Y él me dio justo lo que quería. Dejando fijas sus manos en mis caderas, guiando mi cuerpo hacia él, comenzó a aumentar el ritmo, llegando tan profundo que volvía nada mi cabeza.

En ese momento dejó de importarme guardar mi voz. Mi cuerpo estaba tan caliente y su pene tan delicioso, que debía aferrarme a esa mesa para no perder la consciencia. Era como si quisiera más de lo que podía aguantar.

—Me... vengo... —dijo dando una estocada más profunda.

Mi cuerpo respondió con un increíble orgasmo. Este hombre era Dios, o el diablo. No estaba segura.

Relajé mi cuerpo sobre esa mesa mientras continuaba respirando con dificultad. A punto de quedarme dormida escuché mi teléfono sonar y me levanté de ese tablón que compartía con un completo desconocido.

—Diga... (¿Dónde estás?)... En un bar... (¿Si sabes que mañana tienes instituto, no?)... Si, lo sé... (Entonces, ¿por qué diablos estás en un bar?)... No hagas dramas, me vuelvo inmediatamente a casa... (¿Dónde estás? Iré a por ti)... No es necesario... (No estoy pidiéndote opinión, ¿sabes?)... Sí, entiendo, estoy en Andrómeda, es cerca del centro... (Sé exactamente donde está, te quiero afuera ya)... Sí, como digas.

Suspiré con molestia al terminar la llamada.

—¿Tú mamá? —preguntó uno de burlona sonrisa.

—Ojalá... es mi novio —dije comenzando a buscar mi ropa para vestirme e irme.

—Vaya joyita resultaste ser —dijo, acercándose a mí, el otro ocupante de la habitación.

—Eso no te importa —solté apretando una de sus mejillas y me fui.


Continúa...


ERES EL DEMONIOWhere stories live. Discover now