|C A P I T U L O : 7|

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—No tengo ni la menor idea— respondió dudoso —Bueno... Tal vez un poco...

Aunque todos ustedes ya deben tener una idea de en donde está Edd, lo explicaré para quienes no.

Hay veces en las que te sientes sólo, y que no puedes confiar ni en tus mejores amigos, y aunque sabes lo equivocado que estás al no hacerlo, la razón queda opacada por el recuerdo de uno de ellos destruyendolo todo. Y ahí es donde buscas alguien con quién descargarte, alguien que te escuché, que de su opinión ya sea buena o mala, y que después se olvidé de ti cuando te vayas. Las personas normales pagan una consulta con el psicólogo, pero en medio del caos que fue la dictadura no sólo se hicieron más costosos debido al incremento de su demanda -por obvias razones-, sino que el "sueldo" que Edd recibía por sus dibujos comenzó a bajar cada vez más hasta que finalmente desapareció, porque entre pagar la luz, comprar una pintura,  conseguir comida, pagar el agua, o donarle a un animador independiente... Es obvio lo que la gente escogió.

Pero no nos vayamos por las ramas, hablamos de el lugar en el que Edd está, no el porqué odia a Tord.

Como decía, él necesitaba a alguien con quien descargar todos esos sentimientos popularmente conocidos como "negativos", y encontró a la persona perfecta: Eduardo.

—¿Y desde cuándo eres abogado?— preguntó Eduardo —No pareces el tipo de persona calificada para un empleo tan complicado... O cualquier empleo realmente...— Edd lo miro enfadado.

En esta ocasión había venido más bien a pedirle un favor, no recuerda cuando pero descubrió que Eduardo trabajaba para un diario importante, el cual había sido censurado en la época dónde Tord estaba al mando, justamente por eso es que ahora es el más confiable, por nunca haber estado de su lado y siempre haber tratado de decir la verdad. Edd quería pedirle que difunda rumores de la supuesta inocencia de Larssin, para así calmar un poco a la multitud que quería su cabeza en una bandeja.

—¡Hice muchas cosas raras en el pasado ¿De acuerdo?!— respondió a su pregunta, no podía creer que Eduardo lo juzgue de ese modo... En realidad sí.

—Lo sé, estuve en un par de ellas— respondió sin interés.

—Además, ¿Desde cuándo tú eres periodista? En todo caso...

—Hace dos años, seguía estudiando cuando te conocí— se apoyó en el apoyabrazos del sillón.

—¿En serio?— preguntó perplejo.

—Sí, por eso a veces ni salía de mí casa, tenía que estudiar para exámenes.

—¿Por qué yo no sabía de eso?

—Edd, ni siquiera sabes mí apellido.

—¡Yo sí...!— recordó que no, no lo sabía —¿... Lo siento?

—Esta bien, imbécil, me agrada que no sepas de mí vida, me siento más seguro de que no divulgaras nada.

—De todos modos no creo que nada de ti sea tan interesante como para divulgar— Eduardo frunció el ceño y luego sonrió.

—¿Quieres apostar?

—¿Qué apostariamos?

—No lo sé, ¿Qué te gustaría apostar a ti?— Edd estaba a punto de pensarlo pero recordó que vino a hacer algo más importante.

—No... No cambiemos de tema.

—¿Seguro? Tengo unas colas de dieta que podría darte— se rió de él mientras éste lo miraba molesto.

—Ya recordé porque dejé de venir aquí...— se cruzó de brazos —Como sea, Eduardo, al parecer Tord dice ser...— el español se levantó de su sillón.

«Hey, Handsome!» ;EddTord;Место, где живут истории. Откройте их для себя