|C A P I T U L O : 1|

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Piensen en una prisión normal, con barrotes, guardias muy violentos, obesos, incompetentes y/o corruptos, trajes naranjas -que es el nuevo negro-, homosexualidad, sí, una prisión como la mía o la tuya.

Bueno, ahora, desecha esa idea porque la prisión de Tord no era nada de eso... Bueno, sí había homosexualidad pero solo porque Tord estaba ahí, ¿Okey?

Los soldados normales fueron enviados a esas cárceles normales para personas normales, pero con el "Monstruo" las cosas iban a ser diferentes, estaba en una celda de máxima seguridad donde apenas tenía la amable iluminación de un foco al que le quedaba poco tiempo de vida, aquí no habían barrotes sino vidrios blindados, y lo hubieran encadenado a la pared de no ser que ya se decidió que se lo iba a tratar con humanidad, aquella palabra que borró de su diccionario en sus días al mandó.

El chico, que ya no era chico, sino un prisionero vencido, estaba meditando, algo que no era nuevo para él, pero si lejano. Lo usaba cuando en sus días de estudiante su ansiedad social lo sofocaba y solo quería un respiro. Tal vez si no lo hubiera dejado hubiera seguido un camino más espiritual y tranquilo al que tal vez no pertenecía, pero definitivamente no lo traería aquí.

Ahora ¿Dónde realmente pertenecía? Es una gran pregunta, no pertenecía al mundo de lo espiritual, tampoco al mundo militar, y después de todo lo que hizo, ya no pertenecía a esa ruidosa casa llena de espejos y olor a alcohol y Coca-Cola. Tord es lo que llamamos "caso perdido", perdido porque no sabe que camino seguir, porque desde que decidió llamarse "Líder Rojo" destruyó todo otro camino, incluido el que lo traía de vuelta a casa.

Pero, mientras inhalaba y exhalaba profundamente ese aire que estaba tan limpio como el aire de una prisión puede estar, se preguntaba cual paso seguía, en su lista de "Que hacer al dominar el mundo" no decía nada de ser capturado, así que tenía que ser ingenioso urgentemente para salir de esta situación.

De repente Edd llegó a su mente con sus fuertes brazos y su varonil voz, y volvió a imaginar escenarios en donde ese hombre lo hacia suyo. No era la primera vez que imaginaba cosas con él, claro que en esas ocasiones normalmente era el mismo quien hacia suyo al otro, ese chico siempre fue una especie de fetiche, como un deseo prohibido, pero supuso que era normal teniendo en cuenta el tiempo que pasaron juntos cuando eran jóvenes, solo que ahora se daba cuenta que su deseo por el chico no era simple.

Entonces, unos golpes interrumpieron su relajación.

—Hey, Buda comunista— esa asquerosa voz de nuevo —Tu comida está aquí— Tom le mostró una bandeja con un tazón y una cuchara, ésta debería ir en un compartimento de dos puertas junto a la celda, una estaba del lado de afuera y por ahí se ingresaba la comida, luego se cerraba y así abría la puerta que estaba del lado del prisionero, nunca podían estar ambas abiertas al mismo tiempo. Como sea, el del visor estaba por poner el almuerzo de Tord en dicho lugar pero se detuvo —¡Oh! Casi lo olvido, que desconsiderado de mi parte— escupió en la sopa —¡Listo! Ahora es un almuerzo completo.

Y por fin, le entrego la comida a Tord por dicho compartimiento, éste se acercó a está y la observó con cierto escepticismo, la sopa era un poco de agua con caldo y un pedazo de papa, y claro, tenia un escupitajo en medio, luego miro a Tom con una ceja levantada.

—¿Cómo cuanto tiempo estuviste planeando ese chiste?— preguntó con una molesta calma que lo acompañaría el resto de la conversación.

—Desde que te atrapamos— respondió con la alegría de un niño al que le acaban de comprar un juguete, tal vez porque su broma le dio gracia y/u orgullo, o tal vez porque sabía que para Tord era imposible devolverla.

—¡Felicidades! Debe ser lo más inteligente que se te ha ocurrido en tan poco tiempo.

—Gracias... Espera, ¿Eso fue...? ¡Yo soy el sarcástico aquí! ¡No trates de hacerte el listo conmigo, tú... Pedazo de mierda!— luego pateó el vidrio.

«Hey, Handsome!» ;EddTord;Where stories live. Discover now