Me equivoqué.

Ethan se fijó en mí por cómo era, y no por ser otra persona.

— ¡Marjorie!

—Tshhh—escuché de fondo.

Cerca de un callejón, una sombra hacía un extraño sonido.

— ¿Marjorie?

—Tshhh.

Si volvía a hacer "Tsss" quien acabaría muerto sería él antes que yo.

— ¿Quién eres? —Se me hizo un nudo en la garganta. Estaba desesperada, hablaría con cualquier persona.

—Te la vendo.

Enarqué una ceja.

¿Qué me estaba vendiendo? ¿A la hermana de Ethan?

— ¿Tienes a...—¡menudo hijo de puta!

—Tengo de todo.

¿Pero cuantos niños tenía?

— ¡Será cabrón! Pienso llamar a la policía como no me entregues a la niña de inmediato.

Me moví para acercarme hasta el hombre y golpearlo con los puños cerrados. Una mano, paró mi cuerpo; la pasó alrededor de mi cintura, levantándome del suelo.

— ¡Suéltame! Tiene a Marjorie.

—Freya —era Byron.

De todos modos, no estábamos a salvo.

—Yo no vendo niños. Vendo anfetaminas, metadona y cannabis.

— ¡Cógeme que lo mato! —pero terminó por sacarnos a los dos de ahí.

— ¿Dónde has dejado el coche?

—En la calle de atrás. ¿Sabes que Poom's está cerca, verdad?

Tenía razón.

A unos metros de nosotros, las enormes letras de Poom's brillaban hasta cegar. Al lado del nuevo "gorila" de la entrada, había un cartel que decía: Noche de hombres.

— ¿A qué se refiere con noche de hombres?

Byron lo miró.

—Creo que las strippers de esta noche son mujeres.

— ¿Mujeres?

—Sí.

Entonces los chicos no bailaban, y ellos... ¿qué diablos hacían ellos? ¿Mirarlas?

Quería acercarme y comprobar que estaba pasando dentro. La imagen de Ethan recostado en la barra del bar mirando como las mujeres se desnudaban al ritmo de la movida música, no me gustaba. A eso se le llamaban celos.

¿El muy maldito me había pedido que cuidara a su hermana para ver a las nuevas stripper de Poom's?

—Quieta —me detuvo Byron, tirando del cinturón del abrigo. —A mano derecha. Acaba de salir Ethan.

Nos escondimos en un callejón, y sin dudar asomé la cabeza para observarlo. Vestía con una camisa blanca; pantalones negros a juego con la pajarita que llevaba alrededor del cuello.

Sacó el teléfono móvil, e hizo una llamada.

Mi móvil vibró en el bolsillo.

— ¿Si? —Pregunté.

—Freya, soy Ethan —lo vi sonreír. —Daniel me ha dejado su teléfono, el mío lo dejé en casa.

Quedé embobada mirándolo; estaba tan sexy.

¡Mi vecino es stripper!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora