¡Un parto prematuro, y alguien del pasado!

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En ese momento admiré a mi madre; el día que yo nací, ella siguió mostrando una mujer luchadora y ansiosa por ver a su bebé. Yo, mientras tanto, aferré mis dedos al objeto más cercano mientras que gritaba desesperadamente. ¡Maldición! Sentí pena por la madre de Ethan a diferencia de la mía. ¿Por qué? Fácil.

- ¿¡Por qué tiene la cabeza tan graaaande!? -no podía más. Seguí empujando; sola, bajo la atenta mirada de un grupo de estudiantes que anotaban en sus cuadernos. Pillé a uno riéndose; ése iba a morir. -No p-puedo más.

Con el esfuerzo que estaba haciendo, esperaba que mi hijo se independizara antes de hora...y eso que aún no había nacido.

El capullo de su padre seguía en el suelo, temblando y sin ser capaz de levantarse para animarme un poco en esa batalla que ambos buscamos en su día.

Un hijo es lo mejor que te puede pasar -decía Ethan ilusionado.

Hundí mi trasero para sacar más fuerzas de mi débil cuerpo, y sin darme cuenta cogí un orinal que tenía cerca y se lo tiré a la cabeza. Lo odiaba en ese momento. No había amor para Ethan.

- ¡Ya está! Lo veo, señora Evans.

-Eso lleva diciendo desde hace un par de horas -podía yo sola con eso. - ¡Aaaah!

Y por fin, después de dos horas, el llanto resonó por toda la sala. El grupo de estudiantes aplaudió; el medico se levantó con el bebé entre los brazos; Ethan volvió a ser el hombre que yo esperaba, y yo...bueno, yo me tumbé porque no podía más.

-Enhorabuena -nos felicitó-, es un niño.

Eso ya lo sabíamos.

Cerré los ojos por el agotamiento. El sudor empapó mi frente, y mis brazos estaban demasiado cansados para alzarse de la camilla y secarme las mejillas de todas las lágrimas que derramé.

-Tienes que verlo, Freya.

Él tenía razón. Me levanté lentamente, y cuando me encontré con ese rostro tan bello, me di cuenta que valió la pena tanto dolor solo por darle la vida y verlo crecer junto a nosotros. Pasó de los brazos de su padre, a los míos.

Era tan pequeño, tan delicado qué...

-Uno, dos, tres...-seguí contando sus deditos.

- ¿Qué haces? -preguntó curioso Ethan.

-Revisión -sonreí. -Que manos más pequeñitas. Es precioso...-me lo arrebataron.

El medico se lo pasó a una enfermera.

-Tenemos que llevárnoslo.

- ¿Adónde? -preguntamos a la vez.

Desconecté en el momento que me dijeron que nuestro bebé necesitaba pasar un par de semanas en una incubadora. Al ser sietemesino corría más peligro que otros bebés. Yo era la culpable de todo. No hice casi de las advertencias de Ethan, y ahora quien sufría era el pequeño.

-Estará bien, Freya -insistió.

No me dejaban levantarme de la camilla para verlo. Solo de vez en cuando lo traían a la habitación del hospital.

-Lo echo de menos.

-Es normal, eres su madre -me besó y volvió a sentarse en el sillón. Ethan estaba cansado, así que se quedó dormido rápido.

Con cuidado de no caerme, bajé de la cama y tiré del gotero que me condenaba a estar allí tumbada todo el día. Tenía que ver a nuestro bebé sin nombre.

Cuando llegué a una sala donde estaban los prematuros busqué la etiqueta "Evans". Y allí estaba, encogido y con sus ojitos abiertos. ¡Que ojos más grandes tenía! Y tan azules como los de Ethan.

-Pensaba que no podías salir de la habitación -dijo una voz masculina.

Miré por encima del hombro.

- ¿Qué haces tú aquí?

-He venido a traerte unas flores...

-Troy -gruñí.

Sacó un ramo de flores de detrás de su espalda.

-De verdad, Freya -sonrió. -Felicidades, mamá.

Si pensaba que era la misma adolescente que conoció cuando éramos más jóvenes...estaba muy equivocado.

-La comida del hospital es basura. Ethan me está volviendo loca porque no me deja ni ir sola al baño -lo amenacé con la mirada-, y para colmo mis tetas chorrean leche. ¿Qué quieres? Y suéltalo de una vez.

Estiró los labios de una forma que me puso de los nervios.

Era Troy. Un Troy que cambió como todos los demás.

-Trabajo en Poom's -dijo orgulloso.

-Muy bien -le felicité dándole unas palmaditas en la espalda.

Espera un momento...

-El otro día, revisando unos documentos encontré el nombre de un trabajador que se me hizo muy familiar -movió las cejas de arriba abajo. -Ethan Evans.

Mierda.

- ¿Y?

- ¿Ethan era stripper?

Pensé que me desmayaría en ese momento.

¿Nos iba a chantajear sacando el trabajo secreto de Ethan? Después de todos los años que habían pasado.






¡Mi vecino es stripper!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora