Capítulo 40

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Unos brazos me rodearon por la cintura, y unos cuantos besos se quedaron en mi piel. La calidez de su cuerpo me envolvía de pies a cabeza, aun así los recuerdos de la noche anterior nublaron mi mente, debía ir a ver a mi madre, necesitaba averiguar todo esto.

-Hey, Lodovica -los brazos de Diego me atraparon, estaba temblando sin siquiera quererlo- mírame-me movió entre sus brazos haciéndome reaccionar- debes estar tranquila, prometo estar contigo, pero debes tranquilizarte aunque sea un poco-dice alterado, toma una profunda respiración- por favor, odio verte así suspira, mis brazos rodean su cintura y aplasto mi mejilla contra su pecho.

-Necesito resolver esto- mi aliento se entrecorta y tengo que tomar una respiración profunda para no dar rienda suelta a las lágrimas, nos apretamos un poco más contra el otro.

-Lo sé-acaricia mi frente con la punta de su nariz- haremos esto juntos.

Luego de una reconfortante ducha entre los brazos de mi hombre, baje a hacer el desayuno para luego despertar a Jess. Diego fue a mi casa a buscar ropa para Jess y para mi , debíamos ir al hospital a ver como estaba mi madre, no habíamos recibido llamadas del hospital notificándonos el estado de mi madre, eso me tenía aún más ansiosa.

Subí a despertar a Jess, quien dormía plácidamente hecha un ovillo. Me acerque a su lado y moví su hombro suavemente.

-Jess-susurré, ella abrió sus ojos después de unos cuantos parpadeos- Holale sonreí

-Hola-bostezo, su estómago gruño haciéndome reír- tengo hambre.

-Ve a lavarte para que bajes a desayunar-me levanto para salir de la habitación cuando ella me interrumpe.

-Lodo, ¿Los novios se prestan las ropas?-ella inspecciona mi cuerpo, bajo la vista hacia mi cuerpo y me sonrojo.

-Supongo que sí-le respondo nerviosa, ella me sonríe y se va hacia el baño.

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Diego avanza por la carretera en dirección al hospital, me encuentro en silencio mientras él y Jess cantan a todo pulmón “Locked out of a heaven” de Bruno Mars.

Pregunto por mi madre en recepción y me dan el número de la habitación, no sin antes recibir un informe del doctor, quién me explica que tiene una contusión, además de una costilla rota y unos cuantos moratones.

Ella está sedada aún, para que la contusión en la cabeza pueda disminuir. Lo veo mejor así, porque podría jurar que estaría preocupándose primero por nosotras que de su propia salud.

-Pequeña-Diego me despierta-debemos irnos- tengo enlazada mi mano a la de mi madre, me despido de ella prometiendo que mañana volveré.

-Vamos-le digo, él toma a mi hermana en sus brazos para poder irnos a casa.

Diego le da de comer a Jess para luego hacerla dormir, ya que le pidió a él que le leyera un cuento antes de acostarse. Me como un sándwich antes de subir a la habitación en busca de una ducha caliente.

Regulo el agua hasta que está a una temperatura agradable para luego desvestirme y ponerme bajo la lluvia artificial, cierro los ojos y me relajo.

Siento un calor tras mi espalda, no necesito darme vuelta para saber de quién se trata, de inmediato sus brazos me envuelven, sintiendo su respiración en mi nuca. Descanso mi cabeza en su hombro para que nuestros labios se encuentren, me giro entre sus brazos, mis pechos se aprietan contra él.

-¿Y Jess?-pregunto sobre sus labios

-Se ha quedado dormida, así tenemos tiempo para nosotros-sus manos suben y bajan por mi espalda, en largas y suaves caricias.

Y que importa la edad? Dievica HotDonde viven las historias. Descúbrelo ahora