Fils emmêlés.

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El mayor había tenido un día agitado, y su cita en el balcón se había vuelto tortuosa por lo mismo. Yoo insistió en pasar el rato con su contrario, entonces Changkyun le invitó a su casa y le tocó canciones en el piano.

El pelirosa se apoyó en el hombro de Lim y, a causa de la comodidad que su ajeno le daba, cayó dormido.

Chang exploraba el cabello de Kihyun con sus dedos, y a veces se tomaba la libertad de depositar besos en la cabeza de su amigo.

Con cuidado, el pelinegro cargó a su contrario hacia la cama. El pelirosa sonrió entre sueños debido a que las sábanas tenían olor a Kyun.

Tuviste un día difícil, ¿verdad?

El menor le susurró, acurrucando a Yoo en su pecho. Jugaba con las rosadas hebras, mientras sonreía embobado por la belleza de su vecino.

Ciertamente, era apresurado sentirse así por alguien que conocía hace pocos días. Pero era fiel partidario de que era cuestión de química, no de tiempo.

Rió bajo debido a su propia imaginación, y se acercó para regalarle un beso en la nariz al dueño de sus pensamientos.

El suave toque de los labios impropios, sumado con el seductor y prominente olor de Chang, despertaron al susodicho.

Podría acostumbrarme a tu olor, y a que me acurruques luego de un día difícil.

Un silencio invadió el lugar, así como el color carmesí se apoderó de las mejillas de los jóvenes.

Son las tres de la mañana, pero se siente como si hubieran pasado cinco segundos desde que me quedé dormido en tu hombro.

El pelirosa miró fijamente a su pianista favorito, y se aferró a él en un cálido abrazo.

Se quedaron así una media hora, nadie decía nada.

Ciertamente se cuestionaban si estaba mal no querer separarse nunca, ¿estaba permitido mirarse así?

Podría estar mal, pero se sentían tan cómodos mirándose. Eran como imanes, era algo más reactivo que el polonio.

Finalmente, el más joven habló.
Miró fijamente a Kihyun, al mismo tiempo que acomodaba uno de sus revoloteados cabellos.

Es mutuo, es un hecho que el tiempo juntos pasa rápido.

Así que, supongo que es mi turno de preguntar.

Los ojos de ambos se iluminaron, como por arte de magia. Uno esperaba una respuesta, el otro estaba ansioso por darla.

Tú, curioso abogado con cabello de dudosa procedencia, ¿querrías ir conmigo a una cita?

El mayor arqueó una ceja en modo de broma, y le dio la espalda a su contrario fingiendo estar ofendido.

¿Nuestras citas en el balcón no son 'citas'? Espera un minuto, puñetas. ¿Acabas de insultar mi cabello?

El joven de cabellos negros soltó una pequeña carcajada, mientras se aferraba a la espalda impropia y dejaba pequeños cariños en ésta.

Estaba hablando de una cita formal, cabeza de termo.

Yoo se dio vuelta, y los ojos de ambos volvieron a brillar juntos. Un beso en la barbilla le fue otorgado al menor del dúo, el cual provocó que su corazón necesitara oxígeno extra.

Claro que quiero ir a una cita formal contigo, señor dominó.

10:33 - Changki.Tahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon